En su corta vida política Maxwell Frost ha ganado dos campañas. La primera fue hace casi diez años, cuando a los 15 acababa de terminar su trabajo como voluntario en la campaña de reelección de Barack Obama y no quería perderse la segunda toma de posesión del presidente. La idea le llegó a través del desfile inaugural, porque se necesitaban grupos para el espectáculo. Esa era la oportunidad. Cómo no representar al centro de Florida con su grupo de salsa de nueve compañeros estudiantes que se llamaba “Seguro que Sí”. El grupo y los USD 13.000 que parecían inalcanzables lograron un milagro de tesón.
Y ese invernal lunes 21 de enero de 2013, allí estaba Frost en la posesión con sus timbales a la cabeza de un desfile de abrigos negros y pañuelos rojos. Cuando el presidente y la primera dama escucharon el grupo se levantaron de sus asientos para bailar. Esa fue para Frost, la gran revelación de la fuerza del activismo. “Un grupo de adolescentes y yo llevamos nuestro grupo a Washington, e hicimos bailar al presidente. Siempre tuve ideas locas. A veces funcionan. Otras no”.
Esta vez volvieron a funcionar. Su segunda hazaña política marca la historia en la vida el joven afrocubano. Ganó su escaño en el Distrito 10 de Florida con el 59 % de los votos, frente a Calvin Wimbish, un republicano de 72 años y ex boina verde, que trabajó en operaciones de inteligencia en Irak y quien se describió como un candidato "cristiano, conservador y constitucionalista''.
Frost, el primer representante de la Generación Z en un Congreso de baby boomers
A los pocos minutos de la victoria de Frost, su celebración en Twitter estaba recibiendo un respaldo desenfrenado. Su juventud era un hito. La mayoría de los representantes en el Congreso son de la generación del baby boom rondando los 70 años, y milenials que solo son el 6 %. Los miembros más antiguos de la Generación Z nacieron en 1997, y solo ahora han sido elegibles para postularse, porque la edad mínima para presentarse a la Cámara es 25 años.
La victoria del joven que para cuadrar el fin de mes trabaja en Uber, no fue inesperada. Las encuestas lo daban triunfador “sobrado”, y su candidatura tenía dos componentes ganadores: postulación por un distrito 10 de Florida, tradicionalmente liberal, y una campaña con todos los ingredientes que atraen a los demócratas jóvenes: violencia armada, cambio climático, derecho al aborto y atención médica ampliada.
Su bandera más conocida es el control de armas. Después del tiroteo en la escuela de Sandy Hook en 2012, en el que un joven mató a 20 niños y seis adultos, Frost fundó una organización para luchar contra la violencia de armas, porque tal como le dijo al New York Times hace unos meses, provenía de una generación "que ha pasado por más simulacros de tiroteos masivos que de incendios"
Su rival, Calvin Wimbish, republicano de 72 años, ex boina verde
En Florida están presentes el de la escuela Marjory Stoneman Douglas en Parkland (donde un joven asesinó a 14 estudiantes y tres empleados, en 2018) y el tiroteo en Pulse, el club nocturno gay de Orlando (donde un hombre mató a 49 personas, en 2016). Su estrellato político llegó cuando fue director nacional de organización de March for Our Lives (el grupo formado por supervivientes de Parkland). Como diputado luchará para prohibirlas, y desmantelar la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).
En el Partido Demócrata ha hecho su vida política. Trabajó para la Unión Americana de Libertades Civiles (Aclu, por sus siglas en inglés) y en 2018, se puso del lado de la aprobación de la enmienda que devolvió el derecho al voto a 1,5 millones de habitantes de Florida con condenas penales. Fue Voluntario en las campañas de Clinton y Berni Sanders, y en la reelección de Obama. Sus apoyos políticos los encabeza Sanders y el PAC Congressional Progressive Caucus, que lucha por una reforma de las armas y el derecho al aborto.
Su madre adoptiva llegó a Estados Unidos en un Vuelo de la Libertad desde Cuba; su padre adoptivo, de Kansas, que era un percusionista “afiebrado” le regaló la batería. “Cuando me mostró la maravilla del arte, la música y la cultura, me cambió la vida, me abrió los ojos a la importancia de ser vulnerable y lo que significa permitir que el arte te haga vulnerable”, dice. Vive con su novia y hermana en un piso de alquiler y antes de conseguirlo le tocó vivir un mes entre el auto, porque era época de pandemia y no pudo regresar a su casa con su abuela de 97 años. Por eso dice conocer bien la crisis de la vivienda.
Gran parte de su campaña la hizo en la Universidad Florida Central que tiene 70.000 estudiantes, con los voluntarios de “Las noches de Frost” para pedir el voto puerta a puerta. Y sortear el mito de la juventud. “Nos hemos acostumbrado a pensar que los políticos se deben comportar de cierta forma. Por eso bailé en el escenario después de mi discurso. Yo soy tú, y tú eres yo; soy una pieza pequeña en un rompecabezas”. Una pequeña pieza que hará parte de un gran centro del poder, el Congreso de Estados Unidos.