El último eslabón del mayor ataque terrorista en la historia de los Estados Unidos, hasta el 11 de septiembre, fue una maleta sin pasajero que se cargó en un vuelo de Malta, archipiélago al sur de Italia, para luego ser embarcada en el Aeropuerto Heathrow de Londres en el vuelo 103 de Pan Am que hacía el trayecto Frankfurt, Alemania- Detroit, EE.UU.
A bordo iban 259 personas, 189 estadounidenses y el resto de 21 países; faltaban cuatro días para Navidad; la mayoría estaba vacacionando; decenas de estudiantes de la Universidad de Syracuse regresaban después de estudiar en el extranjero; los esperaban en casa.
El Jumbo Boeing 747, provisto de tanques que transportan 100 toneladas de combustible para aviones, volaba a una altura de 31,000 pies sobre Lockerbie, Escocia. La maleta de Malta que no había sido sometida al protocolo de seguridad que hoy en día se ejerce sobre el equipaje, explotó en el aire. Las alas del avión, los tanques, el fuselaje trasero y el tren de aterrizaje terciaron hacia el vecindario Sherwood Crescent de Lockerbie, originando un cráter de más de 150 pies de profundidad. “El cono de la nariz aterrizó a unas pocas millas de distancia en un campo frente a una iglesia”. Al alrededor del vecindario se creyó que se trataba de un sismo. En Sherwood Crescent, fallecieron instantáneamente 11 residentes.
“Era temprano en la noche. En muchos hogares, los platos de la cena habían sido retirados, los televisores estaban sintonizados en This Is Your Life y los padres envolvían los regalos”, señala el FBI.
Las pesquisas apuntan a dos oficiales de inteligencia libios, que fueron acusados del atentado y juzgados por un tribunal escocés especial; empero “la investigación, tanto del FBI como de la Policía de Escocia, sigue abierta y activa”.
La Oficina Federal de Investigación, FBI, ha puntualizado que el bombardeo, se cree fue llevado a cabo en represalia por las acciones de Estados Unidos contra el entonces dictador libio Muammar Gaddafi.
En relación con este “odioso ataque”, el director del FBI, Christopher Wray, puntualizó que “Las ruedas de la justicia giran lentamente, pero muelen extremadamente bien”.