El histrión siempre se burló de la corte. Obviamente la corte reía pues la comparsa era inane y su poder nulo. Uno que otro arañazo ni siquiera hería el espeso ropaje. Hoy la corte es esa cola de funcionarios cobijados por leyes administrativas de la burocracia estatal, cubiertos de pátinas y pátinas de experiencia. Y son un poder real.
Con la aparición de un documento anónimo que devela los montajes escenográficos de Trump se ha venido a develar que la organización de esas cohortes de funcionarios no tanto puede ser sindical y en ese caso domesticada por la ley, también osa ser política, adversa y, sobre todo, clandestina. Y, eventualmente, escapar a la ley.
Este ataque subterráneo implica un fenómeno muy poco conocido en la literatura política. Siempre se ha sabido que es especialmente sórdido en el Vaticano cuando un papa no cae bien. Supuestos envenenamientos ha habido, y también sobrevivieron genios de su urdimbre más profunda como los famosos Borgia.
El asunto es de una osadía tan terrible que obliga a hacerse preguntas. ¿Cómo es que se gestó y cuáles son los tentáculos de la red? En algún nivel superior parece haberse autorizado su aparición mediática. Y esto puede arrojar pistas acerca de la intención de su urdimbre. Ha sido Obama quien más profundamente se ha olido cierta potencial estratagema. Ha denunciado apenas ayer que no cabe pretender que, "todo estará bien porque hay personas en la Casa Blanca que, secretamente, no siguen las órdenes del presidente". Lo cual descubre que el anónimo puede ser una estrategia del partido republicano para, aparentemente maniatar a Trump; pero dejándolo indemne en el poder, lo cual sería de una sagacidad poco menos que indescriptible.
Me recuerda cierta delicatessen de Game Of Thrones: como si le hubiera llegado la hora, el Septum captura por incestuosa a la temible y brutal Cersei, quien al principio lucha con ardides por burlarlos aunque luego aparentemente se somete sin saber lo que le espera: es lapidada desnuda por las calles. Pero… Cersei sobrevive: el invierno caerá sobre el Septum. Es indudable que el Septum no es manipulado por Cersei, pero al final la carga de odio del pueblo se diluye en la dilapidación que aunque cruenta la mantiene intacta. Preciso lo que Cersei necesita. Cersei pudo haberlo urdido pero nunca se sabrá.
Lo cierto es que ningún funcionario nunca podrá ser lo suficientemente anónimo en Washington, aun siendo inimaginable la urdimbre que se trame. Aunque casos se han visto como el célebre Garganta Profunda. En teoría se hace impensable que escape a las redes de Trump. Incluso si así fuere, su anonimato debe estar cubierto por múltiples anillos de poder que necesariamente deben ser partidistas y, quien sabe, si militares por aquello de la seguridad personal. En el fondo también puede ser una puesta en escena. Esto es lo que ha olido Obama que conoce las recónditas intimidades de las redes burocráticas de Washington.
Aun imaginando que no haya sido una estratagema, Obama ha visto un hilo suelto que puede engañar a la opinión pública, demócrata o republicana, votantes por Trump en cualquier caso, que pudieran confundirse como pensando de Trump: bueno, ya a este loco lo tenemos amarrado, sigamos votando relajados. En toda la andanada de Obama contra Trump, que le tenía guardada, no hay nada que haya sido más inteligente que lo del anónimo, develando lo capcioso.
Habíamos mostrado que la política puede estar siendo dominada por el histrión. De la comparsa al poder, es la consigna. En Colombia, de muestra un botón, dentro de la corte de payasos, trapecistas y saltimbanquis, puede haber tomado ventaja el muñeco recién peinado que habla por la voz del ventrílocuo, sentado sobre sus piernas.
El anónimo mediático del New York Times plantea la posibilidad de la argucia refinadísima del histrión burlado. Y todavía sería más refinadísima si de acuerdo con la relampagueante intuición de Obama es la del histrión supuestamente burlado.
El asunto pudo haber sido así: el rey, que busca con su corte perpetuar su poder, induce en la más profunda de las tramas una supuesta comparsa que llega al reino con las noticias de que todo ha sido subsanado, a pesar de no habérsele depuesto como todos esperaban. En medio de las risas el pueblo duerme y el histrión predomina. Ello da tiempo a que el rey gane unas elecciones intermedias del consejo regente. El histrión ha burlado a la prensa y al pueblo con un supuesto anónimo. Detrás de bambalinas el histrión ríe. Luego finge y difunde estar furibundo: cae el telón.
Alguna otra red dejada por Obama le informa que todo es una farsa.
Nótese que esta trama es mucho más difícil de urdir que la de Osama Bin Laden cuya extraterritorialidad la encubre siniestramente. Es decir, en nuestro caso, la cercanía al poder sobreestima el tino, la disposición, el arrojo y la valentía de pelear en las barbas mismas más ingrávida que una pulga.
Ahora bien, cabe que el anónimo sea cierto y, sobre todo, plausible. El mismo Trump expuso en campaña que liberaría a Washington de su pantano político administrativo. En cualquier parte del mundo se sabe que escoba nueva barre bien pero que nunca es suficiente. Ningún gobierno ni estado soportaría una limpieza total. Existe la experiencia del sabroso gruyere: en Suiza desinfectaron los sitios de trabajo por exigencias de salud pública, pero el queso salió sin sus célebres huecos y sin el sabor predilecto según sus degustadores. Debieron reimplantar la aparente suciedad: los hongos eran imprescindibles.
Si el histrión ha pasado a ser el primer cero a la izquierda, el poder en Washington devendría ser una técnica: incluso tras haber ganado las elecciones un poder subterráneo y organizado te espera. Si es suprapartidista, es decir engrupe sus alas más solapadas, entonces el poder se podría imaginar como rizomático, algo que Gilles Deleuze y Félix Guattari, ventilan en Mil Mesetas. Pariría clones por doquier, a imagen y semejanza.
Ahora bien, el capitalismo deviene rentas cada vez más certeras y acumuladas de la técnica. Ningún funcionario de gobierno alguno de manera directa o indirecta, pensada o impensadamente, deja de trabajar jamás para el estado capitalista, o socialista. Cualquier acto administrativo por leve y tenue hace sinergia con el capital.
Con esto viene a develarse la más encumbrada sofisticación del análisis de Marx que preveía que el capital incluso se te metía en la cama. Un histrión del capital al final del capítulo.
Nota. La cita ha sido tomada de El Espectador que a su vez proviene del discurso de Obama.