Turismo de naturaleza y aventura: un sector que crece sin parar en Colombia

Turismo de naturaleza y aventura: un sector que crece sin parar en Colombia

El turismo de naturaleza es un sector de rápido crecimiento. según Cifras de Parques Nacionales Naturales para 2022, se registraron 1,43 millones de visitantes

Por: John Jairo Diaz Arciniegas
febrero 05, 2024
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Turismo de naturaleza y aventura: un sector que crece sin parar en Colombia

El turismo de naturaleza y aventura es un sector de rápido crecimiento tanto en Colombia como en el mundo. Según un informe de Grand View Research este renglón en el mundo alcanzó ganancias por 208.63 mil millones de dólares en 2022 y se proyecta que llegue a 665.20 mil millones de dólares para 2030, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 15.2%.

Esta tendencia al alza se refleja también en Colombia en donde según Cifras de Parques Nacionales Naturales, para 2010 hubo un total de 681.010 visitantes y para 2022, se registraron 1,43 millones, registrándose un aumento del 110%.

El turismo de naturaleza, que invita a la exploración de parajes vírgenes y a la conexión profunda con el entorno natural, se enfrenta a una amenaza creciente y preocupante: el cambio climático. Este fenómeno global, caracterizado por el aumento de temperaturas, alteraciones en los patrones climáticos y la intensificación de fenómenos meteorológicos extremos, está teniendo un impacto directo y devastador en los ecosistemas que sirven de escenario para estas actividades turísticas.

Entre las manifestaciones más alarmantes de este impacto se encuentran los recientes incendios forestales, las altas temperaturas y las prolongadas temporadas secas, fenómenos que no solo devastan la flora y fauna locales, sino que también comprometen la viabilidad y sostenibilidad del turismo en entornos naturales.

Los incendios forestales, cuya frecuencia e intensidad se han visto exacerbadas en estos últimos años en nuestro país por el cambio climático, representan una destrucción inmediata y a menudo irreparable del hábitat natural. Estos eventos no solo consumen vastas áreas de bosques, sino que también afectan la calidad del aire, la biodiversidad y la belleza escénica de los lugares, elementos cruciales para la atracción turística. La pérdida de estos recursos naturales representa no solo un golpe ecológico, sino también cultural y económico para las comunidades que dependen del turismo como fuente de ingresos. Además, la recuperación de estas áreas puede llevar décadas, durante las cuales la oferta turística se ve significativamente mermada.

Por otro lado, las temporadas secas prolongadas, otro síntoma del cambio climático, comprometen la disponibilidad de recursos hídricos esenciales para la supervivencia de los ecosistemas y, por ende, para la práctica de actividades turísticas relacionadas como el rafting en nuestro hermoso Río Fonce en San Gil, Santander conocido como la Capital Turística de Santander y la meca del turismo de aventura en Colombia. La escasez de agua no solo afecta la flora y fauna, sino que también limita las actividades turísticas relacionadas, como es el caso del hotelería y la gastronomía, lo cual afecta la experiencia del visitante y puede impactar la atractividad de los destinos.

Ante este escenario, resulta crucial que los gobiernos implementen políticas públicas enfocadas en el uso responsable de los recursos. Es esencial actualizar los Planes Básicos de Ordenamiento Territorial (PBOT), reforzar los comités de gestión del riesgo y asignar una importancia primordial al aspecto ambiental y de conservación dentro de los planes de desarrollo a nivel local y regional. Además, se debe incentivar la asociatividad en diversos niveles para maximizar la eficiencia en la utilización de recursos y la unificación de esfuerzos.

Asimismo, es indispensable que la industria turística adopte una postura proactiva, no solo en la mitigación de su propia huella ambiental, sino también en la promoción de prácticas de conservación y restauración ecológica. Es imperativo fomentar un turismo responsable que contribuya a la preservación de los entornos naturales y que, a su vez, sensibilice a la comunidad receptora y a los viajeros sobre la importancia de proteger nuestro planeta.

Igualmente, es pertinente que desde la sociedad civil (colegios, universidades, ONG, juntas de acción comunal, asociaciones, ciudadanos interesados) nos apropiemos de los recursos, convoquemos y apoyemos masivamente programas y estrategias de conservación y estemos atentos a las acciones de los gobiernos y actores privados.

En conclusión, el turismo de aventura, ecoturismo y el turismo de naturaleza se encuentra en una encrucijada crítica frente al cambio climático. Los recientes desastres ambientales no son más que ejemplos de cómo este fenómeno global amenaza con transformar y, en muchos casos, destruir los recursos de que este sector depende. La respuesta a esta crisis debe ser colectiva e integral, abarcando desde la acción climática global hasta prácticas turísticas locales sostenibles y un compromiso conjunto de la sociedad que asegure a las generaciones futuras poder disfrutar de la belleza y la emoción que ofrece la naturaleza.

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