El personaje pensará y los lectores también, que no se me ocurre otra cosa, que estoy ensañado con él, o que no tengo tema distinto a criticar columnas de Fernando Londoño Hoyos quien, dicho sea de paso, sí escribe mucho, sobre todo lo que se le ocurre para criticar al gobierno de Juan Manuel Santos. Porque hace pocas semanas me fui en contra de su escrito titulado “Lo que Juanpa se llevó”. Y creo que le desbaraté toda su “argumentación”. Luego, contra otro que dice “Sin darnos cuenta, nos arruinó Juanpa”, más inverosímil todavía. Cuál de los dos con razonamientos más arrevesados. Como para engañar bobitos. Y hay muchos temas sobre los cuales es interesante y útil divulgar ideas diversas pero, saltan a veces liebres como esas, engañosas y torcidas que con mucha facilidad pueden ser desvirtuadas y es importante hacerlo.
Pero a veces la misma madriguera alberga diferentes razas o variedades de conejos como su más reciente columna en la cual, bajo el título de “El Gobierno sí derrotó a la guerrilla” y como una muy amable carta de respuesta a Carlos Alberto Montaner “con admiración y afecto”, se inventa su propia historia de los movimientos guerrilleros de Colombia, con unos saltos y unas torceduras que solo son creíbles como instrumentos deliberadamente fabricados, amañados y acomodados para hacerle creer que las cosas sucedieron como él las cuenta, a las generaciones que no vivieron o no habían alcanzado su uso de razón cuando sucedieron. Para ver esa distorsión basta con leer que pone a nacer las Farc como en los años 80, cuando todos sabemos que llevan casi sesenta años de lucha. Y todo para justificar su afirmación —lejana de la verdad— de que “El nuestro no es un problema político. Es cuestión de narcotráfico”. Y a su vez conducente a justificar el apoyo a los paramilitares y desconocer o negar cualquier responsabilidad de tanta que tiene la sociedad colombiana en las causas del conflicto, despojando a las Farc de las nobles causas que las llevaron a levantarse en armas. La misma barbaridad de todo el uribismo, tratando de socavar más y más el piso a las negociaciones de La Habana. Algo parecido a lo que hizo y fue la causa de su echada de El Tiempo. Y muy parecido a lo que dice todos los días en su Hora de la Mentira, como debería llamarse su programa radial. Qué vergüenza y qué dolor que exista gente así.
