De Ubú Rey a Maduro Rey

De Ubú Rey a Maduro Rey

Si Nicolás Maduro al menos viera un poco más allá de su espeso bigote, vería lo que al parecer no vieron venir Calígula en Roma y Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana

Por: JOSÉ PASTOR PÉREZ CASTRO
agosto 10, 2017
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De Ubú Rey a Maduro Rey
Foto: AFP

Nicolás I será el nombre de su rey. Uno que no se diferencia mucho del fatídico personaje de caricatura de Alfred Jarry, el genial escritor francés que vislumbró a Maduro más de un siglo antes. Gordo, arrogante y egocéntrico, Ubú es famoso por el dibujo de una espiral en su barriga que describía simbólicamente su megalomanía. Sin embargo también describe otra cosa; la espiral de violencia que desata contra sus opositores. Una espiral demasiado parecida al agua (o la sangre) que se va por un sifón que se consume. Venezuela era la pequeña Venecia  y de a pocos se está vaciando.

Si Nicolás leyera un poco de literatura sabría que Ubú terminó exiliado. Se fue por barco. (Qué extraño. Recordé el viejo verso: “De la Habana viene un barco cargado de…”). No. No se irá en barco pero si terminará en la Habana rumiando desgracias. Si Nicolás leyera historia sabría que el otro Nicolás, El zar ruso, cayó fusilado hace exactamente cien años, víctima de sus políticas necias y de sus desatinos.  Si Nicolás escuchara buena música, escucharía una canción de Charly García: “Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario o no”. Pero sabemos que Nicolás nunca fue bueno para el estudio. Parece que apenas se graduó de bachiller y que terminó siendo conductor de transporte público. Pero es que conducir un autobús no es lo mismo que conducir un estado.

Si Nicolás Maduro al menos viera un poco más allá de su espeso bigote, vería lo que al parecer no vieron venir Calígula en Roma, Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, Muamar El Gadaffi en Libia, Sadam Hussein en Irak, o ese otro Nicolás, Nicolás Ceaucescu, el dictador rumano del que hablaba al comienzo de este escrito. Aquel cuya paranoia se hizo realidad cuando después del hartazgo al que llegó el pueblo a causa de su exacerbado culto a la personalidad y después de  malversar la economía de su país hasta llevarlo al hambre, terminó acribillado contra un muro por su propia tropa. Un muro que es hoy  un vulgar sitio turístico, como lo son las cámaras de gas en Polonia, los alistamientos de esclavos en África occidental, el coliseo romano en Italia o la finca de Pablo Escobar en Colombia. Tanto lugar de infamia en el que tomarse una selfie.

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