Los muchachos habían llegado de vacaciones ayer miércoles 16 de enero. Viajaron de diferentes puntos del país en donde habían pasado las fiestas de fin de año. A las nueve y media de la mañana estaban formados y listos para acompañar los nombramientos de nuevos compañeros que se vinculaban a la institución. Al mismo tiempo, se estaban entregando medallas y condecoraciones, algunas que habían quedado aplazadas desde el año pasado. El ambiente era de fiesta, y decenas de familiares esperaban impacientes para felicitar a los suyos. Entonces, el estallido ensordecedor y una bola de fuego y humo que se alzaba en el cielo los sorprendió a todos. La Escuela de Cadetes de la Policía General Francisco de Paula Santander, uno de los lugares más queridos de la institución, había sido golpeado. No fue al azar. La escuela es el corazón de los oficiales.
Desde hace un año, la cuarta general de tres soles en la historia del país asumió la dirección de la escuela. La Brigadier General Juliette Giomar Kure, una fusagasugueña reconocida dentro de la Policía por haber desmantelado más de cincuenta organizaciones criminales dedicadas a la falsificación de dineros y hoy conocida como la Cazadora de dólares, tomó las riendas pocos meses después de ser ascendida. Tuvo la desfortuna de tener que asumir lo que había pasado dentro de la institución que dirige, y ponerle la cara al presidente. Fue ella la primera que lo recibió cuando Duque aterrizó en helicóptero, después de cancelar el consejo de seguridad que adelantaba en la ciudad de Quibdó.
A principios de los años 40 una de las pocas profesiones a los que podía aspirar un joven pobre colombiano era la de ser policía. Era casi que la única forma de ascensión social que existía. En 1938 el presidente Alfonso López Pumarejo inauguró las instalaciones de lo que hoy es la General Santander, pero solo hasta el 21 de febrero de 1940 estructuró la institución y nombró al doctor Luis Andrés Gómez su primer director. Sin embargo, el 16 de mayo es la fundación oficial de la escuela. Hoy es un templo para la Policía Nacional, y de allí han surgido más de la mitad de los generales y oficiales más importantes de Colombia.
La escuela, un gigante de cincuenta y nueve hectáreas, ayudó a tecnificar a los policías nacionales. Los uniformados recibían clases de criminología, taquigrafía, y hasta de francés. En esa fecha, 1940, dos guardias civiles españoles viajaron hasta Colombia para asesorar y estructurar lo que, casi ocho décadas después, es el mayor referente educativo para la Policía Nacional.
La formación de los oficiales se demora mínimo tres años. Los que no tienen ningún estudio universitario reciben el grado oficial con especialidad en vigilancia, mientras que quienes decidieron estudiar una carrera dentro de la Policía, normalmente relacionada con investigación o administración, reciben le grado con la especialidad en logística.
Una camioneta Nissan Patrol del 93 llegó hasta la puerta sur de la escuela en horas de la mañana. José Aldemar Rojas, quien iba al frente del timón, sabía que era imposible que no lo detectaran. Cuando un oficial le pidió bajarse del vehículo, puso el pie en el acelerador, arrolló al policía que tenía al frente y se llevó por delante la talanquera de la entrada. Solo alcanzó a avanzar 200 metros, detrás de él venían otros tres policías corriendo para detenerlo. Se estrelló contra uno de los alojamientos femeninos de la escuela de formación. 80 kilos de pentolita explotaron inmediatamente y la camioneta voló 30 metros.
Poco a poco se va conociendo la lista de los jóvenes heridos y fallecidos que un atentado quiso cortarles su formación. Ya son 54 heridos y 10 los cadetes muertos en un ataque ejecutado con una brutalidad que ya se había desacostumbrado en Bogotá. Todos eran menores de 25 años.