Tribulaciones de aquel que no trascendió

Tribulaciones de aquel que no trascendió

Un ciudadano cuenta la travesía que debe realizar a diario para transportarse de su casa al trabajo

Por: JORGE OSBALDO CASTRO RODRIGUEZ
junio 12, 2017
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Tribulaciones de aquel que no trascendió
Foto: El Tiempo

Mi abuela me decía siempre y continuamente unas frases que quedaron grabadas en mi mente “trascender o serás siempre un perdedor”. No le hice caso, ahora me pregunto, ¿será la causa por la cual tengo que pasar por la terrible inmolación de movilizarme en el transporte público SITP en la ciudad Bogotá?

Diariamente me desplazo en el SITP urbano desde el barrio Yomasa hasta Puente Aranda para cumplir con un horario, teniendo que marcar tarjeta en la empresa donde trabajo a las 7:30 a.m.

Espero el bus (E70) a las 5:30 a.m. en el paradero, esta ruta es escasa y demorada, generalmente el conductor coloca cara de ponqué con risa burlona y pasa sin detenerse a recoger pasajeros. Cuando me he bañado con ruda (supuestamente para la buena suerte) el SITP pasa y me recoge faltando 10 para las 6:00 a.m. Posteriormente, me encuentro con el primer trancón “demoníaco” en la escuela de Artillería y el barrio Molinos, el cual es reiterativo. Mientras tanto, los señores de Transmilenio riendo a carcajadas, chateando por sus “hermosos” celulares, sin hacer nada por agilizar el trafico. Este primer suplicio lo supero a las 6:30 a.m., para encontrarme más adelante con otro aún más “bestial que ladrón de Bogotá” en el Tunal, el cual logro sobrepasar a las 6:48 a.m., si tengo suerte.

Pero apenas empieza mi sufrimiento porque después de pasar por el barrio Venecia con Av. Cr 68 me esperan los atroces trancones de la calle 3, las Américas y calle 13, que logro pasar después de las 7:30 a.m. Cabe aclarar que ya en ese momento el estrés me ha provocado un fuerte dolor de cabeza, ansiedad y sudor; es decir, me atacó sin compasión el “chicunguña” o peor aún “una malaria en etapa terminal”.

Finalmente, agradeciendo que no se haya varado o estrellado el bus (lo cual casi nunca pasa), que un ladrón me haya salido al paso, de haber soportado olores hediondos, pestilencias, pisotones y empujones llego a las 7:38 a.m. a la calle 21, donde para mi desgraciada suerte debo caminar. Digo, correr 10 minutos en medio de un remolino de tierra y arena terrorífico para llegar a la empresa. En resumen estoy marcando tarjeta a las 7:46 a.m.

Cansado, sudado, de mal genio, maldiciendo mi suerte, con dolor en todo el cuerpo, solo me resta, para rematar la mañana, el llamado de atención y amenazas de mi jefe cuando no se le ocurre la genial idea de enviarme a descargos al área de recursos humanos.

Tal vez o quizás no, si hubiera “trascendido” las cosas serían diferentes y no sería uno más de la gente del común o como aseveran los políticos “de la clase proletariada”. Sin embargo, culpar a Transmilenio, la escasez de vías en la ciudad, la saturación de todo tipo de transporte, la inseguridad, el deterioro de la malla vial y muchas razones más, no cambia mi situación, ni me quitan el complejo de culpa de no haber hecho caso a tiempo a las palabras de mi abuela “trascender o serás por siempre un perdedor”.

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