Las ausentes filas de asientos abarrotados en los estadios, la ínfima cuota futbolera en los programas y canales especializados en deporte, en particular en el fútbol, han volcado su atención al deporte de las bielas. Bien recuerdo cuando en mis conversaciones sociales era el único que opinaba del tema, el que tenía algún conocimiento de este deporte y disfrutaba en solitario de las victorias de etapas esporádicas en las grandes vueltas de hace un par de décadas, los triunfos parciales en grandes puertos y la casi inexpugnable camiseta de pepas rojas que pareció no dejarnos de pertenecer jamás.
Atrás quedaron los titulares triunfalistas que copaban cabeza de noticieros y al otro día desaparecían diluyéndose en el olvido, años de escuchar por minutos y quizá horas análisis futboleros, de béisbol, tenis y hasta golf, mientras los transistores mostraban fieles y a pesar de las adversidades el ciclismo local y las pinceladas del internacional.
Hoy todo ha cambiado, y es que la pandemia le arrebato el predilecto tema del fútbol a la audiencia, no hay balompié profesional en Colombia y no hay de qué hablar, y sorprendentemente parece que no hace falta, mientras tanto, y como si el ave fénix surgiese de la ceniza, los comentarios, noticias, opiniones y transmisiones de competencias, por fortuna se han convertido en el pan de cada día, lo inimaginable esta frente a nosotros.
Curiosidad me causaba ver las noticias deportivas que redundan en el top ten de pedalistas criollos en competencias de baja categoría, pero allí están y todos los nombres ya nos son familiares, ya podemos hablar de rankings, de montañas, de sprints, de equipos, y como en el fútbol la idea de un deporte alternativo y con más olor a café, se ha masificado. Y es que es entendible para una afición sedienta de triunfos, pues nada más agradecido con el apoyo que nuestros ciclistas que, como desde hace 8 años reinan en los pódiums alrededor del mundo y como si fuera poco se ha adjudicado casi una docena de resultados dentro de los tres mejores en las grandes vueltas europeas.
La pandemia y la cuarentena han traído consigo esa revolución a la que nadie escapa, pero sigue existiendo un doble patrón de seguidores:
Por un lado, los fieles, los de siempre, los que no se ven obnubilados por los resultados, esos, como nosotros, que llevan el ciclismo en la sangre y lo heredaron de sus padres, esos mismos que salían a las carreteras a ver el ciclistas cuando a nadie le interesaba y que por décadas escuchó los análisis de expertos en los pocos espacios destinados en radio para hablar del tema, estos, los genuinos que como hincha de fútbol fiel ha visto y apoyado a los suyos en las buenas y en las malas.
Por otro lado, una nueva generación de seguidores movidos por las masas y el soporte tecnológico que trasciende en información por cada espacio, que hablan de resultados de equipos, redundando en tecnicismos, pero a la vez expectantes y per se publicistas del propio deporte.
Esta mezcla de los nuevos y los viejos, los clásicos y los contemporáneos hacen de este deporte un verdadero fenómeno colombiano y un verdadero fenómeno mundial.