El gran escritor Henry Miller dijo alguna vez: “El arte consiste en llegar hasta las últimas consecuencias: si comienzas con tambores, tienes que acabar con dinamita o TNT”. A eso le apuesta Denis Carvajal en su ópera prima titulada: La mujer serpiente, mito y performance.
En este sentido, ella (actriz de teatro, novel dramaturga y directora) asumió grandes riesgos al combinar en los tablados la técnica del pole dance y el teatro físico. Denis es así: atrevida en cuanto artista, un tanto irreverente, contestataria y rebelde en la construcción de sus obras… poética en el vacío y en los silencios, y, por ende, en la palabra. Ondulante en sus movimientos se apoya en un despliegue de fuerza, plasticidad y versatilidad. De hecho, durante la transición de La mujer serpiente funge como directora, actriz y coordinadora de los mil detalles que toda puesta en escena exige.
Denis Carvajal se expresa así de su obra: "El cuerpo-borde se viste y desviste integrando lo masculino y lo femenino mediante una práctica escénica experimental, en donde cuatro mujeres con un ADN compartido: una artista escénica, una escultora, una clarinetista y una artista circense indagan en la integración y la expansión de las fronteras entre las artes".
Lectores míos, un espectáculo maravilloso los aguarda. Asombro y sorpresa acechan al espectador. Soy testigo.