¡Un cambio es posible!

¡Un cambio es posible!

"Esta vez la perversa estrategia no prosperará, porque nadie quiere reelegir la continuidad de un gobierno títere"

Por: German Peña Cordoba
abril 15, 2021
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¡Un cambio es posible!
Foto: Twitter @Registraduria

¡Es ahora o nunca! A la hirsuta derecha colombiana le conviene que el aplazado cambio que a gritos exige Colombia se busque de forma violenta y no de manera pacífica en las urnas. No en vano, la violencia es el insumo básico que los sostiene y que inexorablemente necesitan para sobrevivir políticamente.

Como todo medicamento, la violencia es el principio activo que ejerce una función farmacológica y al mismo tiempo induce a la acción. Igualmente, es el fármaco que los ha sostenido durante largo tiempo y esta misma toma dos formas claras: verbal y física. Lo atrabiliario es la droga que alienta la polarización e incentiva la división, que tantos frutos rinde a quienes con este propósito logran eternizarse en el poder.

Como es una droga, todos los días salimos a tomar religiosamente el medicamento que nos proporciona los protervos noticieros que propugnan claramente por el autoritarismo en Colombia. Estos sesgados medios y su descaro hacen el papel de médicos que manejan la enfermedad. ¡Hay que verlos! La subjetividad con que actúan es evidente.

Indudablemente, Colombia es un país enfermo o sino cómo se explica el rechazo a vivir en paz. Fue increíble el espectáculo demencial del plebiscito, en el cual fueron miserablemente engañados muchas personas y fácilmente manipulados, tanto así que el director de campaña reconoció públicamente que: "había que llevarlos a las urnas emberracados".

En los anales de la historia quedará plasmado para siempre, aquel 2 de octubre del 2016, como un acto de suma irracionalidad, irresponsabilidad, incoherencia y pusilanimidad colectiva. Aunque no se alcance a imaginar, este negativo y vergonzoso hecho histórico ocasionó todo lo que hoy vivimos.

Sin embargo, la irracionalidad no paró allí. Posteriormente, se presentó una consulta anticorrupción y produjo otro hecho inverosímil: no fue votada masivamente y, en consecuencia, no se logró el umbral establecido. Pero la cosa tampoco paró allí, el error corrió, como los ríos se dirigen hacia el mar: se eligió para la presidencia la ineptitud, la incompetencia y la inexperiencia. Los resultados están a la vista de todos. Tres hechos tristes e inexplicables que deseamos no se repitan jamás.

No obstante, las cosas no se pueden resumir a la simpleza de una lucha entre la izquierda y la derecha. ¡Eso quisieran! Conviene un inmediato despertar, tomar conciencia de lo que somos y el lugar que ocupamos en un contexto social insano, desigual e inequitativo. Mientras no sepamos quiénes somos integralmente, no existe identidad y si no existe identidad, no existe dignidad.

El mayor éxito de la hirsuta derecha que hoy gobierna es cosechar adeptos y simpatizantes pobres atomizados. Entre menos formación, más tendencia a derechizarse. De hecho, se observan frecuentemente en las redes sociales fervientes oprimidos defendiendo a su opresor. En épocas de la esclavitud, existían esclavos que le besaban los pies a sus amos, hoy sin ninguna dignidad, la historia se repite con tintes de comedia (Tino Asprilla y un tal Polo Polo son dignos representantes de esa vergonzosa postura).

Para todo lo anterior conviene empaparnos de historia, porque vivimos atrapados en una distopía y un estado indeseable donde desconocer la historia te hace más feliz y te ubica en una zona de aparente comodidad, que los hace despreocupados y relajados, pero que más temprano que tarde les pasará factura.

Lo contrario es conocer la historia. Su conocimiento, así sea de manera superficial y no profunda, confrontará la realidad indeseada, con la estrategia de manipulación programada. Definitivamente la historia hay que conocerla para estar preparados en el momento de soslayar cualquier intento de manipulación colectiva. Pero uno de los inconvenientes mayores es superar la antropofagia que se devoran entre pensamientos probables, que se identifican plenamente en su ideología y por ende buscan un similar propósito común.

Hoy todo lo que sucede nos muestra una dirigencia farragosa, con pocas posibilidades de protegerse bajo un mismo paraguas. Los dirigentes políticos alternativos viven enfrentados en un tinglado de egos insuperables y el único que resulta paradójicamente ganador es aquel que precisamente se piensa combatir con las ideas y las propuestas.

Una batalla de ideas es por lo único que debemos propugnar para lograr un estado bienestar, que dé cumplimiento de los derechos sociales de todos sus habitantes. Es extraño todo esto, es el espectáculo vivo que complace a la derecha colombiana y esta que de boba no tiene un pelo, y capitaliza y saborea con suma alegría este estado de cosas.

El enfrentamiento entre probables es lo que disminuye las posibilidades futuras de un cambio tangible e irremediable. Con la violencia nace la manipulación, con ella se le hace el juego a quienes desean mantenerla incólume y perenne. Un robusto ejército con grandes inversiones en el campo militar, en menoscabo de la educación y la salud, busca deliberadamente internarse de nuevo y de lleno en una guerra fratricida, que hoy la gran mayoría de Colombianos rechaza.

Ellos no caen en cuenta que cualquier muerte será tomada como un "falso positivo", aumentándolos a 6.403. Tampoco que nadie quiere ver el Hospital Militar de nuevo lleno de heridos y mutilados; y que ya nadie quiere bombardeos, donde mueren niños inocentes. ¡¡Ya eso nadie lo quiere!! Queremos un ejército reducido en número, dedicado a la búsqueda de la paz y la concordia entre colombianos. Eso que se hace hoy es ya parte del pasado.

Quieren que el cambio se busque en forma violenta, para así eternizarse manipulando con el tema. Lo vemos y lo escuchamos todos los días: los amanuenses periodistas que claman por el obsoleto autoritarismo, usan la palabra "disidencias" de manera estratégica y utilitarista. Todos los días martillan con ella, para que no se les olvide que las Farc aún existen en el imaginario colectivo y de contera mentalmente se establezca que los acuerdos de paz fracasaron.

Buscan con afán algo que califique como enemigo interno y el elegido para el juego es Gustavo Petro. Buscarán con ello deliberadamente inflarlo en las fraudulentas encuestas, con la equivocada estrategia de inocular miedos, como arma de dominación política. Igualmente, el tema Venezuela saldrá nuevamente a la palestra para señalarnos que si un candidato alternativo gana las elecciones nos convertiremos en una nueva Venezuela.

Ya salió del horno el cantado nuevo terminacho: ¡petromadurismo!, ¡neocomunismo! Esta vez la perversa estrategia no prosperará, porque nadie quiere reelegir la continuidad de un gobierno títere, porque el cambio es ahora.

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