Mientras el pueblo venezolano literalmente se desangra, Maduro hace público un video donde se presenta bailando salsa. Esto ya es realmente demencial y demuestra hasta dónde puede llegar un personaje que nunca ha debido acceder al poder. Lo que sucede en Venezuela hoy, es el episodio final de décadas de un supuesto ideario político que olvidó las reglas de supervivencia, y más aún, de desarrollo de un país. Y es una dura lección para el resto de América Latina, que no quiere entender los claros mensajes que esta terrible situación de ese pueblo hermano, le está dando al resto del continente y al mundo.
El principio de esta crisis no se dio de la nada. Partidos políticos corruptos, que desatendieron por años y años a un pueblo de un país rico y que permitieron y convivieron mejor, con la indolencia y el egoísmo de los sectores poderosos de la sociedad, dieron paso al chavismo. Un pueblo necesitado y adolorido respondió rápidamente al populismo que, entre otras, les dio en principio, lo que la supuesta democracia anterior les había negado. Así nace ese fervor del pueblo que poco a poco se erosiona porque ese manejo del Estado olvidó reglas básicas, primero de la economía, y después de la misma democracia.
Casi se podría decir, con algunas diferencias, que el manejo de los partidos tradicionales ha sido la historia aún de la política en muchos de nuestros países. Algunos han contado con la suerte de tener algo de institucionalidad que ha impedido situaciones catastróficas, pero no hay más de un país que no viva con la crisis de un sistema político corrupto, aferrado al poder, sin el oxígeno necesario para seguir manejando estas sociedades de la manera tradicional-con una excepción, que podría ser Uruguay-. El ejercicio de la política está en crisis en el mundo, pero América Latina, lejos de ser la excepción, es uno de los casos críticos. Y muchos politiqueros no se han dado cuenta.
Lo que requiere Venezuela ya, es el apoyo a su pueblo en rebelión,
para volver a la democracia y tener en el poder gente sensata,
no personajes como Maduro
Claro que lo que requiere Venezuela ya, es el apoyo a su pueblo en rebelión, para volver a la democracia y tener en el poder gente sensata, no personajes como Maduro que ofenden de esa manera a una población con desesperación más que justificada. Pero además de expresiones de solidaridad, es evidente que se debe reflexionar sobre los antecedentes de esta terrible situación de nuestro país vecino para evitar caer en algo similar. El peligro no es el castrochavismo como anuncia Uribe y su combo, sino la corrupción, el oportunismo, la falta de patriotismo de nuestros dirigentes políticos, que le pueden abrir el camino a demagogos, incapaces, que ofrezcan lo que los supuestos sensatos nunca les dieron a las mayorías.
Esta reflexión no le ha pasado por la cabeza a esa oposición irracional que enfrentamos los colombianos, donde dos expresidentes de la República, que han gozado de todos los privilegios posibles en este país, han dado muestras de que, en aras de satisfacer sus egos, se llevan por delante el futuro del país mostrando su capacidad de generar noticias y encuentros que en realidad no lo fueron, pero que si causaron daño. No pueden ser esos los métodos que una sociedad necesita cuando por fin puede cerrar el capítulo de un conflicto armado que nació, así no se quiera aceptar, de la exclusión política y de la prepotencia de unas clases dirigentes que no se renuevan y que no han demostrado ningún grado de verdadera solidaridad con las mayorías. Solo responden con limosnas que nunca remplazaran el verdadero compromiso de hacer menos injusto este país.
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