Yo creo que el ministro de Defensa Diego Molano es lo que los psicoanalistas llamarían “un emergente de grupo”, porque le da voz al inconsciente colectivo. Lo hizo cuando declaró que Irán era enemigo de Colombia y lo volvió a hacer cuando dijo que Rusia estaba apoyando militarmente los supuestos ataques de Venezuela a nuestro país. Ambas declaraciones fueron desmentidas o matizadas tanto por el presidente Duque como por su ministra de Relaciones Exteriores Martha Lucía Ramírez. Pero siguen allí, como expresión del sedimento que produce en la conciencia colectiva la labor cotidiana de los media colombianos que son fieles a la agenda informativa elaborada por Washington. Cuyo propósito, como bien se sabe, es convencer a su audiencia de que tuvieron y tienen toda la razón el gobierno y el congreso de dicho país declarando a Rusia y China enemigos mortales a los que hay que abatir por todos los medios posibles. La estrategia empleada es la de inflar cualquier información referida a los atropellos, las carencias, los defectos o los errores cometidos por los gobernantes de dichos países , al tiempo que se ocultan, omiten, minimizan o disculpan los cometidos por los gobernantes de la primera potencia militar del mundo.
De allí que no sorprenda que sea tan nutrida la legión de colombianos que, gracias a ese fino trabajo de zapa, aceptan como auténticas verdades que Irán es enemigo de Colombia, que Rusia está detrás de los pretendidos ataques de Venezuela y que condenen con una vehemencia conmovedora la invasión rusa de Ucrania y que aplaudan e incluso exijan las más drásticas sanciones a esa gran potencia. Su completo aislamiento internacional. ¿Qué otra cosa podría pensar y desear un público al que le han escamoteado por años toda la información sobre lo que estaba pasando en Ucrania desde el golpe de Estado de 2014, sobre el papel crucial en la promoción del mismo jugado por Victoria Nuland y el entonces vicepresidente Joe Biden?
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Legión de colombianos aceptan como auténticas verdades que Irán es enemigo de Colombia, que Rusia está detrás de los pretendidos ataques de Venezuela y condenen con vehemencia la invasión rusa de Ucrania
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Un público que ignora, por qué no se lo han informado, la existencia de los Acuerdos de Minsk que en 2015 intentaron poner fin a la grave crisis nacional desencadenada por el gobierno de los golpistas decretando el cese de los combates, proponiendo la concesión de la autonomía de las regiones ruso parlantes de Dombás como alternativa a su independencia y atribuyendo a Alemania y a Francia el papel de garantes de los mismos. Por no informar nuestros medios hegemónicos no informaron que el Volodímir Zelenzki, el actual presidente de Ucrania, decidió hace poco desconocer dichos acuerdos, ya no solo en los hechos sino también en las palabras, mientras Alemania y Francia hacen mutis por el foro desentendiéndose de sus obligaciones como garantes de los mismos. Quizás si lo hubiera sabido nuestro público habrían entendido las razones por las que el parlamento ruso aprobó hace dos semanas una resolución exigiendo el reconocimiento de la independencia de las repúblicas de Donest y Lugansk y el presidente Vladimir Putin aceptó la petición de ambas de ayuda militar urgente.
Yo comparto la opinión de dos parlamentarios comunistas de Rusia de que Putin se extralimitó porque, en vez de reducir la intervención militar a garantizar la independencia de las dos repúblicas ruso parlante, la amplió indebidamente con bombardeos en el resto de Ucrania. Esta decisión transformó una operación militar encuadrada en el derecho internacional en la invasión de un país soberano, que exige su condena desde el punto de vista de este derecho. Y le da la razón a quienes como yo protestamos por ella. Pero no a quienes, con los Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, están promoviendo una batería de sanciones a Rusia que pretenden su completo aislamiento internacional y que equivalen a una declaración de guerra. La que vendría ser la más apabullante de “las guerras de cuarta generación” teorizada por los estrategas posmodernos. Es cierto que tanto el uno como la otra tienen suficiente poder para imponerlas pero las dos carecen de autoridad moral para hacerlo. Porque Estados Unidos ha violado el derecho internacional invadiendo Afganistán, Irak, Siria y Libia sin que la Unión Europea se le pasara siquiera por la cabeza imponerle la más mínima sanción. Por favor, que no vengan ahora a darnos lecciones de moral ni mucho menos pretendan sumarnos a su guerra.