"El realismo mágico no es ficción, es crónica", le escuché decir una vez a Joaquín Sabina. Y hoy apelo a la frase, no para escribir el enésimo obituario para Gabo, sino porque por estos días Medellín me ha recordado que en este Macondo febril y a veces insoportable, ocurren milagros que superan a la literatura”.
El filósofo.
"Al tomarse por lo que no son, al imaginarse en una configuración diferente de la real, los hombres evitan lo trágico, es cierto, pero pasan inadvertidos ante sí mismos. No desprecio a los creyentes, no me parecen ni ridículos ni dignos de lástima, pero me parece desolador que prefieran las ficciones tranquilizadoras de los niños a las crueles certidumbres de los adultos. Prefieren la fe que calma a la razón que intranquiliza, aún al precio de un perpetuo infantilismo mental. Son malabares metafísicos a un costo monstruoso."
La cita pertenece al filósofo francés Michel Onfray.
Onfray es el rockstar de la filosofía actual. Un hedonista, un anarquista, un individualista que ha publicado decenas de libros, que ha fundado la Universidad Popular de Caen, que ha reivindicado como pocos el carácter libertario del ejercicio filosófico y que estará en Medellín del 5 al 10 de mayo invitado por la iniciativa ciudadana de Mayo por la Vida, por el Ateneo Porfirio Barba Jacob y por la Alcaldía de Medellín.
La revista.
Si existiera un escalafón de los emprendimientos suicidas en Colombia, el de fundar una revista cultural tendría el podio asegurado.
Pues bien, la Revista Música no solo está cumpliendo diez años de haber sido fundada en Medellín, sino que hoy tiene distribución nacional, posee un número de suscriptores que la hacen autosostenible, goza de un inmenso prestigio entre sus lectores y se ha convertido en el núcleo informativo y de gestión de la USM (Unión del Sector de la Música): la joven pero fuerte agremiación de músicos nacionales.
El teatro.
Crecí en una ciudad donde los teatros se convirtieron, en el breve lapso de tres lustros, o en parqueaderos o en templos evangélicos.
Terminaron los años 80 y Medellín sentenció: "donde hay un teatro hay un lote".
Así vi caer, bajo esa miope sombrilla y entre otros, el América, el Libia, el Odeón, El Odeón 80, el Bolívar, el Metropol, el Bolivia, el Manrique, el México y el Tropicana.
Un teatro es cualquier cosa, menos un negocio. Por eso nadie piensa en hacer teatros.
Pues bien. La CasaTeatro el Poblado es una bella sala construida en el sur de la ciudad y que en su primer año de vida se ha convertido en referente para todo Medellín.
Una sala esplendorosa, levantada desde cero (al igual que el también joven y admirable proyecto de El Teatrico en el barrio de Laureles), bien dotada y programada con un impecable criterio curatorial: algo impensable hace muy pocos años.
No un artista de pop sino un filósofo, es la estrella de un evento de ciudad.
Una revista de música alcanza diez años de edición.
Un teatro se construye y cumple un año de funciones.
¿Alguien podría negar que el Realismo Mágico pasa estos días por Medellín?
