Los policías y militares que esta semana entran a custodiar a Bogotá están vestidos con la firma de Miguel Caballero. Bajo sus uniformes llevan los chalecos antibalas que este bogotano ha perfeccionado a lo largo de sus 30 años de experiencia, la misma que lo ha hecho ser elegido por presidentes, reyes, jeques y 21 ejércitos alrededor del mundo para que les diseñe y fabrique sus prendas blindadas.
Su historia como administrador de empresas no duró mucho. Los años lo graduaron de diseñador hasta que quedó bautizado como el ‘Armani’ de la ropa blindada. A la fecha tiene 37 presidentes en su lista de clientes VIP: las guayaberas de Rafael Correa de Ecuador; vestidos de gala a Mauricio Funes de El Salvador; unas cuantas camisas a Hugo Chávez de Venezuela y otras tantas a Álvaro Uribe. La lista de personalidades que usan sus prendas es casi interminable.
Durante la pandemia —como a casi todas las empresas— las ventas se le bajaron. De los casi 400 empleados que tenía, tuvo que reducir la planta en un 12% y volcarse a nuevas líneas de producción. Hoy está confeccionando tapabocas, caretas, geles y alcoholes. Reinventarse fue la frase de moda durante la pandemia y él también se reinventó.
La policía de Colombia fue uno de sus primeros y más fieles clientes. Luego de hacerse conocer empezó a licitar con el estado. Gracias a la fama de sus prendas para altos políticos y empresarios los demás gobiernos del mundo le abrieron sus puertas.
La empresa que lleva el mismo nombre de su dueño se fundó en 1.991. En una época en la que la violencia estaba desbordada en Colombia. Los grandes empresarios y políticos buscaban mayor protección y Miguel Caballero encontró allí un espacio que nadie en el mundo había llenado.
La compañía arrancó como un trabajo de grado. Para la época Miguel Caballero cursaba los últimos semestres de Administración de Empresas en la Universidad Los Andes. El propio dueño y gerente contó que la idea le surgió luego de dialogar con los escoltas de una de sus compañeras de clase quienes ejercían su trabajo sin prendas de protección. Fue allí cuando el diseño de ropa cotidiana pero blindada se metió en la cabeza de Miguel Caballero. Planteó el negocio como tesis y lo hizo realidad con 10 dólares que su mamá le prestó. Con la plata, que para el día de hoy son unos cien mil pesos, fabricó su primera chaqueta de cuero blindada. Pesaba siete kilos. Era rígida y estorbosa. Un par de meses después se la vendió a un empresario colombiano. Hoy la misma prenda pesa 1.2 kilos.
A los 13 años de fundada, la empresa tuvo que volver a empezar desde cero. Un mal divorcio le hizo perder lo que había construido hasta ese momento. Quedó en quiebra. Pocos años después conquistó mercados difíciles: llegó a Hong Kong, Londres, Dubai y México, donde debido a la alta demanda de sus productos, abrió una tienda que al día de hoy es uno de sus mejores puntos de venta. Treinta años después de haber arrancado hoy exporta a 52 países y todo lo fabrica en Colombia.
El catálogo de Miguel Caballero es extenso y variado. En ropa fabrica desde sencillas camisetas hasta estrambóticos gabanes, pasando por buzos, fracs, trajes de paño y chaquetas de cuero, que son las que más vende. También es un experto en trajes de seguridad para motociclistas.
Lo más económico que vende Miguel Caballero son las camisetas blindadas, cuestan dos millones de pesos. Lo más costoso son las prendas que le confecciona sobre medidas a los grandes personajes del mundo. Estas sobrepasan los 40 millones de pesos. Al año las fábricas de Miguel Caballero producen 100.000 chalecos antibalas, 15.000 prendas blindadas y 16.000 cascos.
Miguel siempre ha recalcado que él ni les vende a los bandidos ni trabaja para la guerra. Aunque su producto está relacionado con la violencia lo que él hace son prendas para salvar vidas y es lo que lo mantiene más orgulloso de su trabajo. Después de tres décadas de estar presente en el mercado no tiene competidor. Aunque han intentado copiarlo, Miguel Caballero sigue siendo el rey de la ropa blindada en Colombia y en el mundo.
A Bogotá llegaron 360 militares que apoyarán los patrullajes de la Policía en los puntos más calientes de la ciudad. El ministro de Defensa Diego Molano le metió mano a la seguridad de la capital después de que la alcaldesa Claudia López le pidiera ayuda al gobierno para enfrentar el problema. A Soacha también llegaron otros 240 militares, para completar el refuerzo de 500 uniformados. Las calles ahora están militarizadas y custodiadas por hombres y mujeres que tienen como única protección la ropa que Miguel Caballero ha confeccionado.
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