El conflicto entre taxistas y conductores de Uber parece no tener fin, en especial cuando el Estado y sus entes reguladores ofrecen soluciones irrisorias que no terminan por resolver nada, o simplemente miran hacia el otro lado esperando que el conflicto termine entre bolillazos de policía, crucetazos de taxista y subversión en los conductores de Uber.
La policía afirma que Uber es sinónimo de piratería, y en cuanto encuentren uno de sus móviles, será inmediatamente inmovilizado y multado. Se habla de perfiles falsos dentro de la aplicación como "Erica", los cuales son usados por las autoridades para atraer conductores hacia un retén donde les espera su correspondiente sanción. Pero el juego del gato y el ratón no ha dado buenos frutos, ya que son muchos más los conductores que ingresan que los que dejan de circular.
Los taxistas, desde su violencia organizada, han tratado de hacer lo mismo, con el argumento bandera de que Uber es ilegal. Sin embargo, ¿no es irónico que los taxistas hablen de legalidad?. Tanto el Decreto 172 de 2001 como su complemento, el Decreto 1047 de 2014 son suficientemente específicos en las obligaciones tanto de empresas de taxis como sus conductores. Ni los artículos referentes a las tarifas, a las tarjetas de operación, el buen funcionamiento de los taxímetros, la calidad del servicio, la obligatoriedad de la prestación del servicio al público (como su nombre "servicio público" lo indica), el correcto funcionamiento del vehículo o la aptitud integral del conductor, entre otros, se cumplen en una alarmante cantidad de ejemplos. A diario las redes sociales se inundan de videos de taxistas golpeando personas, ofreciendo un pésimo servicio, amenazando usuarios y gritando frases como "Yo hago con mi carro lo que se me da la gana", "Yo soy el que maneja, no usted", "Por allá no voy" y tantas otras en el repertorio.
Por su parte, los conductores de Uber (no sin un gran riesgo) son los que más han sacado provecho de tan traumática situación, pues de no haber necesidad de un mejor servicio, porque el actual fuese suficientemente bueno, no habría demanda. Ser usuario de Uber se convirtió en una tendencia, en un símbolo de protesta de los usuarios, una demostración de que los monopolios en sus malas decisiones crean un hueco en el mercado que el más vivo puede aprovechar para llenar sus bolsillos. Uber recientemente fue condecorada como la mejor empresa emergente y ya opera en una lista casi interminable de ciudades. Se ha hecho una gigante, gracias a la necesidad de un mejor servicio y una mejor y más controlada tarifa. Pero, ¿Es del todo apropiado beneficiar a una empresa extranjera que venga a manejar la movilidad de la ciudad evadiendo cupos, impuestos y muchos requerimientos para el transporte público de personas?
Entonces uno se pregunta ¿Y si el taxi ofreciera un mejor servicio que Uber, no dejaría de existir dicha plataforma, al menos en nuestro país?
Pero llegar allí es muy complicado, puesto que en Colombia, ser taxista se convirtió en la solución fácil al desempleo, al que no pudo o quiso estudiar, al ladrón que se le ocurrió la idea de no robar en la calle sino manejando un carro, a la alternativa del empleado que han despedido de varios lugares de trabajo por acoso sexual, abuso de drogas, malas relaciones personales, entre muchas otras razones. Es triste decirlo, pero los que nos conducen por los recovecos y vericuetos de nuestras ciudades, en una gran parte, son los que la sociedad dejó de últimas y los que en todos los demás lados tienen las puertas cerradas. Sin duda alguna, todos tenemos derecho a trabajar, pero tenemos obligaciones: con la sociedad, con nuestros empleadores, y con los que están a nuestro cargo.
Asimismo las empresas empleadoras de taxistas comparten una gran tajada de la culpa, por los paupérrimos controles que hacen sobre los vehículos y sus conductores, la facilidad que es sacar un "pase" para manejar taxi, el tarjetón y un carro alquilado para aventarse al camino sin experiencia ni conocimiento a transportar vidas humanas.
Sin excusa, el modelo de taxismo en Colombia necesita cambiar, y como se ha fundamentado la filosofía del cambio, en las últimas décadas especialmente, la educación es la base fundamental del mismo.
Trístemente vemos cómo el SENA dentro de su portafolio de carreras contiene unas de casi nula salida laboral, capacitando no empresarios sino mano de obra barata y es usado por muchos jóvenes como la excusa a no hacer nada, cuando debería estar capacitando a los que tienen nuestras vidas en sus manos a la vez que empuñan el volante de un taxi.
Todos los taxistas debiesen ser educados en geolocalización, administración empresarial, ética y valores, inglés, mecánica general, electricidad automotriz, normas viales, conducción en situaciones de riesgo, entre otras muchas materias.
La solución al conflicto está lejos de ser simplemente la salida definitiva de Uber de Colombia, puesto que quedaríamos de nuevo en manos del pésimo servicio amarillo, entonces quizás la mejor salida fuera la educación, ya que no sólo representaría un cambio esperanzador en la mentalidad de los conductores y su estilo de vida, sino que también cerraría las puertas a quienes ven en el Taxismo la oportunidad de no estudiar, robar desde la "legalidad" o no buscar trabajo.
Hay que mencionar que muchos taxistas son personas muy honradas, llenas de integridad y ganas de emprender, pero lastimosamente parecen ser una minoría.
Por último reitero, ¿Si los taxis ofrecieran un mucho mejor servicio, quién abordaría un Uber?