A raíz de las inoportunas y desafortunadas, por no decir absurdas, palabras de María Fernanda Cabal, recordé una frase de mi padre: “en Colombia para ser célebre (famoso no bonito) hay que ser 'tristemente célebre'”. Con esto lo que quería decir era que en este país solo cuando se hacía algo insólito, por decirlo suavemente, se lograba figurar de manera destacada. El tuiterazo de la recién elegida congresista ha sido tan inoportuno, tan desobligante su supuesta sinceridad, que la única explicación posible es que ella buscaba despegarse del pelotón que se eligió bajo el nombre del expresidente Uribe y lo logró. Hoy la nueva congresista es tristemente célebre porque no hubo medio de comunicación del país ―y no debe sorprender que apareciera en la prensa internacional― que no recogiera sus tuits, el inicial, la rectificación, en fin, todo lo que dijo o escribió la señora Cabal.
Si lo que quería era llamar la atención —como lo han mencionado algunos de sus críticos— lo logró precisamente porque no se trataba de un comentario de una persona del común sino, nada más ni nada menos, que de la cabeza de lista ala Cámara de Representantes del nuevo y sonado Partido Centro Democrático. Es decir, de la nueva Honorable Representante de nuestro Congreso donde se debaten las leyes y las políticas del Gobierno. El escenario político por excelencia, a donde solo deben llegar los que se lo merezcan, los que tengan los atributos para manejar temas de trascendencia en un país democrático, y los que puedan representar las voces de todos los ciudadanos colombianos.
Mandar de una y derecho al infierno a nuestro único premio Nobel, Gabriel García Márquez, por estar sentado al lado de Fidel Castro, con foto incluida, cuando Colombia y el mundo intelectual esta de luto por su fallecimiento, demuestra un grado de intolerancia inaceptable, y sin ahondar demasiado, un nivel de desubicación inaudito en un miembro del Congreso. Desde ya a la señora Cabal como miembro del Honorable Congreso de la República, le quedan terminantemente prohibidas las salidas a cualquier tipo deevento internacional en representación de Colombia. La diplomacia no existe para ella.
Si señora Cabal, gracias a su tuit, usted entró hoy a engrosar la lista de los colombianos tristemente célebres, y será muy difícil quitarse ese sello así esté bajo el ala protectora del expresidente Uribe. El suyo ha sido un error craso después de ser elegida, así no haya entrado aún a ejercer su posición en el Congreso de la República.
El tema no se queda en una sola persona. Esta es una señora lección para el expresidente Uribe. No todo el mundo puede dar saltos inmensos en su carrera profesional porque puede estrellarse y dañarle la imagen a los demás con quien comparten, en este caso, ideología. A usted, señor expresidente también le cabe una inmensa responsabilidad por esta ofensa a los colombianos, a la democracia, a los progresistas, a Fidel Castro que es, quiéralo o no, no solo una figura mundial sino el anfitrión de las negociaciones de paz; pero sobre todo, y esto es lo más doloroso, a la familia de García Márquez. Sinceramente, como colombiana siento infinita vergüenza que una de nuestras nuevas congresistas, haya sido capaz de semejante ofensa en medio del profundo dolor que Mercedes Barcha, sus hijos, nietos y demás familia, viven por la pérdida de ese ser querido, reconocido hoy más que nunca, como una gran figura universal.
Sus excusas no son ni suficientes ni excusas, porque además vienen cargadas de una dosis de arrogancia hostil y repudiable. Que tal esta frase de su comunicado: "La verdad, por más incómoda o dolorosa que sea, siempre tiene lugar en mis pronunciamientos". O sea, usted no solo se cree dueña de la verdad sino que además se siente con el poder de decidir para dónde va el alma de nuestro querido y admirado Gabo. ¿Se podrán imaginar los colombianos como serán de pluralistas y justos los futuros debates de la Honorable representante?... si es que vuelve a decir algo, claro está.
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