Ejercer el periodismo en Colombia no es tarea fácil y mucho más para aquellos profesionales de la información que ejercen sus labores en las zonas consideradas rojas donde aún después del proceso de paz continúan dominando los actores armados ilegales aunque no son estos los únicos que amenazan, desplazan y asesinan periodistas.
Pues es claro que organizaciones del Estado han participado y siguen participando en actos ilegales contra periodistas de diferentes medios nacionales e internacionales como quedó registrado en meses pasados tras denuncia de la revista RAYA.
En menos de 50 días Colombia vivió el asesinato de 3 periodistas, seres humanos que cayeron por las balas asesinas disparadas por sicarios que ocultándose tras la impunidad del país para castigar estos delitos continúan sembrando el terror para intentar de esta forma silenciar a quienes se atreven a investigar, publicar o simplemente preguntar por qué tanta injusticia y tanta corrupción.
Pero así como retumban en los oídos el ruido de las motos donde los sicarios huyen de la escena donde han ejecutado el asesinato de un periodista, quienes dan la orden y quienes la ejecutan tiene que tener claro que la investigación, la denuncia por parte de periodistas comprometidos con la verdad y el equilibrio en el momento de investigar y publicar no podrán silenciarlo y sus asesinatos se convertirán en un efecto Boomerang que el país espera pronto los alcance y por eso no es hora de guardar silencio ante aquellos que quieren que Colombia siga siendo el reino del terror y de la guerra.
El 28 de agosto fueron asesinados los periodistas Lidia Contreras y Leiner Montero, en el municipio de Fundación – Magdalena y en menos de 50 días de este vil hecho es asesinado por hombres armados que se transportaban en moto, el periodista investigativo Rafael Moreno, quien de acuerdo con información suministrada por la Unidad Nacional de Protección “UNP” contaba con un esquema de seguridad que consistía en un hombre a pie, un chaleco balístico y un botón de pánico, lo que lo convierte en el primer periodista asesinado bajo la protección del Estado.
¿Quiénes son los autores intelectuales? ¿Quiénes son los autores materiales? ¿Qué intención hay detrás de estos asesinatos cometidos después de posesionado el presidente Gustavo Petro?
Son preguntas que no pueden seguir quedando en el aire y es hora de que los organismos de inteligencia e investigación del Estado asuman un verdadero compromiso para dar con los responsables y no sólo con quienes disparan, sino lo más importante con quién ordena, paga y calcula cada golpe asesino contra la prensa y contra la libertad de expresión.
Colombia no puede continuar como país paria en la protección de sus periodistas por eso es necesario que se tomen medidas para evitar que como lo señala la Organización de Reporteros Sin Fronteras, siga ocupando un puesto crítico en América Latina y el 145 entre 180 países, siendo clasificado así por su bajo nivel en libertad de prensa.