El presidente Santos le hará un flaco favor al país con la próxima terna que envíe para elegir al futuro fiscal general de la Nación. Cual reinado de belleza, hay 16 finalistas cuyos nombres ya fueron publicados por los medios de comunicación. Y como en los reinados de belleza, los expertos ya tienen sus favoritos para quedarse con el premio final. La terna que se vislumbra es la siguiente: Jorge Fernando Perdomo, actual fiscal general (encargado) de la Nación; Yesid Reyes, actual ministro de Justicia; Néstor Humberto Martínez, exministro de la Presidencia.
No hay que ser un sabio para darse cuenta de los vasos comunicantes que relacionan al presidente Santos con los miembros de la terna para fiscal. Eso no es serio. Si algo ha contribuido medianamente a que este país funcione en alguna medida, fue el sistema de pesos y contrapesos que estableció la Constitución de 1991. Los organismos de control del Estado están precisamente para ejercer vigilancia sobre la actuación del gobierno como administrador y representante de la voluntad popular. No obstante, Santos se ha encargado de que ese mismo sistema perezca porque ese es su criterio.
No en vano, el gobierno actual está empeñado en lograr que el procurador general de la República, Alejandro Ordóñez, termine antes su período pues se ha vuelto muy incómodo para Santos debido a sus constantes injerencias en asuntos que el gobierno considera propios y de nadie más, como lo son las negociaciones de paz en La Habana, la venta de Isagén al sector privado o el escándalo de Reficar, entre otros.
La propia gestión del actual Contralor, Edgardo Maya Villazón, era cómoda hasta que se metió con el tema de Reficar, el cual salpicó a varios miembros del gabinete ministerial y del actual gobierno. Hoy Maya salió de los afectos de Santos y seguramente se cuidará en el futuro de destapar escándalos que afecten directamente la gestión presidencial.
En el caso de la elección del Fiscal, Santos no ha ocultado para nada su mano de póquer con la cual le quiere ganar a todos sus contradictores. Sin ninguna discusión el cargo de Fiscal General de la Nación es el segundo más importante del país. Con uno de los presupuestos más altos entre las diferentes instituciones del país la Fiscalía se constituye en un ansiado botín para los diferentes partidos de gobierno. Además, con más de 15.000 funcionarios, es un potencial fortín burocrático para aquellos que la quieran politizar más de lo que ya se encuentra.
Una muestra de su poder la enseñó el propio exfiscal Luis Eduardo Montealegre Lynnet, quien durante su período se dio el lujo de opinar políticamente sobre temas de gobierno (algo para lo que no está hecha la Fiscalía), inventarse una universidad de la Fiscalía con un presupuesto de 32.000 millones de pesos, los cuales dilapidó sin que nadie lo investigue, contratar a ‘expertos’ en el tema de la violencia y el conflicto, como Natalia Springer, quienes se encargaron de cobrar miles de millones de pesos por trabajos que ya había adelantado la Unidad de Contexto de la propia Fiscalía. Nadie le decía nada al Fiscal por el temor a que se le abriera una investigación y fuera arrestado por simple sospecha o como método de intimidación. Y no me refiero sólo a los opositores del gobierno, sino también a los funcionarios del mismo, como le sucedió a Cristina Plazas, directora del ICBF, quien se atrevió a cuestionar la efectividad de las investigaciones de la Fiscalía, y el día de su matrimonio se vio arruinado cuando la misma institución ordenó que ese mismo día fuera arrestado su prometido, Eduardo José Benavides, por un cargo vinculado con la manipulación de bienes de la antigua Dirección Nacional de Estupefacientes. Si el Fiscal se mete con una funcionaria que es de la entraña del propio Presidente, ¿quién duda del poder que ostenta semejante cargo?
Santos es consciente de ello y por eso desea colocar a alguien de su entorno en esa estratégica posición. Estratégica, porque ahora que se viene el proceso final de las negociaciones de paz con las Farc, Santos necesita de alguien que le haga el coro para detener las críticas que se le hagan sobre la impunidad que pueden traer los acuerdos de paz consigo. Estratégica, porque desde esta entidad se puede intimidar a los miembros de la oposición que manifiesten sus desacuerdos, con el simple anuncio de la apertura de una investigación pendiente o de un llamado a indagatoria por cualquier denuncia.
Así pues que el presidente Santos debería ser menos evidente y llamar a uno de sus alfiles, uno que este oculto, que no haya pasado por el gobierno, porque los que tiene pendientes para ocupar la silla del Fiscal son muy cercanos a él. O sino tocaría esperar uno de esos llamados ‘palos’ que suceden de cuando en cuando en los reinados, lo cual dejaría un fiscal inesperado para los colombianos. Amanecerá y veremos.