Como individuos, simplemente pasamos y dejamos una ola de recuerdos que con el tiempo se desmantelan. Como colectividades, traspasamos la historia y hacemos eco en la única responsabilidad que tenemos con ella.
Bajo un hermoso y despejado cielo azul, típico de las tardes de verano en Montreal, el pasado 7 de agosto, como viene siendo ya costumbre desde hace dos años desde la posesión de Iván Duque, unas 100 personas, la mayoría pertenecientes a diversos movimientos de solidaridad con Colombia, nos reunimos en lo que denominamos un “evento político y cultural” en el emblemático parque Jeanne-Mance en la montaña de Mont-Royal.
Esta actividad fue propuesta por la Campaña “Lavemos las Manos Sucias de la Caja”, un colectivo nacido en Montreal, Quebec, que viene desarrollando hace dos años un trabajo de denuncia en contra del desastre humanitario y medioambiental ocasionado por el proyecto hidroeléctrico de HidroItuango de Empresas Públicas de Medellín en Antioquia, y que busca cortar la fuente de inversión de más de 300 millones de dólares por parte de la Caja de Pensiones de Québec en este proyecto. Buscando crear un espacio que combinara la resistencia, la memoria, el arte y la palabra, varios colectivos artísticos y políticos se unieron a la organización de la jornada, entre ellos el colectivo de mujeres Tribu, el colectivo Konfusion y Asocolom.
A partir de las 4 de la tarde, poco a poco fue llegando la gente. En un tendedero de ropa y sobre las estatuas del parque, se colgaron las pancartas en defensa de la vida de los líderes sociales en Colombia y a favor de la renta básica. Desde las estatuas, por las escaleras hacia la calle bajó una larga tela con los nombres de más de 400 de los líderes sociales asesinados desde la firma de los acuerdos de paz con las Farc en el 2016. Así todos, unidos por la memoria de nuestros muertos y desaparecidos, y contando con la participación de varias personas que han venido a Canadá como refugiadas y cuyas memorias han sido invisibilizadas, iniciamos esta protesta por medio del arte popular contra los dos primeros años de Iván Duque.
La tristeza por la realidad del país y la alegría que da la dignidad de la lucha de los pueblos por la vida se juntaron en una danza que solo saben bailar quienes tienen el alma rota por ese amor imposible de olvidar por más lejos que se esté: ese amor por un país que a veces da la impresión de que la única garantía es la muerte violenta. Y es que por fuera del país vivimos muchos colombianos que vivimos un doble un duelo: por estar lejos, y por las múltiples violencias que ocurren a diario en Colombia. Por eso hacemos hasta lo imposible por desarrollar la solidaridad con Colombia para decirles a las comunidades que más las sufren, que no están solas.
Varios transeúntes se sintieron interesados por lo que estaba pasando y algunos se unieron al evento. Con la presencia de muchas y muchos colombianos y solidarios con Colombia, entre otros, de Perú, Chile y Quebec, la actividad inició con la lectura de un comunicado a la opinión pública. Entre otras cosas, el comunicado buscaba denunciar las graves falencias del gobierno de Iván Duque, apoyar la campaña por la renta básica, así como la decisión de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, quien ordenó la detención de Álvaro Uribe.
El comunicado denunció, entre otras cosas:
- La postulación al cargo de embajador de Colombia en Canadá del exgerente de la EPM, Jorge Londoño, responsable del proyecto cuando ocurrió el daño e inundación causados en 2018 por Hidroituango.
- Las más de 40 masacres cometidas contra la población civil entre 2018 y 2020.
- El asesinato de 971 lideresas y líderes sociales desde la firma del acuerdo de paz, de los cuales 173 fueron asesinados en los 7 primeros meses de 2020.
- El asesinato de 215 desmovilizados de las Farc, quienes firmaron el acuerdo de paz en 2016, de los cuales 36 fueron asesinados en 2020.
- El desplazamiento forzado de 3.975 familias, que corresponden a 12.552 personas.
- La obstrucción a la implementación del histórico acuerdo final de paz con las Farc firmado en 2016, que buscaba garantizar el fin de la guerra en Colombia con justicia y equidad.
- La violencia sexual sistemática por parte las fuerzas armadas contra la población civil, en su mayoría contra las mujeres y las niñas.
- Las medidas autoritarias tomadas por el gobierno colombiano para manejar la pandemia, teniendo al país en un estado de sitio permanente, mientras se benefician los grandes grupos empresariales y banqueros, sin darle una protección real a los asalariados, campesinos, indígenas, afrodescendientes y desempleados. Por estas razones, exigimos una renta básica digna de forma inmediata, considerando que la medida del ingreso solidario de 57 dólares al mes es indignante y completamente insuficiente.
Luego de leer el comunicado, varias personas tomaron la palabra para proponer diferentes acciones, y, otros, para reivindicar a sus muertos. Fue una tarde llena de colores, guitarras, voces, canciones y puestas en escena que fueron ocupando el espacio. Mujeres y niñas usaron su corporalidad para denunciar las violencias sexuales por el Estado contra las mujeres y las niñas en Colombia. Se cantaron canciones tradicionales de diferentes regiones colombianas y latinoamericanas.
El acto principal consistió en una puesta en escena realizada por el colectivo de mujeres Tribu, que, combinando el teatro, el canto, el baile, vestidos tradicionales, fotos, y otros objetos, colgados en el tendedero de ropa, denunciaron los asesinatos de los líderes sociales en Colombia. Después, la gente siguió cantando y bailando. La gente bailó como si estuviera en Colombia, o, mejor dicho, estaba en la Colombia que vive por fuera del país. Hacia las ocho de la noche finalizó el evento, pero la alegría y la esperanza no se acabaron allí, ya que esto nos inspira a seguir trabajando, y este evento además de denunciar, se atrevió a recordar, a nombrar, a decirle al mundo que Colombia no es la democracia más consolidada del cono sur y que está lejos de serlo. Mostramos que por más que continúen cortando las flores jóvenes, no podrán acabar con la primavera.
A esta protesta debemos sumarle ahora dos nuevas masacres, en las cuales perdieron sus vidas 18 jóvenes en un fin de semana, sin recibir una respuesta adecuada por parte de las autoridades y del gobierno, que culpa al narcotráfico, propone como solución más militarización, sin dar soluciones preventivas, ni investigar las denuncias de alianzas entre grupos armados, políticos y autoridades locales para imponer control social, ni proponer medidas reales frente a una realidad en la que la multiplicación de los grupos armados está cobrando la vida de cientos de jóvenes de las clases populares. Mientras el gobierno de Duque se queda corto en las soluciones, la crisis se agrava con la pandemia.
Colombia está en el octavo puesto de contagio en el mundo y en el primero en el asesinato de lideres sociales en todo el hemisferio. El país no solo está en crisis, sino que también es una fuente histórica de saqueo de tipo mineral y energético, del cual Canadá se beneficia a través de une tratado libre comercio que no le da el valor necesario a los derechos humanos. De ahí también la importancia de las denuncias en el exterior.
