La semana pasada se conoció el aberrante caso de una agente de tránsito de la ciudad de Medellín, que fue brutalmente golpeada luego de denunciar a sus superiores. Aproximadamente diez días antes, ella había hecho una denuncia pública, durante una jornada laboral, en la que denunciaba públicamente a uno de sus superiores. Pero enfrentar al subcomandante que presuntamente estaba acosándola le saldría caro, porque esta semana fue brutalmente golpeada mientras hacía sus labores de patrullaje. El caso no solamente indignó a la comunidad por brutalidad del hecho, sino porque recordó otros casos de abusos dentro de la fuerza pública y en particular dentro de la Policía Nacional.
Como el que ocurrió hace poco más de un mes, cuando se viralizó la noticia de una mujer policía de Montería llamada Daniela De La Ossa, quien había sufrido retaliaciones en su trabajo por denunciar a uno de sus superiores.
A Daniela no la golpearon, pero sí la empezaron a acosar laboralmente, llegando al punto de ni siquiera permitirle usar el baño.
Las mujeres policías que se han atrevido a denunciar los abusos en la fuerza pública, suelen encontrarse con negligencia por parte de otros superiores o con situaciones peores a las denunciadas, como la vivida por la patrullera golpeada hace días. Esta es la razón por la que muchas mujeres prefieren callar ante este tipo de violencias.
El de Kelly Sierra ha sido uno de los casos más recordados de los últimos años, porque en este caso la situación habría escalado hasta un abuso sexual. La teniente Sierra no sólo hizo la denuncia pública, sino que publicó fotos de su cuerpo lastimado, porque según ella la propia Policía habría ignorado el acto carnal violento.
Los hechos habrían ocurrido en Valledupar y sólo cuando la teniente apareció en medios de comunicación nacionales exponiendo si situación, empezaron a verse avances y la fiscal encargada de su caso fue removida del cargo. Según su denuncia y las informaciones difundas por los medios, el abuso habría sido cometido dentro de las instalaciones de la institución por el capitán Eduardo Merchán.
Luego de años de búsqueda de justicia, Sierra renunció a la policía en 2022. Después haber sufrido varias formas de persecución dentro de la fuerza. Para el momento de su retiro ella declaró: “Me retiro, hoy elijo vivir”.
Otra mujer policía que sufrió de primera mano el abuso de poder de los hombres de la fuerza pública fue Natalia Ramírez, exteniente de la Policía Nacional que denunció por acoso sexual a Ricardo Suárez Laguna, comandante de la Policía en el Quindío, pero tuvo que ir hasta la fiscalía en Antioquia para poder hacer su denuncia.
En esa época, en diálogo con La W, Ramírez había enfatizado que tenía pruebas para probar sus acusaciones. Ella también prefirió retirarse de la fuerza pública por miedo a las retaliaciones.
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