Trump y su política exterior tuitera con Corea del Norte

Trump y su política exterior tuitera con Corea del Norte

"Siendo el presidente defensor de la democracia debería, por medio del diálogo y no de las amenazas, avanzar en la pronta solución de las tensiones"

Por: Andrés Felipe Munera Cardozo
enero 09, 2018
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Trump y su política exterior tuitera con Corea del Norte

La época de 1990 marcó un nuevo rumbo en la historia política del planeta: en Alemania cayó el Muro de Berlín, la Unión Soviética se disolvió y la globalización se expandió, pero también el dominio norteamericano se debilitó. Una de las grandes cosas que se le pueden atribuir a Mijaíl Gorbachov (último presidente de la Unión Soviética) es haber disminuido las tensiones entre la Unión soviética y Estados Unidos, crear una ruta de control para el uso de armas nucleares con el objetivo de que los seres humanos no nos adelantemos a el fin de nuestra existencia; pero considero que también le puso un alto en el camino a la maquina demoledora de Estados Unidos.

Han sido siempre dos los partidos que han mantenido el poder en Estados Unidos, el Partido Republicano y el Partido Demócrata; por excelencia es la democracia más equitativa, la que se muestra ante el mundo como la justa y como un modelo en donde cuando hay un cambio en la presidencia o en el congreso se debe hacer bajo el respeto de esa misma democracia.

Pero lo que he sentido después de un año de gobierno del señor Trump (Republicano) es que esos tantos y tantos esfuerzos de Bill Clinton (Demócrata), George Bush (Republicano) y Barack Obama (Demócrata) por mantener en la cúspide a Estados Unidos, y quienes lograron transformar políticas y tratados tan viejos que mantenían rezagado al “mejor país del mundo” hoy, 2018, nuevamente se están cayendo como las hojas de un árbol al comienzo del invierno.

La Guerra Fría no fue un enfrentamiento en sí, más bien fue un enfrentamiento entre dos sistemas, dos modelos que se repartían el mundo a su gusto y si es necesario intervenían para lograr el control del sistema de varias naciones. Vietnam, Afganistán, Cuba y las Coreas, por nombrar algunos ejemplos, fueron naciones donde el intervencionismo de las dos grandes potencias llevó a definir muchas cosas en la historia política de estas naciones.

En diciembre del año 2014 cuando se anunció ante el mundo las intenciones de Cuba y Estados Unidos por querer reanudar el dialogo, se pensó que se iba a cerrar una etapa más en la historia y así se iba a culminar la Guerra Fría en América latina. Pues para bien, tanto Estados Unidos como Cuba dieron un paso al costado a sus diferencias, se abrieron embajadas, se hizo una visita de Estado histórica por parte del presidente Obama y todo marchaba bien para la recuperación de las relaciones diplomáticas. Pero hoy cuatro años después de buenas intenciones, se ha vuelto a retroceder y al parecer las relaciones volvieron a ser tensas y complicadas, recordando los tiempos críticos de la segunda mitad del siglo XX.

Pero Cuba no es el único escenario en donde la Guerra Fría aún mantiene abierto el flanco. Corea, la península que comparte frontera con Rusia, China y está cerca de Japón, después de una guerra entre comunistas y capitalistas se partió a la mitad (en el paralelo 38, a partir de un acuerdo de paz para acabar con la guerra), para darle gusto no a los coreanos, sino más bien a la Unión Soviética y a Estados Unidos, quienes ahora pasaban a tener el control de esta zona del mundo. Pues bien, a pesar de que existen dos Estados totalmente contrarios en ideas políticas, desarrollo e innovación social (Corea del Sur y Corea del Norte), la Guerra Fría sigue abierta y esta es una demostración clara de que aun la rivalidad entre el comunismo y el capitalismo sigue y seguirá latente, quien sabe hasta cuándo. Porque eso si hay que dejarlo claro, y es que no existe y no se ve en el camino una solución pronta a la tensión entre ambas coreas, más bien yo creo que la única solución es que las mismas se sienten a hablar y entre ellas logren una solución conjunta para mejorar sus relaciones, desarmar la frontera y así abrirle paso al siglo XXI, pero todo eso debe ser sin la presencia de Estados Unidos, Rusia y China, quienes aún no permiten que la Guerra Fría se cierre del todo.

La intervención de una potencia en otros Estados era normal y común en la agonía del siglo XX, pero en el siglo XXI la democracia se fortaleció tanto que ahora la intervención militar ha pasado a un segundo plano. Corea del Norte es una nación con diversos problemas sociales, económicos y políticos, que busca a toda carrera crear una política militar basada en la actividad nuclear para fortalecer a sus fuerzas militares y así sentarse a dialogar en una misma posición militar con Estados Unidos, auspiciada y apoyada por China y Rusia, la dinastía Kim va en su tercer sucesor en casi setenta años de dominio comunista en la zona norte de la península.

Por el otro lado, el sur totalmente capitalista desarrollado y equitativo en sus políticas sociales y económicas, ha sido apoyado por Estados Unidos, países europeos y alguno que otro latinoamericano (Colombia). Este último hace que Estados Unidos tenga una presencia constante en el sur de la península con el fin de mantener la estabilidad de Corea del Sur, pero también para tener un control en esta zona del mundo que desde Guam (Isla en el Océano Pacifico) no puede lograr.

La presencia de la séptima flota en Corea del Sur en los últimos meses del 2017 aumentó la tensión entre China, Japón, Rusia y las coreas con Estados Unidos. En abril a apenas tres meses después de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se sintió una crisis política a nivel mundial que podría desencadenar una nueva guerra. Todo el 2017 fue un año en donde Kim Jong Un y Donald Trump disparaban misiles y Tuits a diestra y siniestra en una carrera que parecía más bien de obstáculos que otra cosa. Se estaba jugando el futuro de la humanidad y quien a fin de cuentas es la más perjudicada por las decisiones que toman los mandatarios en el poder.

Con respeto a las relaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos, es importante decir que las mismas han sido difíciles, complejas y traumáticas más que todo para Corea del Sur quien es la principal víctima de las decisiones, palabas y acciones de Pyongyang y Washington. Desde el nacimiento de Corea del Norte no han existido relaciones diplomáticas con Estados Unidos por la misma ideología que cada uno representa. A lo largo de los casi setenta años que tiene de existencia Corea del norte, como país, han habido algunas conversaciones con el fin de disminuir las tensiones. Sin embargo, la desconfianza de Estados Unidos hacia Corea del Norte, China y Rusia y viceversa no ha permitido que avancen las conversaciones haciendo que con el tiempo se reactiven las tensiones.

A septiembre de 2017, Corea del Norte había realizado seis pruebas nucleares lo que aumentó la tensión con Corea del Sur y Japón, puesto que es en las cercanías de sus fronteras y mares donde caen los misiles lanzados por los norcoreanos. Por otro lado Rusia y China guardan silencio frente a estas pruebas nucleares, lo que deja ver que aún existe un canal de comunicación cercano con Corea del Norte.

Con respecto a Estados Unidos, en el último año mantuvo una voz de protesta dura contra el régimen norcoreano, realizó innumerables ejercicios militares con el ejército de Corea del Sur cerca de la frontera de su vecino del norte. También la visita de Estado de Trump a la zona desmilitarizada (noviembre, 2017) es una acción histórica puesto que demuestra el apoyo no solo a Corea del Sur, sino que también la constante presencia en el continente asiático. Como ha sido costumbre en los últimos años el uso de Twitter y las redes sociales ha sido masivo, tanto que el presidente Trump lo ha usado como plataforma de comunicación, expresando sus incomodidades atacando a rivales y enemigos de sus políticas de gobierno. El año 2017 no solo fue el año de prueba de Donald Trump, en donde demostró su incapacidad para ejercer el puesto más importante del mundo, además fue el agudizamiento en las relaciones con Corea del Norte, haciendo las mismas, hostiles, tensas, al punto de llegar a una confrontación armada que lo deja mal parado, puesto que siendo el presidente defensor de la democracia debería, por medio del diálogo y no de las amenazas, avanzar en la pronta solución de las tensiones y abogar por mantener conversaciones de alto nivel entre los mandatarios de Corea del Sur y Corea del Norte.

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