Los discursos políticos son como un iceberg, que tiene una parte visible, que es el 10%, expresado en palabras que generalmente están cargadas de emociones o si se quiere de demagogia. La parte sumergida, o sea el 90% restante, son los intereses ocultos que existen detrás de toda negociación. Son argumentos y actos fríamente calculados y a espaldas de la opinión pública.
En el caso de Venezuela, aparentemente toda la operación humanitaria, estará a dirigida a repartir cientos de toneladas de alimentos y medicinas, para ayudar a la subsistencia de un país colapsado.
¿Pero qué existe realmente en la parte sumergida de esta oferta?
Resulta que el día anterior al discurso de presidente Trump en la Universidad de La Florida ocurrió algo que pasó desapercibido: el senador por Vermont, Bernie Sanders, anunció su postulación como candidato a la presidencia para 2020.
¿Pero quién es Sanders? Él fue el candidato que en las elecciones pasadas del 2016 casi le quita la nominación a Hillary Clinton por el partido demócrata, que finalmente perdió la elección presidencial frente a Trump.
Este Sanders es el ala izquierdista del partido demócrata, en la misma forma que Trump es el ala de extrema derecha de los republicanos.
Ahora bien Bernie Sanders se ha proclamado abiertamente socialista, una palabra impronunciable, que hiede a demonio y azufre en el diccionario político norteamericano, cargado de buenas intenciones y macartismo.
En las elecciones pasadas este personaje logró aglutinar a los universitarios, a la élite intelectual, pero perdió la votación, al fracasar al ser incapaz de alcanzar la población afroamericana de los estados sureños.
Si analizamos con detenimiento el discurso de Trump, en Miami, al anunciar su campaña “humanitaria” encontraremos varias veces las mismas frases, repetidas una y otra vez: “El socialismo ha fracasado en todo el mundo”, “El socialismo fracasó en Rusia, Nicaragua y Venezuela”, “Venezuela era el país más rico de Sudamérica y ahora es el más pobre gracias al socialismo” y “Estados Unidos jamás será socialista”.
Ahora bien, si consideramos que la próximas elecciones de mitaca (como decimos en Colombia) están a la vuelta de la esquina, queda al desnudo el discurso del presidente y aparece muy claro que ya empezó su dialéctica para ridiculizar, minimizar y destruir a Sanders.
Como reza el título de esta nota, el discurso de Trump es una bola de billar con efecto que rebota tres veces contra las bandas:
1. La ayuda humanitaria para Venezuela.
2. La iniciación de la campaña para destruir el socialismo de Sanders.
3. Limpiar su máscara “de malo con los hispanos” tan bien ganada con el tema del muro, para mantener lejos de la frontera a los mexicanos.
Ojalá el señor Trump también aprenda que Colombia, lejos de levantar muros para impedir la entrada de venezolanos, ha hecho cosas que ningún país había hecho en el pasado, como dotar de visa a 400.000 vecinos ven un lapso de 30 días, ofrecer vacunación, servicios de educación y salud gratis. No tenemos muchos empleos para ofrecer, pero hemos sido relativamente tolerantes con la informalidad laboral.
Este artículo no pretende satanizar la ayuda mundial a Venezuela, cuya causa todos los colombianos apoyamos sin excepción, pero sí espera arrojar luces sobre el discurso de Trump desde otra perspectiva.
