¿Ustedes se imaginan una venezuelización de Estados Unidos? Parece un chiste, pero, ¿acaso el mismo Trump, bajo la tutela del uribismo no estaba hablando de que Estados Unidos podría convertirse en otra Venezuela (es decir, en el imperio del castrochavismo)? Obvio, era toda una farsa para meterle miedo a los ingenuos. Pero ahora el escenario está hecho a la medida del fantasma que ellos precisamente querían exorcizar. En todo caso las palabras tienen poder, sino que lo digan los seguidores del innombrable que son tan piadosos, crédulos, y de chiripa inteligentes.
Hasta el momento el díscolo presidente Trump no acepta la derrota, ni esperen que la acepte. Se la ha pasado encerrado en medio de una pataleta, como esos chiquillos que hacen una escenita cuando le quitan su juguete favorito. Y a ratos, dicen por ahí, juega al golf para distender su amargura.
Sin embargo: ojo, cuidado, peligro porque ya me imagino lo que puede estar maquinando su personalidad desajustada. Por ejemplo, ¿qué tal sería un reality show a la medida de sus fanáticos y poco letrados seguidores que parecen vivir en una realidad virtual, o en un universo paralelo donde gobierna la mentira y las ilusiones estrambóticas propias de su ídolo? Veamos el reparto en ese hipotético mundo sólo apto para locos de remate: María Fernanda Cabal sería la guionista. Duque, sería el actor de tercera mano del cual tiran a su amaño los protagonistas principales. Uribe fungiría de autor intelectual y productor de este sainete que podría terminar en melodrama, incluso en película de terror. Joe Biden, el gran triunfador como presidente electo de la primera potencia mundial, vendría a ser para estos fanáticos “el usurpador del poder”. Y por supuesto, el perdedor Trump haría las veces de cierto personajillo venezolano con ínfulas de mandatario.
Es increíble, pero todo puede suceder en la mente estrafalaria de un destornillado, pues Trump podría alegar hasta el infinito en todas las cortes habidas y por haber que hubo fraude electoral, por lo que terminaría convertido en el Juan Guaidó de los gringos: una especie de autoproclamado presidente electo de los Estados Unidos. Nada de raro tiene que este zafarrancho innombrable haya sido concebido desde el muy religioso y santurrón país del sagrado corazón de Jesús. Así pues, tendríamos en el mismo plato la apetitosa mezcla de una venezuelización y colombianización de Estados Unidos.
Posdata: ya Duque, muy pulcro él, muy sincero él, felicitó sin pizca de hipocresía al presidente electo Joe Biden. Ah bueno, también Uribe desde su cuenta de Twitter le empezó a endulzar el oído a los demócratas. Va a tener que cubrirse de pies a cabeza de papel atrapamoscas para que los demócratas caigan en la trampa. Pero estoy más que seguro de que le van a pegar un susto tan grande que hasta le podría dar un soponcio al viejito sufridito.
Por último, es tan auténtico y original, y por momentos tan pueril Donald Trump que hasta logra sacarnos una sonora carcajada. En cambio, la actitud del innombrable no genera sino escalofríos y repudio a la enésima potencia.