Indignante que el senador Uribe publique en su cuenta de Twitter “Si la autoridad, serena, firme y con criterio social implica una masacre es porque del otro lado hay violencia y terror más que protesta”. Su respuesta ante la W radio es que nosotros en Colombia malinterpretamos sus palabras y que en ningún momento estaba incitando a la violencia.
Sin embargo, para muchos colombianos es claro que las palabras del senador son una justificación al proyecto paramilitar que cometió 1.116 masacres en nuestro país, en el cual la Seguridad Democrática incentivó la violación de los DD. HH. En el gobierno del expresidente se asesinaron miles de jóvenes inocentes, que fueron vestidos de guerrilleros y presentados por el mismo Álvaro Uribe Vélez como victorias. En su mandato se cometieron masacres que quedaron en la impunidad total. Un fallo del Tribunal de Justicia y Paz de Medellín compulsó copias a la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes para que iniciara un proceso de investigación al senador Uribe por la masacre ocurrida en el corregimiento el Aro, municipio de Ituango, el 22 de octubre de 1997, en donde 15 campesinos fueron asesinados por las Autodefensas.
Entendemos entonces que la publicación en Twitter justifica la autoridad que ejercía el Ejército Nacional en alianza con los paramilitares para recuperar el dominio de los territorios en donde habitaban las guerrillas, y con ello las múltiples violaciones de derechos humanos que cometieron paramilitares, policías y soldados en el país.
Los comandantes paramilitares confesaron miles de asesinatos y crímenes en Justicia y Paz. En otro país hubieran sido tratados como monstruos, pero acá siguen siendo señores respetables y muy importantes hacendados. Los hijos de Mancuso participan de torneos de tiro en Montería y se rodean con la alta sociedad de la costa caribe. A Botalón lo tuvieron que volver a capturar porque salió de la cárcel para nuevamente ser amo y señor en el Magdalena Medio. A Jaime Garzón lo mataron por supuestamente cobrar comisiones al ELN por intermediaciones en la liberación de secuestrados. Mintieron, mienten y seguirán mintiendo. Por eso es tan grave enunciar que “del otro lado hay violencia y terror”, pues esa frase justifica acciones pasadas, presentes y futuras en contra de la movilización social en Colombia. Queda muy claro en los testimonios del paramilitarismo que su aliado más importante siempre fue la fuerza pública.
Según cifras del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el marco del conflicto armado en Colombia se cometieron 1.982 masacres, de las cuales 1.116 fueron cometidas por paramilitares. Nuestro país tiene la vergüenza de hablar de 5.712,506 desplazados, 27.023 secuestros, 150.000 asesinatos selectivos, más de 25.000 desaparecidos y 1.754 víctimas de violencia sexual.
Todos en Colombia somos responsables de lo sucedido, por acción o por omisión, a conciencia o sin saberlo, pero somos responsables. La violencia no es culpa única de quien la ejerce sino también de quien la ve y calla.
Las palabras siempre serán insuficientes para describir el dolor y el terror que han tenido que vivir las víctimas del conflicto armado colombiano. La paz comienza por el reconocimiento de las víctimas como seres humanos que sienten, sueñan, hablan, recuerdan, trabajan, aman y tienen la capacidad de enfrentar su historia para salir adelante en el lugar que sea, y en las circunstancias que ese país de cultura paramilitar y mafiosa les dejó.
En definitiva, la publicación del senador fue irresponsable, indolente y una muestra clara de sus posiciones cada vez menos democráticas. El expresidente niega los conflictos para no tener que responder por su participación en la violencia de Colombia. Está en contra de la JEP porque le tiene miedo a la verdad y no le importan los millones de familias que han sido afectadas por sus decisiones guerreristas en la política.