El antropólogo, etnobotánico, escritor, documentalista y explorador Wade Davis lleva cuarenta años viajando al Amazonas colombiano. Discípulo de Richard Evans Schultes, quien desató la era psicodélica de los años 60 al descubrir el peyote, escribió el famoso libro El rio producto de sus conocimientos del gran rio de suramérica. Los 19 años que Schultes, vivió y viajó por la Amazonia colombiana fueron el punto de partida de la película que esta noche concursa por el galardón más preciado del cine en el mundo: El abrazo de la serpiente.
¿Qué le impacto del Abrazo de la Serpiente?
Admiro su belleza y la manera como logró interpretar mi libro, El río. No se puede comparar con Fiztcarraldo de Werner Herzog y su visión europea del Amazonas. El abrazo de la serpiente bordea el surrealismo a la manera colombiana de contar historias en Colombia a partir del realismo mágico. Colombia es un país de realismo mágico. Esto se constata escuchando las historias del Río Magdalena, o en fogatas en el Vaupés, o las playas del Parque Tayrona, o las montañas del Huila.
Pareciera que este país, y esto lo hace fascinante, estuviera lleno de aquello que la tradición celta reconoce como “lugares delgados”, donde el espíritu se acerca a la tierra y la tierra se complementa con el espíritu. Nada es lo que parece. Colombia es complejo: lo mejor y lo peor del mundo. Esto lo discutí con los realizadores de la película por Skype en 2015y me referí al sistema de exclusión entre la gran metrópolis y los lugares más remotos. Creo que la película tiene esos elementos, de cómo el colombiano promedio de la ciudad podría ver con mucha sensibilidad ese país remoto.
Podría contarle que para Richard Evan Schultes [uno de los personajes de la película], aun después de tener malaria como veinte veces, de casi morir de beriberi, nunca vio las selvas de Colombia como una amenaza. Para él, ésta, con sus ríos, constituían una revelación y una liberación; algo tan hermoso como un jardín por descubrir.
El antropólogo colombiano Gerardo Reichel-Dolmatoff contaba del encuentro suyo con Schultes en la selva colombiana en algún viaje, de jóvenes, con el presidente Belisario Betancur. Recuerda a Schuyltes parado en la canoa gritando: “¡Yo conozco todas las plantas de esta selva!”. Reichel creyó estar frente a un demente, pero entendió rápido que estaba frente a un científico, un académico, un hermano de los indígenas de la Amazonia, cuyo conocimiento era tan completo que se fusionaba con lo metafísico. Así vivía Schultes esa selva.
Hay unos momentos en que la película se adentra sin ningún problema en el surrealismo, como en la escena en la que el cura se vuelve totalmente loco y de una manera sadomasoquista, y hasta pornográfica, tortura a los indígenas. Este es otro ejemplo de como la narración de historias en Colombia se mueve entre lo físico y lo fantasmagórico. Ahora, la verdad de los hechos es que probablemente no todos los curas que llegaron al Amazonas eran así, pero por supuesto que habían hombres malos. Schultes hablaba de un cura en 1941, en El Encanto, exactamente en el Río Cara-Parana, que decía de esa época del boom del caucho, que lo mejor que se podía decir del hombre blanco, era que no cazaba indígenas por puro deporte. Entonces, se podría decir de esas escenas que son una interpretación surrealista y metafórica de la maldad que existía en la selva en esa época, donde 10 indígenas morían por cada tonelada de caucho que bajaba por el río.
En varias entrevistas Ciro Guerra menciona que una de sus intenciones era contar esta historia desde la perspectiva indígena ¿usted cree que él logró esto?
Claro que sí. Una de las cosas que olvidamos de Schultes, es que él era un hombre muy noble y amable, y en sentido estricto para los Barasana, los Makuna, Tanimuka, Kubeos, él era uno de los únicos hombres blancos que no llegó a su territorio para trasformar sus almas, o para robar el caucho, o explotarlos, o para violar a sus hijas. Él era un estudiante solitario amante de las plantas que eran lo más sagrado para los indígenas. Los chamanes entendían perfectamente que este científico blanco pasó dolencias físicas y mentales para entender algo que era no solo importante para él, sino para ellos –el reino botánico del que ellos dependían–
Otra cosa importante de Schultes es que vivió 13 años ininterrumpidos en el Noroeste Amazónico de Colombia, tiempo en el que logró entender la selva. Él se sentía muy seguro en la selva, para él era estar con en casa y eso no se refleja en la película. Igual no importa porque ésta no es una película sobre Schultes, así como no es sobre Von Grunberg o la etnobotánica. La importancia de la película de Ciro Guera es que nos muestra la visión de los indígenas sobre lo extraño que nos veíamos los europeos en el Amazonas. Schultes, con todo lo que era amado por los indígenas, nunca dejó de ser una presencia extraña en sus vidas..
¿Está de acuerdo con algunas críticas que afirman que esta es una versión del “Buen Salvaje”?
La verdad yo considero que esas críticas son bastante tontas. Esta película interpreta un momento en la historia, en la que dos seres humanos se encuentran e interactúan (indígena y extranjero).
Por último ¿usted cree que el Abrazo de la Serpiente ganara el Oscar?
Tiene una competencia muy dura. Los Oscar son muy caprichosos. El año pasado el esposo de mi buena amiga Louise Leaky, tenía un documental fabuloso nominado para el Oscar. Se llamaba Virunga, era sobre los guardabosques que y a mí me gustó más que la película que ganó y él es un héroe en su trabajo. El documental se llamaba “Virunga”, y era sobre los guardabosques que cuidan de los Gorilas en el Congo.
¿Ganará el Oscar el Abrazo de la Serpiente? Esperemos que sí, pero aún si no gana no importará, ya que ha llegado muy lejos, y es extraordinario que cualquier película llegue a esa recta final como nominado. Es un logro tremendo para Ciro Guerra y su equipo el haber llegado allí, al igual que para Colombia y para la industria del cine colombiano. Así que, si no gana, solo tendremos que esperar al próximo año para que otra película colombiana llegue a triunfar.