Decía Cicerón: “un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma”; Kafka reflexionó: “la literatura es siempre una expedición a la verdad” y San Agustín enseñó: “cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros”. El mejor regalo que podemos dar sabemos que es un libro y el mejor consejo que se puede ofrecer a comienzos de este año esperanzador, es: ¡Lee! Aprender a disfrutar del arte de la palabra es un deseo encomiable para todos los ciudadanos de este país y del mundo, entre otras razones, por estas que quisiera poner a consideración.
Siendo la lectura un hábito no natural, requiere de un esfuerzo voluntario de días e incluso meses para adquirirse; desde luego, no se alcanzará si lo que leemos es un libro con estilo y temática poco interesante para nuestro gusto. Pero quienes leen modifican su cerebro al punto de aumentar las neuronas y las redes sinápticas, ellos experimentan una especie de realidad mental, puesto que las zonas del cerebro encargadas de la lectura se activan haciendo que el lector viva lo que lee, esto sucede ante todo con obras literarias que hacen de sus amantes gente emocionalmente más inteligente y empática.
Leyendo es como se puede aprender a hablar en público, en realidad es un ejercicio práctico para desarrollar habilidades comunicativas; quien poco habla, debe aumentar su nivel de lectura y verá cómo paulatinamente aprende a contactar con los demás. Según algunos estudios, la lectura se convierte en un predictor del éxito profesional de los universitarios, de tal manera que no debe ser vista únicamente como práctica que permite escapar de las tensiones diarias, sino que tiene altos beneficios para la salud, reduce el estrés si tan solo dedicamos diez minutos diarios a ella; disminuye el deterioro cognitivo postergando los efectos degenerativos de la demencia; mejora el sueño en tanto se haga lectura natural y no digital por cuanto la luz de los dispositivos reduce la producción de melatonina; por último, desarrolla la inteligencia, nos hace aumentar el vocabulario y hace de los niños personas con más habilidades que los que no han sido estimulados a través de su práctica.
Por todo esto, regalar un libro y leer mucho son el mejor deseo para este 2021, no solo para la persona que lidia con el Alzheimer sino para aquel que desea ser mejor; la imaginación, el entendimiento y la sensibilidad se expresan a través de la habilidad de adquirir y procesar información. Para los que no leen, la puerta de la curiosidad permanece vedada y son marginados por el conocimiento, mientras que aquellos que han adquirido el hábito lector usan la razón con frecuencia y aumentan su capacidad memorística; son personas que pueden desarrollar un pensamiento crítico y confianza para interactuar sin dependencias de campo.
Cuando entendamos que leer no es un martirio sino un maravilloso pasatiempo, habremos empezado a ganarle la batalla a la ignorancia y con ella, a la mayoría de los males de nuestra sociedad. Leer es una vía contra el aburrimiento, puesto que permite la construcción de otros mundos y explorar los recursos impensados de la imaginación, mejora la concentración y disminuye las tensiones emocionales. Es un vínculo real con la humanidad y con las formas de intimidad que albergan los argumentos posibles entre lectores. Hará que no nos sintamos lo suficientemente solos, quizá algo de eso signifique la expresión de San Agustín compartida al inicio.
Yo te invito a leer tanto como te sea posible para que digas como Vargas Llosa: “aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”.