Un cristiano en medio de las protestas

Un cristiano en medio de las protestas

"Nos convertimos en los bobos útiles de una secta política que solo usa el poder para beneficiarse a sí misma y que nos ha alimentado un sentimiento de superioridad moral"

Por: Alejandro Avellaneda
mayo 03, 2021
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Un cristiano en medio de las protestas

“Solo los tontos creen que política y religión no se discuten: es por eso que ladrones siguen en el poder y falsos profetas predicando”. Con tremenda frase atribuida al predicador inglés Charles Spurgeon (1834 – 1892) inicio esta sencilla pero humilde nota, no con el ánimo de creerme teólogo ni nada parecido, sino para darle un argumento tan sólido como me sea posible al par de conclusiones que líneas abajo me permito exponer con humildad.

Colombia permanece en crisis y eso todos lo sabemos, quizá estamos en un pico, pero realmente siempre lo hemos estado. Y como en toda crisis, hay quienes pierden y quienes ganan, con la guerra sucede lo mismo y es justamente por eso que junto a la prostitución y los estupefacientes, el derramamiento de sangre es históricamente la actividad más lucrativa conocida por la humanidad. Entonces encuentro aquí la justificación de este artículo, tras ver con horror la cantidad de atrocidades y sinsentidos que han ocurrido durante los últimos días en mi país y tratar de leer cuál es la posición de quienes nos autodenominamos cristianos frente a estos hechos.

Bien es sabido que el cristianismo se basa en las enseñanzas de Jesús de Nazareth y que está respaldado por el compendio que llamamos Biblia (que no es un libro sino un conjunto de por lo menos 66 diferentes libros), que dentro de los postulados base de nuestra creencia se encuentran valores tales como el perdón, la humildad y la reconciliación, resultando paradójico que hayan sido justamente muchos los creyentes que, bajo motivos respetables, pero totalmente cuestionables, hayan acudido en masa a las urnas para votar en contra del proceso de paz con la Farc hace unos años. Esgrimiendo argumentos tales como “delinquieron 60 años y ahora no van a pagar un día de cárcel” o “paz sí, pero no así”, se nos olvidó que la Biblia en la que creemos menciona que a nosotros también en un acto de gracia (regalo unilateral, no obtenido por mérito propio) nos fueron perdonadas todas nuestras transgresiones, se nos olvida que creemos que a través del sacrificio de Jesús en la cruz fuimos reconciliados con Dios y esto no es por obras sino porque a Él mismo le dio la gana de hacerlo. Entonces no seamos hipócritas y no pidamos para los demás una justicia de la cual nosotros mismos estamos escapando a través de esa amnistía inmerecida. “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:32). Ver también el sorprendente 1 Juan 2:2: “Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no solo por los nuestros sino por los de todo el mundo”.

Me sorprende igualmente que los cristianos (hablo en términos generales) estemos en contra del vandalismo y de las protestas basados en Romanos 13:1-7: “Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas...". El asunto es que sin saberlo, instigados por Arrázolas y otros mercachifles de la fe, nos ponemos una venda en los ojos o simplemente miramos para otro lado cuando esas instituciones son culpables de homicidios y masacres, cuando han participado en atrocidades como los falsos positivos y el desplazamiento forzado de millones de personas solo para beneficiar a unos terratenientes y señores de la guerra a los cuales posteriormente se les invita al púlpito a ganar votos (sí, hablo de ustedes señores del G12, Avivamiento y tantas otras). Se nos olvida que la misma Biblia denuncia tajantemente a los gobernantes que no practican la justicia como acá: “Tus gobernantes son rebeldes y compañeros de ladrones; cada uno ama el soborno y corre tras las dádivas. No defienden al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda” (Isaías 1:23). También dice claramente que “para los pobres, un gobernante malvado es tan peligroso como un león rugiente o un oso a punto de atacar. Un gobernante sin entendimiento oprimirá a su pueblo, pero el que odia la corrupción tendrá una larga vida” (Proverbios 28:15-16). Y solo por no hacer más extenso este texto, cito esta joya: “Pero ustedes deben hacer lo siguiente: digan la verdad unos a otros. En sus tribunales, pronuncien veredictos que sean justos y que conduzcan a la paz. No tramen el mal unos contra otros. Dejen de amar el decir mentiras y jurar que son verdad. Yo odio todas esas cosas, dice el Señor” (Zacarías 8:16-17).

Nos convertimos en los bobos útiles de una secta política que solo usa el poder para beneficiarse a sí misma y que con ese engañoso y anacrónico discurso terrorista (vamos a defender la familia, vamos a cuidar los valores, vamos a evitar que sus niños se pierdan, vamos a defendernos del comunismo ateo castrochavista y su rayo láser homosexualizador) nos ha alimentado un sentimiento de superioridad moral falsa y ridícula que nos ha convertido en justo lo opuesto a lo que estamos llamados a ser.

Así las cosas, como cristiano por convicción que soy, pero también como colombiano, como humano imperfecto y como libre pensador, mi conclusión es que quienes nos hacemos llamar seguidores de Jesús tenemos dos cosas que decirle al país abiertamente:

1. Gracias: gracias a aquellos que se atreven a salir a las calles a manifestar su inconformidad contra este gobierno indolente y desconectado de la realidad. Gracias por no quedarse callados ante la injusticia y ante el atropello. Gracias por tener los cojones de enfrentarse apenas con pancartas y banderas a gente que ostenta un poder político, militar y mediático infinitamente superior. Gracias por exponer su integridad ante una tanqueta o ante el arma de un agente del Esmad mientras que la mayoría de nosotros ni siquiera somos capaces de levantar una oración sincera por su bienestar. Yo no estoy respaldando los desmanes y daños a la propiedad que algunos cuantos hacen aprovechando la situación, pero sé que al país le cuesta mucho pero mucho más la corrupción y el tándem política-narcotráfico que unos vidrios rotos y unas paredes rayadas.

2. Perdón, perdón por años de juicio y de señalamiento, perdón a toda la comunidad LGBTI porque a nosotros nadie nos ha dado autoridad para decirles que se merecen el infierno o que nuestro Dios es solo nuestro y no de ustedes. Perdón a todo aquella persona a quien hemos juzgado por su apariencia física o por el simple hecho de pensar y actuar diferente a lo que nos imaginamos que debe ser lo correcto. Perdón por leer unos versículos y creer que tenemos la verdad absoluta siendo que a través de los siglos ni siquiera nosotros mismos hemos podido llegar a un consenso sobre nuestras propias creencias (de ahí que existan bautistas, reformados, pentecostales, carismáticos y tantas vertientes más) y sí nos atrevamos a condenar lo que ustedes hacen sin siquiera interesarnos por entenderlo. Perdón por oponernos tantas veces al cambio y al progreso de una nación que a gritos clama por justicia social y desarrollo. Perdón por crearnos un dios (sí, con minúsculas) a imagen y semejanza de nuestros sesgos inconscientes y por ser pésimos multiplicadores del perdón y la gracia que hemos recibido.

Con humildad y amor, un cristiano no religioso que ama a su país y que más que simplemente leer la Biblia, ha intentado entenderla.

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