La elección como presidente en Brasil de Jair Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal, con más del 55%, es una contundente respuesta democrática a la internacional comunista del Foro de Sao Paulo, creado en ese país en 1990 por el dictador cubano Fidel Castro y el insensato dirigente obrero Luiz Inácio Lula da Silva (quien después fue presidente y está preso por corrupto) para sacar de la cloaca de la historia al marxismo, que había sido desechado con la caída del muro de Berlín en 1989. Ellos buscaban implementarlo en Latinoamérica poniéndole diferentes disfraces, lo que significa un ultraje a la inteligencia de los pueblos de esta parte del mundo.
Pues bien, los detractores del presidente Bolsonaro han utilizado cantidad de epítetos para desprestigiarlo, tratándolo de fascista, ultraderechista, misógino, homófobo, xenófobo y otros, lo cual corresponde a una propaganda negra orquestada por las fuerzas totalitarias del marxismo-leninismo no solo en Brasil sino en varias partes del mundo. Cabe recordar que Bolsonaro ha sido 7 veces diputado a la cámara federal y no se le ha conocido que tenga esas posturas, siendo solo calumnias que se hacen por unos simples comentarios del electo presidente. Eso sin olvidar que indudablemente es un anticomunista, lo cual lo engrandece, ya que el marxismo por su teoría y práctica es una doctrina enemiga de toda la humanidad.
Bolsonaro basó su campaña en la lucha contra la corrupción, la búsqueda de la seguridad y el fortalecimiento del liberalismo económico, principalmente, subrayando que el Partido de los Trabajadores (PT) encarna la corrupción con Lula no solo en Brasil, sino a nivel internacional, porque fue el padrino político de Odebrecht, empresa que pagó sobornos en 12 países para impulsar su proyecto del socialismo del siglo XXI. Por otro lado, en cuanto a la seguridad el índice de homicidios es escandaloso en Brasil (64.000 muertos en 2017), siendo eso producto de la lumpenización que impulsa el castrochavismo para amedrantar a la población y así volverla más dúctil al régimen comunista, igual a como sucede en Venezuela y Nicaragua. No obstante, el electo presidente del Brasil perseguirá a la delincuencia como lo prometió en su campaña y con el liberalismo económico buscará superar el estatismo promovido por los gobiernos petistas.
El nuevo presidente de Brasil también sustentó su campaña en la defensa de la axiología, o sea los valores de la sociedad occidental como la vida, la libertad, la democracia y la familia, que son atacados de manera despiadada por el totalitarismo comunista que utiliza el marxismo cultural de la escuela de Fráncfort para desmoralizar a la sociedad y después envilecerla, adocenarla y enajenarla con sofismas materialistas vulgares. Sin embargo, el pueblo brasileño supo percibir el momento político y abrazó el humanismo cristiano que es la antítesis del totalitarismo marxista.
Además, con el triunfo de Bolsonaro, Brasil tendrá profunda incidencia en Latinoamérica, ya que esa nación es la más importante de la región, comenzando con el rechazo a la dictadura de Venezuela que no la va a pasar bien con su vecino, con el que comporte una frontera de cerca 2199 kilómetros. Así mismo, siguiendo las orientaciones de la OEA, el próximo gobierno brasileño incrementará las sanciones a la camarilla comunista de Nicolás Maduro, lo que cercará aún más a la dictadura.
Con eso en mente, el Foro de Sao Paulo que todavía maneja algunos gobiernos latinoamericanos queda en estado agónico, porque al no contar con el gobierno del país más importante del subcontinente tendrá que incrementar la represión y el odio a nivel interno en Venezuela, Cuba y Nicaragua, quedando pendiente para Sudamérica que próximamente sean derrotados electoralmente los gobiernos del Foro de Sao Paulo en Bolivia y Uruguay, en donde el ejemplo de Brasil puede repercutir.
En Colombia, Gustavo Petro, Claudia López y Jorge Enrique Robledo, miembros del foro de Sao Paulo, deben de estar en duelo con el triunfo de Bolsonaro, ya que sus partidos pertenecen a esa logia, pues no podemos pasar por alto que la Alianza Verde, el Polo Democrático y Progresistas son parte activa de ese emplasto fundado por Lula y Fidel Castro.
Para cerrar, la elección de Bolsonaro es el principio del fin del Foro de Sao Paulo, de ahí que se debe incrementar la lucha ideológica en contra del comunismo totalitario que se viste de muchas maneras para engañar incautos, aunque su esencia siga siendo la misma.