Al presidente Santos ya se le ha vuelto costumbre alcahuetear a los ladrones de Cartagena, de la misma manera como lo hizo con Transcaribe. El 20 de Abril vino una vez más junto con su ministra de Transporte a inaugurar, con bombos y platillos, otra nueva obra desperfecta e inconclusa. Se trata del Túnel de Crespo el cual manifestó haberlo hecho con mucho amor y mucho cariño, pues solo fue cuestión de días para que esta mega obra terminara siendo una mega vergüenza.
Aunque desde los inicios de su construcción generó polémica, fue después de casi dos años de retraso de entrega, bajo la excusa de que la obra estaba siendo mejorada en algunas fallas, que los cartageneros vimos que no mejoró en lo absoluto. Están las inundaciones como el problema más común de la ciudad. Y lo peor, tampoco se previno que al estar tan cerca del mar, la filtración de agua pudiera ser un problema. En fin, cuando llegó la primera prueba para la obra, salió a luz el esperpento que se construyó, aunque estéticamente muy bonito.
¿A lo hecho, pecho? En este país, asumir la responsabilidad se ha vuelto cosa de fantasía. Tirarse la pelotica hasta que los ciudadanos se cansen y miren hacia otro lado es el método, como está ocurriendo. Ya el gobierno se la lanzó a la empresa de alcantarillado y esta se la lanzó al Consorcio de la Vía al Mar, que la devolvió. Y así sucesivamente.
El túnel se cerró para ser intervenido nuevamente, y para sorpresa de todos, después de años de avance en la ingeniería, la intervención hecha resultó ser la más avanzada que un albañil sin ningún tipo de estudios en ingeniería pudiese construir. Esta vez ni siquiera pudieron hacer el esperpento estéticamente bien. En fin. La lluvia volvió y el túnel se volvió a filtrar de agua, a lo que el consorcio ha respondido descaradamente que las filtraciones no generan ningún riesgo en las estructuras del túnel, por lo que se puede decir que, al igual que la improvisación de Transcaribe, las fallas en las estructuras y los inconclusos megacolegios, ahora los cartageneros tendremos que tragarnos una vez más el sapo del Túnel de Crespo, del cual, igual que todos los anteriores, el presidente ha sido cómplice.