Si un extraterrestre nos observara ahora desde el espacio sideral y calificara nuestro comportamiento con el planeta y la relación entre nosotros, con seguridad debería concluir que la misión de la humanidad es la destrucción del planeta, antes de la anunciada extinción en el largo plazo del astro solar. Sin embargo, no siempre ha sido así, hemos tenido periodos en que los logros obtenidos han significado progreso y bienestar para los habitantes de la tierra.
No podemos olvidar que en nuestro camino, primero tuvimos que refugiarnos en las cavernas y sobrevivir con lo que la naturaleza en su generosidad nos proveía. El fuego fue una conquista enorme que nos facilitó una mejor condición de vida. Luego, la agricultura de alguna manera nos brindó la estabilidad, la independencia y la seguridad que requeríamos para explorar otros senderos. Tal vez en ese instante se dio inicio a lo que denominamos cultura: una acumulación de información que se traspasa de generación en generación y que hemos ido atesorando, librándonos de las tinieblas de la ignorancia.
Así como la selección natural preserva las variaciones favorables y destruye las desfavorables, lo que permitió el ascenso del hombre. Las sociedades avanzan porque una vez el modelo imperante ha cumplido su función de propiciar una relación que resuelva las necesidades materiales y espirituales de sus miembros, cuando esta misma llega a un punto en que se convierte en un obstáculo para solucionarlas, los cambios inevitablemente sobrevienen.
Todas las especies jugamos un papel en los ecosistemas y por ello nos adaptamos de diferente manera. Nuestros logros creando instrumentos para acceder a los recursos de la naturaleza, han sido claves para permitirnos ocupar los diversos ambientes que nos ofrece el globo terráqueo, tal parece que esa virtud terminara por llevarnos a otros espacios siderales, de otra manera no podremos sobrevivir.
La comprensión que empieza a vislumbrarse en las nuevas generaciones en relación con la iniquidad de la sociedad de consumo, de las enormes diferencias de clase, de la irracional sobreexplotación de los bienes no renovables, de las guerras como mecanismo de despojo, anuncia tiempos de cambio. A pesar del apego de unos pocos potentados al mundo que tenemos, la inteligencia social, la que nos ha permitido siempre preguntarnos cuál es el significado de nuestra existencia, nos conducirá a condiciones sociales superiores. Es algo que los Trump de la época no logran entender.