Carlos Mario Jiménez ‘Macaco’ operó como narcotraficante desde mediados de los noventa en el bajo cauca antioqueño hasta que conoció a los hermanos Fidel y Carlos Castaño, y se sumó al proyecto de las Autodefensas Unidas de Colombia. Su musculo financiero producto de la exportación de coca a Estados Unidos le permitió inyectarle recursos a las filas paramilitares y crear el Bloque Central Bolívar que se convirtió en su ejército particular con el que sembró el terror durante años en Antioquia, Santander, Vichada, Putumayo, Risaralda, Caquetá, Arauca y Caldas, regiones hasta donde llegó su avanzada. A pesar de que fue uno de los hombres más poderosos de las AUC, quizá al nivel de Castaño, Mancuso, Jorge 40 y don Berna, el país solo conoció el rostro de Macaco hasta mediados de 2003 cuando se sumó como negociador en el proceso de desmovilización que impulsó Álvaro Uribe y su comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo.
Fue el mejor momento para dar una muestra de su poder: el día que dejó las armas, el 12 de diciembre de 2005 cuando se desmovilizó junto a 1.922 miembros de su estructura, Carlos Mario Jiménez entregó dos helicópteros de su propiedad, una urbanización completa en el municipio de Cáceres, Antioquia, y cuatro grandes fincas con más de 2.600 cabezas de ganado. Fueron más de $113 mil millones para reparar a sus víctimas antes de ser el primer comandante ‘para’ extraditado el 7 de mayo de 2008 por el propio Uribe. Macaco era el rey de la minería ilegal en el sur de Bolívar y en el Bajo Cauca. Sus ríos de plata irrigaron hasta a la pirámide de DMG y fueron el músculo real de sus cultivos de palma de aceite y de sus múltiples empresas, de madera, transporte y equipos de futbol en divisiones menores.
El 5 de noviembre de 2011 fue condenado a 33 años de cárcel por narcotráfico y desde entonces, aunque no ha sido el que más ha hablado, sí se ha convertido en la caja negra de los secretos del paramilitarismo en Colombia: su testimonio fue clave para la condena del jefe de seguridad del expresidente Uribe, el coronel Flavio Buitrago, que terminó también condenado en Estados Unidos por Narcotráfico. También ha delatado a narcotraficantes, ha dado detalles de las rutas y ha entregado millonarias sumas para reparar a sus víctimas. Aportes que espera le sean tenidos en cuenta a través de un recurso judicial que contempla la justicia gringa conocido como re sentencia, el cual está invocando para poder restarle años a su condena y recuperar su libertad.
Y aunque su panorama judicial aún no es tan claro quienes sí tuvieron una buena noticia fueron sus dos hijos de crianza: Paula Andrea Carrillo Luna y Andrés Felipe Carrillo Luna. Son hijos de la compañera sentimental de Macaco, Rosa Edelmira Luna Córdoba, quien se entregó a la justicia en Estados Unidos en el año 2009 luego de la extradición de su esposo Carlos Mario Jiménez a quien conoció en el Putumayo y con quien compartió durante más de 12 años. Su esposa ya pagó su condena y regresó a Colombia a principios de este año.
Los dos jóvenes, Paula Andrea y Andrés Felipe, vivieron durante los últimos años en Estados Unidos, pero ya regresaron a Antioquia y están reactivando sus negocios gracias a una decisión del gobierno de Estados Unidos de retirarlos de la famosa “Lista Clinton” en la que habían sido incluidos en el 2007 por cuenta de las actividades ilegales de sus padres. Figurar en la temida lista significa la muerte económica, pues EE.UU. prohíbe cualquier trato comercial con las personas y compañías que allí aparecen anotadas.
La decisión de la Oficina de Control de Activos estadounidense (Office of Foreign Assets Control – OFAC), fue impulsada por un equipo profesional integrado por la Investigadora Privada María León especializada en casos de narcotráfico y la abogada Estadunidense María A. Domínguez, ex Fiscal Federal quien fungió como sub-directora de la Fiscalía Federal en Puerto Rico por espacio de 8 años. La jurista Domínguez actualmente trabaja en el bufete más grande del Caribe, McConnell Valdés LLC y ejerce en diversos estados, incluyendo Florida y Puerto Rico.
No son muchas las personas que han logrado salir de la lista Clinton. Para los hijos de Macaco –sobre quienes no pesa ninguna acusación ni condena judicial relacionada con los crímenes de su padre– no es una decisión menor: desde el 2007 habían cargado con el lastre de no poder manejar sus cuentas financieras, tener tarjetas o una actividad económica normal como supone estar incluido en la lista negra de Estados Unidos: la lista Clinton. La decisión en favor de los hijos de Carlos Mario Jiménez es la primera pista del reconocimiento del Gobierno de Estados Unidos frente a la colaboración que este ha tenido con las autoridades para atrapar narcotraficantes. Pero ahora ‘Macaco’ espera que revisen su condena: su sueño es regresar a Colombia al igual que ya lo hicieron sus dos hijos.