Philip Nitschke, más conocido como el Doctor Muerte, es un referente en lo que a la eutanasia se refiere. De hecho, fue el primer médico en el mundo en ayudar a morir a un paciente bajo el amparo de la ley.
Ocurrió en Australia, en 1996, el año anterior se había aprobado la eutanasia voluntaria al norte del país. Un hombre, con un avanzado cáncer de próstata y más de 60 años, que no soportaba vivir más, le pidió que lo ayudara. El doctor, creyente de que “es una cuestión de derechos individuales” y que “las personas deberían ser capaces de elegir en libertad qué quieren hacer con su vida”, hizo su labor. Eso sí, tomando las precauciones necesarias y cumpliendo con los procedimientos requeridos. En el día elegido por el paciente, se aseguró de que este quisiera seguir adelante. Entonces, lo conectó a una máquina que le permitía empezar el proceso, solo debía presionar una tecla del computador portátil que se encontraba junto a su cama cuando se sintiera listo; al hacer esto, su cuerpo empezaría a recibir una dosis letal de barbitúricos que finalmente le quitarían la vida.
Aunque el Parlamento declaró ilegal la medida en 1997, tres personas más pudieron acogerse a ella, todos eran sus pacientes. Desde ese momento, se ha dedicado con más entereza a aconsejar y facilitar información a quienes desean morir dignamente. También, a defender su causa alrededor del mundo a través de su organización Exit International, formalmente conocida como Voluntary Euthanasia Research Foundation. Ahora ha dado un paso más en su lucha, desarrolló una máquina que le permite a quien la use quitarse la vida fácil y tranquilamente: The Sarco.
Esta es una cápsula autónoma imprimible en 3D, que solo se activa desde adentro (está hecha a prueba de asesinatos). Quien la use, solo debe ingresar en ella, sentarse, activar el botón y esperar a que la muerte llegue. Funciona de forma simple, libera una pequeña dosis de nitrógeno que tras un minuto lo deja inconsciente y luego de cinco, lo deja sin vida. Si quien la está usando se arrepiente en el proceso, puede hacerlo, tiene dos botones de emergencia que interrumpen el procedimiento.
De acuerdo con su inventor, los primeros planos de la máquina estarán disponibles para el público a principios de 2018, él simplemente colocará las instrucciones online para su impresión, así como el manual de uso. De ninguna manera participará en su operación, por lo que quien la use será responsable de todo el proceso. Sin embargo, para comprar los planos se exige que las personas tengan más de 50 años, la cual es una medida arbitraria, según Nitschke, que se vio forzada por la controversia que generó su idea.
Igualmente, se le realizará un examen previo a los compradores con el fin de saber si son mentalmente sanos o no y que también permitirá distinguir entre quienes realmente quieren acabar con su vida y quienes se lo plantean por situaciones que pueden distorsionar su juicio y voluntad, y pueden ser susceptibles de cambiar de opinión.
Al final, el doctor de la muerte solo quiere que quienes desean morir, independientemente de si están enfermos o no, puedan hacerlo de forma segura, no violenta, efectiva, sin dolor y rápida; evitando todos los riesgos que pueden implicar los métodos de suicidio tradicionales, los cuales muchas veces resultan mal y dejan secuelas de por vida. Aunque dice que "El argumento más común es que no existe tal cosa como un suicidio racional, y que el deseo de la muerte es, por definición, el resultado de una enfermedad psiquiátrica”, él lo rechaza. “El deseo de morir de alguien no debe ser tratado per se”, afirma.
Al final, como señala él, “si la vida es un regalo, tienes permitido entregarlo. De otro modo, ¿no es una carga antes que un regalo?".