El periodista Felipe Zuleta Lleras cerró su perfil de Twitter el pasado lunes argumentado que la red social era una alcantarilla y una cloaca y que se había cansado de los insultos de algunos tuiteros.
Leí el reportaje que le hizo la Revista Semana en el que sostiene además que la cuenta en la red social del pajarito azul es como la casa de uno. Cada quien deja entrar al que quiere y al que no, pues no le da el ingreso, y punto. Y menos si de antemano se sabe que va a vomitarse sobre el tapete.
Al leer la nota periodística y aquellas palabras, por poco llego a la conclusión de que el periodista Felipe Zuleta Lleras había vivido, durante su estancia en Twitter, en una alcantarilla o cloaca.
Muchos nos hemos equivocado al considerar a Twitter como una plaza de debate digital, el ágora de los antiguos griegos, o el Senado de la vieja Roma de Julio César, porque no es así.
La configuración técnica de las redes sociales digitales en general y de Twitter en particular no propician el debate. No son para eso.
La red social del pajarito azul tan solo permite publicar 140 caractereres, es decir, apenas se debe publicar una oración gramatical omitiendo algunas letras. Y la cuestión es más complicada en español, un idioma que parece el más locuaz e impreciso del mundo, pero que es nuestro destino, al decir de Jorge Luis Borges.
Otra cuestión que me hace creer que las redes sociales no son para debatir es el hecho de que la mayoría de los usuarios no saben escuchar, leer ni mucho menos escribir, pero no son analfabetos electrónicos.
Tanto en las redes sociales como en la vida real, todo el mundo está publicando o hablando todo el tiempo sin tan siquiera detenerse un segundo a leer lo que publican o dicen sus seguidores o interlocutores.
Acaso este fenómeno se deba a que la gente tiene mucho qué decir y no ha sido escuchada.
La mayoría de los usuarios de las redes sociales nunca va a publicar en la revista Science, en el New York Times, El País de España, El Tiempo de Bogotá, en El Espectador ni jamás serán panelistas en Blu Radio como lo es el periodista Felipe Zuleta Lleras.
El profesor Alfredo Serrano Mancilla ha dicho algo muy atinado en Twitter. Ha trinado él que cuando comienzan los insultos se acaba el debate. También ha tuiteado que el insulto es un atajo para no seguir debatiendo.
Yo pienso que para debatir se puede prescindir de argumentos, pero no así del respeto.
Sin embargo, yo seguiré pensando hasta que se demuestre lo contrario que Twitter no es para debatir, sino para agitar, para hacer propaganda.
Yo no defiendo esta postura, es una explicación de la nataruleza de las redes sociales. Explicar no es justificar.
También pienso que mucha gente provocadora está a la caza de discusiones inútiles para que los demás se rebajen a su nivel de estolidez.
Y como Mark Twain yo recomiendo no debatir con idiotas, porque lograrán rebajarnos a su nivel y ya allí nos ganarán por su sobrada experiencia en ser lo que son.
El debate sobre de qué son las redes sociales sigue abierto.