Un credo para los que se resisten a este hegemónico gobierno

Un credo para los que se resisten a este hegemónico gobierno

"Creo en la JEP. Creo en las movilizaciones. Creo en el arte como transformación. Creo en el aborto. Creo en la dosis mínima. Creo en el matrimonio igualitario"

Por: John Jairo León Muñoz
mayo 24, 2019
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Un credo para los que se resisten a este hegemónico gobierno

—La guerra esté con vosotros— dice Uribe

—Y con tu espíritu— dice Duque.

—Levantemos el corazón— dice Uribe.

—Lo tenemos levantado hacia ti señor— dice Duque.

—Es justo y necesario— dicen al unísono, los discípulos y en el futuro santos y santas canonizados: Marta Lucía Ramírez, el fiscal Martínez, el ministro Carrasquilla, Paloma Valencia, José Obdulio, Sergio Fajardo, Peñalosa, Germán Vargas Lleras, Gurisatti, Luis Carlos Vélez y los demás colombianos que votaron por el no a la paz y dijeron sí a la guerra votando por este chiste de cuatro años llamado presidente.

Son tantos, tan temidos todos. Tan obtusos todos. Tan anacrónicos todos. Humanos al fin todos. Narcisos.

—¿Acabo la paz?— dice Duque.

—Acabe con el gustico— dice sonriente Uribe.

—¿Me opongo entonces?

—Objeciones a la paz a diestra y siniestra. O si no a la cárcel, usted, yo y todos los que estamos en esta secta.

En este diálogo se evidencia la relación de lealtad, de falta de ideas propias que han acompañado el mandato que el pueblo, sin memoria, le dio a Iván Duque, presidente de Colombia 2018-2022. Es como un ciego (Duque) se deja guiar por el Dios que ve (Uribe). Como un siervo (Uribe a través de Duque) guía a sus ovejas (pueblo manipulable y creyente de San Sarmiento y de San Tergiversación) a un barranco bien alto, para tirarlas y desbocarlas y mientras caen se vayan pulverizando los huesos, si así lo quiere. Todo dependerá de la fuerza del empujón. Oveja que no obedezca en esta vida, pues hay que obligarla a que salte y que Dios la perdone por ser contestataria. Si hay otra vida volverá en forma de polvo de techo de invasión de Medellín o de mierda de perro en una calle transitada de Barranquilla o de ceniza de cañal de Ardila Lule en el Valle del Cauca. Incluso, sobre la reencarnación ya nos deciden. Seguro que, si la hay, la otra vida, será más sangrienta que esta. Y así este pueblo carroñero no pregunta ni cómo desaparecieron las ovejas, ni por qué desaparecieron, ni si es necesario juzgar a quienes las hicieron saltar, ni si hay sobrevivientes que vengan a contar sobre la desaparición de las otras, ni qué se hizo con lo sensible de su lana, ni cómo se desapareció el sol de los venados que viene siendo el mismo de las ovejas, ni por qué se hace trizas la paz de unas ovejas, que es la misma paz nuestra, ni por qué humanos y animales somos tan distintos y tan iguales.

Peligrosa esta secta en la que caímos, un evangelio según el Tercer Reich, tecnologizado y modernizado, con herramientas de amedrentamiento más eficaces que en la segunda guerra mundial. Con salmos responsoriales: Le doy en la cara Marica. Los judíos errantes somos todos aquellos que alzamos la voz y protestamos por el derecho a tener derechos, que uno pensaba que había luchas que por más largas que fueron ya habían sido ganadas, pero no. Los derechos también se pierden y en este gobierno se pierden tan rápido, así como se esparce el humo: Se está yendo el derecho a una pensión que dignifique la apedreada existencia; se va yendo la hermandad con el país vecino Venezuela que nos lo presentan en forma de oxímoron, como ese amigo-enemigo al que a ratos nos hacen olvidar con fútbol y nos hacen recordar quemándole la comida humanitaria que les estamos ofreciendo. La contradicción vuelta cordón humanitario. Se pierde el derecho a la salud, a vivir de los ahorros con los que se está quedando este sistema. Se pierde el derecho a la educación que, con estudiantes, madres, padres, profesores, marchan, marchamos, todavía con fuerzas y con rabia exigiendo en alta voz: La educación para todos, pirobos. Nos están quitando la paz, el derecho a la reparación, a la justicia, a vivir en una sociedad sin tanta bomba. Quieren que sigamos en el mismo énfasis del presupuesto para la guerra y no pensar que nuestra discusión puede ser en torno al dinero para la educación, que es a su vez el dinero para la paz y la reconciliación.

…Y si usted está muy aletoso averiguando sobre el resurgimiento de los falsos positivos para el New York Times o es una marcha de protesta o un columnista o un congresista o un defensor de derechos humanos o un líder comunitario y está causando mucho problemita al patrón Duque, que es manejado por las manos sucias de Uribe, pues te vi, le mandamos, los que ya hemos vuelto a reclutar y a entrenar: nuestro ejército AUC, más fuerte y poderoso y creíble que las Fuerzas Armadas de Colombia. Y zas: desaparición como por arte de magia. También son magos en eso.

Muy pronto nos cambiarán la oración en la Iglesia, estas AUC, y objetarán el Padre Nuestro, y nos harán pedirle al altísimo del corazón grande y terminaremos rezando, sin preguntar, ni cuestionar sobre ese dios. Y lo haremos con miedo de la motosierra, del horno crematorio, de la chuzada de teléfono:

Padre Uribe que estás detrás de las fake news que emite Duque

Santificado sea tu corazón grande

Venga a nosotros tu reino antidemocrático

Hágase tu voluntad aquí en Colombia como en Venezuela

Danos hoy y siempre nuestro salario bien mínimo, de cada Día, nos lo merecemos

No perdones a los que nos ofendan como paracos y asesinos

Así como nosotros jamás perdonaremos a los petristas que nos ofenden

No nos dejes caer en el comunismo ni en la JEP

Y líbranos de la libre expresión y de la paz.. Amén… Amen a Uribe.

Será necesario una peregrinación de la resistencia: marchando, saltando, gritando y denunciando con rabia todo lo que nos quieren quitar. Oponiéndose a esta secta que mata la imaginación. Es raro que todavía marchemos en este país desmemoriado que es una parte de Colombia. ¿Qué otro tanto de cosas también hubiésemos perdido si no nos hubiésemos movilizado? Es raro que todavía haya fuerza y marchemos en este desierto tatacoesco que pronto nos dejaran hasta sin estrellas para mirar. En este cafetal que viola, mata y justifica la violación y la muerte y puede salir libre quien viola y volver a violar y matar. Es raro que aun así, esta tierra de marcianos que es Colombia, siga peleando por derechos humanos.

Pareciera que estuviéramos pidiendo esos derechos a gente de Marte, a gobernantes de Urano para que reivindiquen la humanidad en la Tierra. ¿Marchar para pedir derechos humanos en un planeta Tierra? supuestamente de humanos, gobernada por humanos, elegida por humanos, democratizada por humanos. Pero también asesinada, esta tierra, y las ideas y la libertad, por humanos. Pedir por la paz ¿Es normal eso? Y así se va volviendo normal que los negros marchen y pidan por su derecho humano a ser considerados como personas frente a otras personas que se creen más persona. ¿Es raro no? que los campesinos marchen por el derecho a tener tierra y que esa tierra no sea solo de un humano, sino que todos los humanos necesitamos tierra para cultivar la alimentación. ¿Es raro no? que las mujeres tienen derecho a trabajos dignos, tienen derecho a darle rumbo a este circo de animales en cautiverio llamado planeta y que su inteligencia nos muestre un camino que nos haga cuidar más la vida, que no son más que el cuidado del cuerpo, de los bosques, del agua, de los animales, del tiempo que se nos escapa, porque el hombre y su egocentrismo no pudo. ¿Es raro no? que los indígenas exijan respeto a sus concepciones espirituales y a preservar sus costumbres y su lengua y sus políticas de las que tenemos tanto que aprender en este país humano que primero mira cómo funcionan las leyes en Europa o en Estados Unidos para copiar esas leyes en Colombia. Leyes saqueadoras y usurpadoras. ¿Es raro no? que la comunidad LGBTI marche por el derecho humano a ser humanos y quererse y amar y adoptar hijos y tenerlos y quererlos y respetarlos y educarlos. ¿Es raro no? que los animales, a través del humano, tengan que pedirle al humano que los quiera, no los maltrate, no los encierre, que tengan derecho a ladrar y los gatos a maullar y los caballos a ser compañeros dignos de un hombre y una mujer. ¿Es raro no? que si pudieran marchar las plantas y el río y la tierra harían carteles que dijeran: no al glifosato, ni a la fracking, ni a la basura. No a la desaparición. Es absurdo todo esto de ganar derechos humanos en tierra de humanos.

Defendamos con ahínco, en esta tierra marciana, todo lo que nos siga dando argumentos y que a veces esta tierra de cafres nos hace dudar que efectivamente somos humanos. Esa conciencia nos la quieren quitar. Marchemos y que no se nos olvide marchar porque la revolución llegue al poder, es decir el conocimiento, las ideas libertarias que deben hacer de esta Colombia una tierra de todos. Una tierra en paz. Marchemos por abolir el discurso de la muerte, del odio. Marchemos por que la guerra tiene que ser de ideas y no de bala y no de falsos positivos y de miedo como nos lo han hecho saber que así gobiernan y así montan presidentes, uno detrás de otro, con camuflajes distintos como ha sucedido en Colombia los últimos años: tres personas distintas y una sola forma de gobernar —narcoestado— verdadera. Marchemos por que la poesía llegue al poder.

Llegó la hora de armar nuestro Credo que resiste a esta forma de gobierno hegemónica: Creo en Dios justicia, que no es más que las oraciones vueltas JEP (Justicia Especial para la Paz) y que es toda poderosa. Creo en las mujeres y su convicción de no tener hijos. Creo en nuestro señor Humanismo (hombre o mujer), que será concebido por obra de los votos libres, Presidente de Colombia en el 2022 y que fue crucificado, las pasadas elecciones, por el periodismo bélico de este país. Subirá a la presidencia y gobernará para izquierdas y derechas y medios y estará sentado o sentada con la Constitución del 91 para defenderlo. Juzgará a todo hampón y establecerá la verdad para vivos y muertos. Creo en otros argumentos de otros partidos, que ojalá se unan, en la comunión y unión de partidos políticos para la alcaldía de Bogotá y demás ciudades y pueblos de Colombia. Creo en Doris Salcedo y sus indagaciones sobre memoria y arte. Creo en el perdón y no en el olvido. Creo en la vida eterna de los artistas, en los hombres que saben que este país es de todos y de nadie. Creo en la JEP. Creo en las movilizaciones. Creo en los animales. Creo en el arte como forma de transformación. Creo en la duda. Le creo a los ojos de un animal que sufre y hago algo para quitarle sufrimiento. Creo en el aborto. Creo en la dosis mínima. Creo en el matrimonio igualitario. Creo en los indígenas, en los negros. Defiendo la opresión. Creo en la mujer. Creo en el hombre. Creo en el conocimiento como herramienta que transforma. Creo en las nubes, en la lluvia que habla y baila. Creo en la poesía al poder. Creo en el poder de la palabra. Creo en el amor a primera vista. Creo en el beso entre desconocidos. Creo en el cine, en la lectura. Creo en la vida que es a su vez la respiración, vuelta creatividad, vuelta pregunta, y que no es más que eso de pensarse otros mundos mejores y posibles. Creo en vos.

 

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