De haberse aprobado la celebración del debate con el expresidente Uribe sobre la relación o vínculos suyos o de su gobierno con el paramilitarismo, no creo que habría mayores cambios o asuntos positivos que enmarcar.
En primer lugar, se recalca que resultaría algo ilusorio en la coyuntura política actual colombiana (siendo objetivos y razonables), llegar a pensar que un partido minoritario pueda ponerse frente a un personaje público (que fue presidente por escasos ocho años y hoy es senador) a que él pasivamente se sienta a oír el listado de cargos penales que puedan existir en contra suya, para verle de vuelta (el mismo día o días después) ofreciendo sus descargos o su defensa. Tal vez lo hubieran transmitido por televisión a las tres de la mañana y entre alarido y alarido uno llega más fácilmente al sueño.
Además, de aprobarse el debate, vale la pena anotar que tendríamos ya una fecha para su celebración, en diciembre finales o para dentro de tres años (con las celeridades del órgano legislativo uno nunca sabe…), debidamente difundida y publicitada y muy poco vista por la gente en donde Iván Cepeda o Claudia López piensan que lo encierran en las mentiras, mientras Uribe se defiende en bastante más de ciento cuarenta caracteres, y la verdad es que solo oiríamos gritos a la izquierda y gritos a la derecha, acusaciones mutuas de paramilitar con motosierra o de idiotas útiles de la guerrilla, junto a larguísimos discursos veintejulieros y extensas intervenciones de partidarios de lado y lado que no llegan a ningún Pereira.Y como simple observador, suelto la pregunta inocente: ¿habrá quien se aguante con emoción patriótica un debate político televisado, así sea tan prometedor como el que hablamos?
En fin, algo así como que lo que es del César, es del César; y lo que es de Dios, pues es de Dios. O zapatero a tus zapatos. Decenas de dichos que tenemos en nuestro idioma que nos indican que unas cosas deben ir por un carril, cuando otras por el otro. Y dudo mucho que un tema tan delicado como este, en donde se tratan asuntos de carácter eminentemente penal, se zanjaría con ocho horas de gritos.
Son otras entidades las que deberían tratar el asunto como algo propio de su competencia. Amanecerá y no veremos.
Merece resaltarse la inteligencia o perspicacia de Uribe al votar en favor dela celebración del debate. Muy democrática su posición, y todo queda claro cuando toda su bancada vota en contra. Y el Senado, por mayoría, vota en contra. Eso es, en últimas, lo que se llama democracia, ¿o no?
Claudia López, junto con varias ONG e investigadores, publicó en 2010 la obra Y refundaron la patria… De cómo mafiosos y políticos reconfiguraron el Estado colombiano. Quinientas veinticuatro inquietantes páginas que difícilmente pueden resumirse en un discurso suyo hoy como senadora.
Así como puede no tener sentido haber convocado en su momento al elefante y a Samper para que en una sesión del Senado le expliquen a un convocante cómo fue todo el cuento del vergonzoso ocho mil y de qué formas las mafias han entrado en su campaña. Hubiera dicho con chistes flojos que todo fue a sus espaldas y que ya ha sido debidamente juzgado y todos quedamos en las mismas. Tampoco se llega a nada y en estas nos podemos quedar eternidades hablando de todos y cada uno de los presidentes de este país y sus grandísimos errores en donde lo único que se va a oír son palabras, solo palabras, nada más que vacías palabras hiladas con babas unas a otras.
… y hablando de…
Maravilla el presidente Santos.
Ante un país que se va cayendo en pedacitos, que se desmorona al tocarlo, decide nombrar o designar a los mismos para las mismas con las mismas mañas de siempre.
De ministro del Interior designa a un tipo que lleva toda su vida de senador. Y Simoncito irá de ministro de algo. El revolcón, que llaman.
Aunque, para él, vamos de maravilla.
