"Tú no eres negro. Tú eres morenito": otro cumplido racista

"Tú no eres negro. Tú eres morenito": el racismo estructural detrás de un «cumplido»

Quise dar de comer a un indigente. “¿Usted le va a dar comida al negro ese?”. A lo que respondí: "Mi papá es negro como él". "Pero usted no es negro, es morenito..."

Por: Andrés Felipe Cassiani Cuadro*
mayo 31, 2024
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Cuando llegué a Bogotá hace dos años, me recibió una ciudad inmensa en muchos sentidos, empezando por las infraestructuras de las carreteras y edificios. Recuerdo que lo primero que pensé fue que había una cantidad absurda de puentes y que sería difícil aprenderme las rutas para ir al trabajo, para visitar a un amigo o para salir a hacer alguna diligencia. Yo llegaba de Cartagena, una ciudad turística por excelencia que no posee más de un millón de habitantes frente a los más de 10 millones que tiene Bogotá. Vine a esta ciudad a estudiar y a trabajar. Hace 6 meses me gradué de la Maestría en Gestión Cultural y sigo trabajando para una Organización de Cooperación Internacional sin ánimo de lucro. 

Es cierto que Bogotá tiene su lado difícil para todos; sin embargo, es mucho peor para las personas negras. Las formas en las que se vive la discriminación acá son muchas, sobre todo porque son pequeñas, son cotidianas: en los cafés, en los centros comerciales, en la fila del banco, etc. De esto la gente dice que se ha hablado mucho. Yo creo que no ha sido suficiente, pero no voy a ilustrar todas las posibilidades en las que el microrracismo se manifiesta en la capital colombiana, sino que voy a describir el peor episodio que viví yo y ojalá que sea un ejemplo que pueda servir para entender cómo opera eso del colorismo, un concepto que no es nuevo en la lucha antirracial, pero que tiene aún mucha tela para cortar. 

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Nos remontamos al 2 de octubre de 2022. Yo vivía en ese momento en un hotel en Quinta Paredes, justo en la avenida La Esperanza. La comida estaba incluida, pero ese día no almorcé y quise llevársela a un habitante de calle, como había hecho en ocasiones anteriores. Él solía frecuentar las afueras de un almacén exprés de cadena en la misma zona, ayudando a los clientes con sus bolsas a cambio de cualquier moneda.

Al llegar al lugar, me di cuenta de que no estaba. Decidí entrar al almacén y preguntarle a la cajera la posibilidad de dejar la comida con ella. Ella, intempestiva, me contestó con una pregunta: “¿Usted le va a dar comida al negro ese?” Sentí escalofrío en toda la espalda, pero hice lo posible para guardar compostura y responderle con otra pregunta: "Sí, a ese negro, ¿por qué? ¿Qué tiene, o qué te hizo?" De forma ilusa, quería saber si se había equivocado o si, con mi pregunta, entendería que fue imprudente, pero no, ella respondió tajantemente: “Nada, es que es negro”. 

En ese punto mi cuerpo se contrajo todo, como si me hubiese dado un golpe seco en el estómago. No sabía qué responder o qué decir. Cuando logré volver en sí, le dije: "Mi papá es tan negro como el negro ese que está allá afuera, yo también soy un hombre afrodescendiente" - “Es que usted es morenito, trigueñito, no negro como él” dijo ella. 

En ese momento, sentí como si la ciudad me fuera traicionado o exiliado. Fue la primera vez en la que supe que era ajeno en mi propia tierra. Para finalizar la discusión, le dije que su problema se llamaba racismo y que eso lo provocaba la ignorancia. 

Yo soy un hombre joven que hasta hace poco se reconoció como afrodescendiente. Fue un camino difícil. Para algunos, no soy lo suficientemente negro y para otros no soy lo suficientemente blanco. Muchos pensarán que eso se llama “mestizaje” y sí, en Colombia es probable que todos seamos mestizos, pero eso no impide que podamos pertenecer identitariamente a un grupo étnico.

 - "Tú no eres negro. Tú eres morenito": otro cumplido racista

La cajera del almacén, por otra parte, era una mujer blanco-mestiza. Ella se reconocía blanca, creía que estaba en un nivel superior a las personas negras, pero por otra parte, también me hizo saber en aquella experiencia, que yo, viniendo del Caribe, con mi apellido orgullosamente Cassiani, de los palenqueros de San Basilio y de Mahates en Bolívar, con mi piel morenita (como dijo ella) y mi pelo rizado, también tenía privilegios frente a personas de mi mismo grupo étnico que tienen la piel más oscura. 

Después de salir del almacén, me desahogué con mi grupo de amigos en WhatsApp. Recuerdo que me lamenté por haberme quedado sin palabras. Deseaba en ese momento haberle respondido con más agresividad o no ser tan ligero en mis respuestas, pero volteando hacia atrás, siento compasión por mí. Esa experiencia me dejó una herida que no sana del todo, porque sigo viviendo aquí, sigo sintiéndome ajeno y sigo experimentando la frustración de mis amigos por ser negros en una ciudad que se concibe blanca.

Mi experiencia ilustra el concepto de colorismo como mencionaba anteriormente, un concepto que habla del privilegio que tienen las personas según su tono de piel, incluso siendo partes de una misma etnia. Yo he aprendido en mi camino de autorreconocimiento que no hay una sola forma de ser afrocolombiano y eso tampoco puede ser un factor de exclusión, por el contrario, debe ser un motivo para celebrar los potenciales que tiene el país por su diversidad étnica y cultural. Desde el 2001 celebramos cada 21 de mayo la afrocolombianidad y eso implica también celebrar todas las formas en las que somos afrodescendientes en este país.

* Periodista cartagenero con formación en comunicación social de la Universidad de Cartagena y un máster en Gestión Cultural de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Ha sido reconocido como ganador de la beca “Luis Fernando Arias” de USAID Colombia para jóvenes afrocolombianos e indígenas. También ganador de la beca "Potencia Étnica" otorgada por la Corporación Manos Visibles y la Fundación Ford. Con amplia experiencia en creación y ejecución de estrategias de comunicación en programas de cooperación internacional que aportan al cambio de comportamiento en Colombia.

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