Una entrevista realizada al papa Francisco el mismo día en que Donald Trump juraba su cargo como presidente de los Estados Unidos dejaba en claro el temor que empezaba a apretar en muchas gargantas nerviosas del mundo civilizado. Decía su santidad: “…Para mí el ejemplo más típico de los populismos en el sentido europeo de la palabra es el 33 alemán. Después de Hindenburg, Alemania destrozada, busca levantarse, busca su identidad, busca un líder, alguien que le devuelva la identidad y hay un muchachito que se llama Adolf Hitler y dice ‘yo puedo, yo puedo’. Y toda Alemania vota a Hitler. Hitler no robó el poder, fue votado por su pueblo, y después destruyó a su pueblo. Ese es el peligro. En momentos de crisis, no funciona el discernimiento y para mí es una referencia continua…”
Pero ya antes, la periodista mexicana Cinthya Sánchez, en La silla rota, un portal del periódico El Mundo, de México muy lúcidamente sistematizaba una relación de ocho puntos en los que denunciaba una peligrosa similitud entre el líder nazi y Trump. Esas ocho similitudes eran:
- Utilizan un discurso racista.
- Proponen deportaciones masivas.
- Prometen hacer a sus países de nuevo grandes.
- Piensan que todos sus problemas son por los migrantes.
- Quieren identificaciones especiales para los migrantes.
- Ambos piensan en muros.
- Utilizan saludos similares.
- Los dos comenzaron siendo un chiste.
Estas dos poderosas referencias y asociaciones, las del papa Francisco y las de Cinthya Sánchez, probablemente estén sustentadas en las investigaciones de un célebre profesor inglés de Historia Moderna, que se ha convertido en el gran experto internacional del mundo personal y político de Hitler; de Alemania y la experiencia del tercer Reich; de la Europa de la I y la II guerras mundiales; temas que ha desarrollado en seis libros, y que cierra con su biografía del führer en dos grandes tomos, para los que pudo contar con dos fuentes ciertamente extraordinarias: los discursos de Hitler y los archivos de Goebbels.
Kershaw, opinando sobre la situación actual de Europa dice que “en Europa sigue habiendo muchos asuntos peligrosos, que amenazan la estabilidad del continente, y, además, algunas mentalidades que creíamos desaparecidas, como el racismo o el antisemitismo, han vuelto a asomar. La crisis económica de 2008 y la actual crisis migratoria nos ha traído de vuelta viejos fantasmas. En definitiva, se han puesto en cuestión muchos de los valores y estructuras que creíamos asentados
Pero es el profesor F. Manfred Peter, educador y filósofo alemán residente ahora en Barranquilla quien ha encontrado y traducido del periódico alemán Die Zeit lo que él ha publicado en su blog bajo el título de “Preocupantes discursos paralelos”. Se trata de algo que ya algunos medios conocen en detalle pero que no han querido comentar con mayor amplitud, quedándose solamente en la asociación general de las dos alocuciones.
Se trata del discurso pronunciado por Donald Trump el día 21 de enero de 2017, luego de haber dado inicio a su mandato. Dice el discurso:
Queremos trabajar, pero el pueblo mismo tiene que colaborar. Nunca se debe creer que libertad, felicidad y vida le sea dada desde el cielo. Todo radica en la voluntad y en el trabajo propios. (…) ¡Nunca debe esperar por ayuda extranjera ninguna, nunca creer en ayudas fuera de nuestra propia nación, de nuestro propio pueblo! Solo en nosotros reposa el futuro del pueblo americano, si nosotros levantamos a este pueblo americano por medio del trabajo propio, del esfuerzo propio, de la decisión propia, de nuestras propias fortaleza y constancia, entonces subiremos –subiremos igual que nuestros padres que tampoco recibieron América regalada- sino que la hicieron suya trabajando.
Por su parte, Adolfo Hitler, en su 2° discurso el día 10 de febrero de 1933, denominado “Toma de Poder” luego de ser proclamado canciller alemán dice lo siguiente:
Queremos trabajar, pero el pueblo mismo debe ayudarnos. Nunca debe creer que libertad, felicidad y vida les cayese del cielo. Todo se funda sobre la voluntad propia, la propia labor. (…) ¡Nunca confíen en ayuda externa, nunca en ayuda distinta de la propia nación, de nuestro propio pueblo! De nosotros mismos depende el futuro del pueblo alemán.
Si nosotros mismos levantamos ese pueblo alemán por medio de trabajo propio, por esfuerzos propios, por decisión propia, por constancia propia, entonces volveremos a subir, igual que los padres que tampoco recibieron Alemania regalada, sino que ellos tuvieron que hacerla suya trabajando.
Ambos discursos, traducidos del alemán por el profesor Manfred Peter, revelan a las claras no solo la confirmación de que algo definitivamente obscuro viene manchando los cielos del mundo, sino la ignorancia o el más franco descaro del mismo Trump, y de quienes lo asesoran, de calcar sin la más mínima vergüenza el discurso de Hitler para enviar un mensaje que no tenga ninguna otra posible interpretación: la Casa Blanca será el cuartel principal del Ku Klux Klan y de toda otra peste xenófoba que pueda ocurrírsenos.
El propio Manfred Peter agrega al doloroso cotejo de ambos textos el comentario siguiente: “A Trump no le convendría ser ubicado en cercanía ideológica de Adolfo Hitler. Pero hechos son hechos y la interpretación de esa coincidencia abre perspectivas muy preocupantes ante el mandato de este personaje que – igual que Hitler en su momento– presume de no ser político profesional y de devolver el poder felizmente logrado al mismo pueblo americano”.
Así es la cosa.
