Los mercados y las formas de consumir de los ciudadanos están cambiando; la globalización está generando nuevos hábitos de mercado y por supuesto de consumo. Todo esto produce efectos colaterales y unas resistencias por parte de quienes ven una amenaza para sus tradicionales métodos comerciales.
El mercado digital es el nuevo protagonista de las economías colaborativas, esta es entonces la era dos punto cero (2.0); pero también hay que decir que esta es la generación de la transformación y/o cambio digital, la cual se ve abocada a grandes desafíos, que a simple vista pueden ser fáciles de superar, pero en la práctica han resultado bastante complejos.
Uber no solo es una plataforma digital, también es una empresa “digital” de transporte, cuya regulación y control por parte del Estado es confusa, debido a que es un nuevo actor en el mercado mundial y los entes de control no tienen la claridad jurídica para reglamentarlo. Para el caso de nuestro país se afirma desde el Ministerio de Transporte que quien debe afinar dicha reglamentación es el Ministerio de las Tics; pero desde las Tics manifiestan que al ser un servicio público de transporte quien debe intervenir es Mintransporte. Es ese precisamente uno de los grandes desafíos para las autoridades: establecer bajo qué frente se debe atacar este nuevo desafió comercial. A simple vista podría verse que es fácil controlar o reglamentar estas nuevas economías, pero Colombia debe mirar hacia al mundo globalizado y tomar referencia sobre cómo están actuando otras naciones sobre el particular.
Uber no funciona como empresa de transporte y no suministra dicho servicio, Uber es una plataforma tecnológica que enlaza a las personas con conductores, con un valor agregado y es que con tu celular puedes disponer de un GPS en donde monitorear el recorrido, te muestra la tarifa y permite cobrar al pasajero, haciendo más seguro y confiable el viaje.
Por lo anterior sus opositores manifiestan que debe existir una regulación y además que si esta no va conforme a lo que tradicionalmente se viene manejando y se permite la operación de Uber como viene haciéndose hasta el momento, estarían vulnerando su derecho a la igualdad, alegando que las condiciones, restricciones y normas de circulación que deben cumplir los taxistas no afectan a los carros de Uber. El gremio fundamenta su molestia en que quien quiera comprar un taxi debe obtener un cupo, que equivale al derecho de circulación y en Colombia podría llegar a costar hasta 95 millones de pesos, dependiendo de la urgencia con la que se quiera empezar a trabajar. Además de esto, hay que sumarle el valor del carro, las pólizas, impuestos, seguros, afiliación a empresa de taxis, etc. Lo anterior sin olvidar que la mayoría de los conductores de taxis no son propietarios y deben cumplir con cuotas fijas que algunos días es casi imposible conseguir, ya que hay que ponerle gasolina y lavar el carro.
Expuestas las razones del gremio de taxistas, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca tiene en su poder una demanda en la que deberá decidir si bloquea la plataforma o le da la oportunidad a la economía digital. Por su parte el Ministerio de las TICS es muy claro en su punto de vista, ya que piensa que el Tribunal no debe bloquear la aplicación de Uber y basa su posición en el llamado “principio de la neutralidad de la red” que existe en Colombia desde el año 2009 y consiste en impulsar a cualquier persona que quiera innovar a través de internet y promover una empresa mediante las nuevas tecnologías, a menos que hayan sido prohibidas por el Congreso de la República, como lo son los casos de juegos de azar y pornografía infantil. Por su parte, el Ministerio de Transporte discrepa con Mintic y emitió un decreto donde dice que “las empresas interesadas en prestar el servicio de lujo deberán obtener habilitación para empresas nuevas o modificar su habilitación a empresas en servicio. Básicamente, Uber debe convertirse en una empresa de transporte que cumpla los parámetros establecidos por el Gobierno.”
Por ahora será el Tribunal quien decida la suerte de Uber y por consiguiente la de las demás plataformas que funcionan de manera similar. Ojalá la decisión sea la mejor tanto para los conductores y los usuarios.
Sin embargo, el problema y la crisis de los taxis parece que no es de Uber, sino de ellos mismos; pero sea esta la oportunidad para que la nueva competencia que hoy los acecha los haga tomar nuevos hábitos que les permitan generar servicios competentes y de calidad. Asimismo, que sea una situación que le permita al Estado encontrar las herramientas jurídicas para reglamentar estos nuevos actores en los mercados comerciales, que ponen al país en una órbita de cambio digital con la posibilidad de mejorar los ingresos tributarios al fisco.
Luego de toda la discusión jurídica y moral sobre el pleito entre Uber y taxistas cabe resaltar que los más beneficiados con el funcionamiento de Uber actualmente son los usuarios; su reglamentación tendría un efecto positivo en el servicio, pues mejoraría el tema de seguridad para los pasajeros y conductores. Por otro lado, los gremios de taxistas estarían obligados a prestar un servicio de calidad, sin preocupaciones de competencia desleal. Esperamos que la respuesta del tribunal sea la más objetiva y sobre todo que sea en beneficio de los usuarios que al fin de cuenta serían los más afectados en caso de un posible bloqueo de la plataforma.
Es una realidad que los mercados cambian al ritmo de los avances tecnológicos y esto conlleva a que el Estado legisle sobre tendencias. Tal vez la falta de claridad y reglamentación es la que ha generado brotes de violencia debido a la amenaza que siente el transporte tradicional y es entendible, pues se estima que en Colombia una mancha amarilla de 48.000 taxis recorren las vías y se calcula que aproximadamente 800.000 conductores de taxi tienen el sustento de sus familias en este oficio.
A gran escala, los taxis son un dinamizador de la economía de país y se urge una claridad sobre la legalidad de la llegada de los nuevos actores para generar la armonía que requiere un servicio tan esencial en la vida cotidiana de los ciudadanos como lo es transporte; transporte que un pasado se denominaba de lujo.
Uber y taxis en un futuro muy cercano deberán compartir la misma torta del mercado, pero también en igualdad de condiciones frente a los costos de producción.