Tunja es reconocida por ser una ciudad colonial, con todo lo que ello implica: una simbiosis entre las instituciones eclesiales, gubernamentales y militares. Por otra parte, durante dos siglos se ha ufanado de que en su territorio se gestó una aparente batalla que dio lugar a la independencia de los españoles.
Durante muchos años, en Tunja solo sucedía lo que dice uno de los personajes de la escuela de música de Pablo Montoya (lugar en donde se desarrolla la obra): “Aquí no hay mayor cosa que ver. Solo iglesias y conventos, y aguzar el oído para escuchar chismes que provienen de los tiempos coloniales”.
No obstante, en las últimas décadas, Tunja se ha renovado un poco. Universidades distintas a las nacientes en el departamento han llegado a la ciudad. Así mismo, ha crecido en términos de comercio; varios centros comerciales han arribado a la pequeña urbe. También se ha incrementado el número de viviendas en algunos sectores. Ahora se ven edificios residenciales que le dan cierto tinte de ciudad a la capital de Boyacá.
Lo anterior, como se ha dicho, ha dinamizado un poco la vida de Tunja. Sin embargo, es la ciudad internacional del hueco. Difícilmente se encuentra una vía en la que no haya grietas que conducen a “los sótanos del infierno” y en donde el asfalto se encuentre en buenas condiciones.
Tal es el caso de la avenida Universitaria, que se supone que ha de ser la vía más innovadora de la ciudad debido a que conduce a los nuevos centros comerciales, a restaurantes, a clínicas y a las universidades. Recientemente, conté más de 40 huecos en la mencionada avenida, la cual, hay que decir, no es nada larga, tan solo un par de kilómetros. Estoy seguro de que pude contar más, pero me aburrí de sobremanera.
Los huecos en la vía no son solamente un problema estético; también representan un inconveniente de seguridad vial, pues los carriles son angostos y en muchos casos, los conductores o tienen que esquivarlos haciendo una maniobra peligrosa o tienen que pasar sobre ellos, con el riesgo de dañar el vehículo o de enfrentar un posible accidente, dado que el carro se puede desestabilizar y terminar en una catástrofe.
Por otra parte, la situación, para el caso de esta avenida, también abre un interrogante. Si este es el sector con mayor inversión en la ciudad, ¿cómo estarán los otros sectores de la capital boyacense? Por lo visto, abandonados.
Bien es cierto que, en el último año y medio, las autoridades que gobiernan la urbe han estado preocupadas por atender la emergencia sanitaria. De cualquier modo, no se pueden olvidar de sus otras funciones, que para este caso consiste en hacer un trabajo que permita el arreglo de las vías y su mantenimiento.
Afortunadamente, quienes habitan en Tunja son personas prudentes a la hora de conducir y de cumplir las normas de tránsito. Seguro que ello ha evitado accidentes debido a la precariedad de la malla vial. Aun así, se le hace un llamado a las autoridades locales para que no se aprovechen de la buena conducta de sus ciudadanos, ¿o es que acaso necesitan muertos en la vía para empezar a tomar medidas?
