Twitter: cloaca digital y hogar del primer tuitero nacional

X Colombia (antes Twitter), la cloaca digital y hogar virtual del primer tuitero de la nación: Petro

Twitter es el coliseo romano del linchamiento digital. Y su fauna es variada, pero con algo en común: nadie se disculpa a no ser que se lo ordene un juez

Por: Mateo Duarte del Castillo
septiembre 27, 2024
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X Colombia (antes Twitter), la cloaca digital y hogar virtual del primer tuitero de la nación: Petro

Tola y Maruja escribieron hace un tiempo que en Twitter “solo sobrevive gente inteligente”, y César Betancourt (@yopucheros), el escritor de Rigo, la novela, dijo en una entrevista que esa red social “es llena de gente que solo está ahí para devastar lo que sea”.

Las dos cosas son ciertas y tristes también, y divertidas, mejor dicho, es gente que vive pendiente rondando en círculos pacientemente como buitres a ver quién la embarra con una opinión, foto o confesión para caerle encima como hienas (la famosa funasión) y hasta que no dejan la presa con el hueso limpio no quedan tranquilos.

Al principio es divertido porque los apuntes o tuits sí parecen provenir de gente con un humor más allá de lo negro y eso implica tener cierta inteligencia, pero si se observan un poco mejor los perfiles no hay fotos ni nombres reales de esa gente, y claro, si se trata de un ecosistema salvaje, donde el que dé papaya muere, no van a mostrar muy seguramente que son feos(as) o tienen nombres folclóricos en la cédula; hay que protegerse, entonces usan por ejemplo nicknames o alias de comida colombiana, changua, fritanga o de enfermedades sexuales y de fotos algún dictador famoso.

Entonces viene la parte triste del asunto, si es gente supuestamente inteligente, ¿qué carajos hacen ahí rondando y esperando? Deberían estar haciendo shows de stand up, o escribiendo libros o prediciendo cifras económicas con modelos matemáticos: no, es gente común y corriente a la que probablemente la sociedad les dio una patada en el culo y andan buscando cómo desquitarse, y encontraron en X su hábitat ideal.

Ah, sí cualquier desprevenido se atreve a criticar, opinar o tan siquiera preguntar porque todo lo terminan explicando con un meme de los Simpsons... mala suerte, se arrojarán sobre él o ella como un enjambre de pirañas, la idolatría por Homero y su familia debería ser objeto de estudio por parte de psicólogos.

Ahora tenemos la parte del poder en esa red social: senadores, exministros, líderes de opinión e influencers de derecha e izquierda se mueven ahí básicamente para lo mismo que los arriba mencionados, para agarrarse como perros y gatos con sus contradictores.

Si se quiere ser testigo de primera mano de la polarización que vivimos, Twitter es el coliseo romano del linchamiento digital. Hace poco le sacaron la piedra al exministro Rudolf Hommes y terminó respondiendo como un vulgar tuitero, divertidísimo y vergonzoso a la vez.

O está Luis Carlos Vélez, despotricando y menospreciando la COP16 dizque porque simple y llanamente la organiza gente de este Gobierno. Así de minúsculo, básico y mandadero de la oposición es ese señor.

Y también está Anita Bejarano, el epítome, el culmen del bienpensantismo cool del Rosario, la que nunca se equivoca en sus opiniones porque es preparadísima e inteligentísima y el resto son unos machi-progre-medio-zambos que no entienden la profundidad de sus columnas. Ajá, discúlpanos, Ana.

La fauna entonces es variada, pero tienen algo en común, todos creen tener la razón en sus opiniones, nadie se retracta o se disculpa a no ser que se los ordene un juez previa demanda por injuria y calumnia.

Entonces llegamos finalmente al que tiene más seguidores, Gustavo Francisco Petro Urrego, el primer tuitero de la nación. A corte del 6 de junio de este año el presidente desde que se posesionó ha escrito más de 12.000 tuits, más o menos 550 por mes y en un solo día ha llegado a postear 125 veces, le han dicho en todos los idiomas y tonos posibles que suelte ese celular, pero él hace exactamente todo lo contrario, ya muchos se rindieron y aceptaron que es su estilo de gobernar, yo creo que si de verdad es adicto a algo no es al trago ni a la cocaína como nos quieren hacer ver, es a Twitter.

En varios discursos en plaza pública Petro ha dicho que detesta “los fríos pasillos y salones del palacio presidencial”, tal vez su manera de abstraerse de ese entorno donde se siente incómodo es el mundo virtual.

-Laurita (Sarabia), por favor no me pases llamadas ni me metas gente al despacho en las próximas dos horas.

-Presidente, en media hora es la reunión con los cacaoteros del Huila

- Laura ¿usted qué parte de no me molesten no entendió?

-Presidente son las 3, ¿al menos ya almorzó?

-Silencio…

Laura piensa: Carajo, a poner la cara otra vez con excusas mientras el señorito tuitea dos horas.

Hay publicaciones de Petro con perfecta ortografía, enumerando logros de su gobierno: 1.600.000 personas lograron salir de la pobreza, 0% de inflación; así debería ser, pero otros tantos caen en fake news y algunos parecen sacados de la serie de Netflix Bebé Reno, escritos de afán y con la cabeza caliente. En fin...

El insulto de moda ahora en X entre periodistas e influencers petristas es "bodeguero", se lo dicen unos a otros como si fuera un juego de ping pong usando hashtags y tratando de ponerlos como tendencia, el periodista publica una noticia y de ahí en adelante se vuelve un toma y dame de “opiniones”: Wally y Levy hacen videos sobre eso, el periodista se defiende y así hasta que vuelve a pasar lo mismo con otra noticia y el ciclo se repite.

¿Y Facebook? Solo sirve para recordar cumpleaños de gente, hacer historias con mascotas, opinar obviedades y tusas amorosas con poemas sobre todo cuando la poetisa Alejandra Pizarnik cumple años de fallecimiento, (¿Quién les hizo tanto daño?) vayan a terapia por favor.

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