El ciudadano Álvaro Uribe Vélez, en su condición de presidente, popularizó la expresión “estar cargado de tigre”. La usaba con frecuencia, en tono jocoso, y los periodistas se encargaron de divulgarla. Esta expresión, se puede decir, es del mismo tipo de la siguiente: “con el tigre a las espaldas”. Cuando alguien está en una situación límite y sus expectativas de salir indemne son nulas, es decir, la persona perecerá inevitablemente se dice: “con el tigre a las espaldas”. Solo una tigresa puede aguantar y aún disfrutar tal situación.
Así, pues, la expresión “cargado de tigre” tiene implicaciones sexuales obvias, pero en el caso del dicho uribista el embarazo es de otro tipo: se trata de la pulsión asesina, de estar con ganas de matar. Muchas personas han dado testimonio del señor Álvaro Uribe Vélez cuando está con ganas de matar. El mismo señor lo reconoce cuando afirma que él es de carácter difícil. Traigo a cuento dos testimonios.
El primero del periodista Joseph Contreras, quien en colaboración con Fernando Garavito escribió una biografía no autorizada de Uribe. En un capítulo titulado Anécdotas de un trompadachín cuenta la experiencia de una entrevista cuando era candidato a la presidencia en el año 2002. Según el relato, Uribe estuvo amable e incluso hubo un momento en que lo invitó “…a su departamento natal para comer 'unos frijolitos' con su familia.” Pero la cordialidad se perdió cuando el periodista le preguntó por algunos dirigentes cuyos antecedentes el periodista consideró dudosos. Cuenta lo sucedido en estos términos: “Pero en pocos segundos el ambiente comenzó podrirse. No le gustaron para nada mis preguntas sobre los antecedentes dudosos de algunos allegados y patrocinadores suyos, como el empresario antioqueño Pedro Juan Moreno y el senador Fuad Char. Pero estalló por primera vez cuando toqué la figura de su hermano Santiago y su oficio de criador de reses bravas”.
Contreras cuenta que la entrevista pudo continuarse hasta que tocó otro tema que no le gustó y Uribe la suspendió. Oigamos lo sucedido y la conclusión de Contreras: “La calma volvió por un plazo breve, pero el candidato se enojó de nuevo cuando le hablé de una supuesta campaña de intimidación contra periodistas que lo habían criticado en sus columnas y reportajes. La furia del político me asombró; nunca en los 22 años que llevo como corresponsal de Newsweek me había encontrado con un tipo tan explosivo y volcánico como él”.
El otro testimonio es del expresidente Juan Manuel Santos en su libro La batalla por la paz. Cuenta Santos lo siguiente: “Uribe tiene un genio muy difícil –él mismo lo reconoce- pero debo decir que jamás, como ministro, me alzó la voz. Con los demás era otra cosa. Recuerdo una vez, viajando en el avión presidencial, junto con Alicia Arango, el general Óscar Naranjo y otros miembros del gobierno, cuando alguien de la oficina de prensa le pasó un celular al presidente, insistiéndole en que le diera una entrevista a un periodista. Al parecer las preguntas fueron incómodas y tenían que ver con los negocios de sus hijos, lo que lo fue enardeciendo hasta el punto de la cólera. Cuando colgó, lleno de rabia, le lanzó el celular al funcionario de prensa, pero no le acertó. El aparato pasó rozando la cabeza del general Naranjo, y se estrelló e hizo trizas contra una ventana del avión.”
El señor Uribe Vélez cuando se serena habla de su mal carácter y esa condición la tiene hoy agudizada a raíz de las decisiones legales tomadas por la sala de instrucción de la Corte Suprema de Justicia en el pleito legal con el senador Iván Cepeda. El expresidente calificó de secuestro la orden de detención domiciliaria dictada por la sala y afirmó que los magistrados estaban aliados con los bandidos de las Farc para ejecutar el odioso delito de secuestrarlo.
Los pormenores de ese pleito son ampliamente conocidos por la sociedad colombiana y por la comunidad global y no me referiré con más amplitud a ellos. Lo que he querido destacar en este comentario, es un modo de estar del expresidente que tiene implicaciones nefastas y trágicas.
Hoy en Colombia “estar cargado de tigre”, estar con ganas de matar, es una irresponsabilidad humana inaceptable. El señor Álvaro Uribe Vélez debería, en beneficio de sus nietos y nietas, actuar como ciudadano virtuoso, someterse a la Jurisdicción Especial de Paz y no seguir el mal ejemplo de Jesus Santrich, quien decidió retornar a las armas en lugar de comprometerse con la justicia transicional, contribuir a la verdad, enmendarse y reparar las víctimas para ayudar en la gran obra de superar la violencia endémica que hemos padecido.