Entre los municipios de Calamar y Miraflores, en pleno Guaviare, 168 km de plena Amazonía fueron arrasados para hacer una carretera. La ampliación de la vía que conecta a Barranquilla con Santa Marta acabó con el manglar más grande del país. En la construcción de la represa del Quimbo 44.473 metros cúbicos de madera vegetal obstruyeron un afluente que nutre al Río Magdalena. Estas tres catástrofes ambientales, generadas por un descuido en la construcción de las obras, se pudieron evitar con el uso de la plataforma Tremarctos. La cual podría haber sido usada para generar unas alertas tempranas a las autoridades ambientales, evitado el desastre.
La idea surgió en el 2003 como una inquietud del ex viceministro de ambiente Fabio Arjona y José Vicente Rodríguez, quien fuera el jefe de la División de Fauna Silvestre del Inderena, desde la organización no gubernamental Conservación internacional Colombia. Dicha idea consistía en crear un software que tuviera toda la información cartográfica oficial del país sobre los recursos naturales, con su ubicación geográfica, de tal manera, que a la hora de trazar un recorrido fuera posible obtener una relación de biodiversidad, la flora y la fauna que sería afectada en el caso de que se hiciera una intervención de infraestructura en el lugar. La plataforma ayudaría a tomar una decisión con toda la información que se tiene, generando un reporte en dos minutos, algo que de otra manera podía tardar días y hasta meses.
A través de Tremarctos hoy en día cualquier persona puede hacer el cálculo. Si se va a construir una carretera nueva o la ampliación de la misma se ingresa una capa cartográfica que puede ser analizada tramo por tramo. Pasan unos segundos y el programa arroja un completo informe de los determinantes ambientales y socioculturales que deben ser tenidos en cuenta en un estudio de impacto ambiental al constructor, para evitar, mitigar o compensar el daño. Con el reporte el tomador de decisión puede indagar si debe hacer viaductos, túneles, pasos verdes o intercomunicadores para no tocar bosques, humedales o ecosistemas que amenacen la vida en ese lugar. El diagnóstico es muy fácil de interpretar: un simple semáforo que marca verde, amarillo o rojo dependiendo del impacto ambiental que puedan generar las obras.
Durante dos años duró el perfeccionamiento del Software, coordinado por el ingeniero Tito Muto, quien actualmente es el gerente de la iniciativa en Conservación Internacional, haciéndose realidad en el 2005. Tremarctos es el nombre científico del oso de Anteojos, una especie que se ha tenido que reponer al acoso constante de cazadores y a la desaparición de los páramos para poder mantenerse viva. Eso, su amplia distribución y su robustez, inspiró a sus creadores.
El Ministerio de Medio Ambiente en su manual de compensaciones por pérdida de biodiversidad sugiere a Tremarctos para que las empresas realizan un análisis preliminar de sus proyectos, con el fin de focalizar e identificar los impactos causados, que en la práctica debería ser obligatoria. Sostener la iniciativa año a año le cuesta a la ONG cerca 250 mil dólares al año, un costo que podría ser transferido a proyectos que realmente se ven beneficiados, porque pueden saber en un proceso de pre-factibilidad si realmente pueden o no realizar el proyecto, con lo cual podrían ayudar a mantener e incrementar el conocimiento de los recursos ecosistémicos del país.
Para la construcción de las vías 4G, Conservación Internacional se contactó con la Agencia Nacional de Infraestructura - ANI, con la finalidad de incorporar estándares y buenas prácticas en infraestructura verde del país, sin obtener una respuesta positiva. En la construcción de la Ruta del Sol, construida en el 2011, dos tramos dieron rojo: eran inviables porque atravesaban una reserva ecológica del Magdalena Medio. Sin embargo, otras opciones para evitar el impacto se hubieran podido tener en cuenta tales como la construcción de un túnel, el cual no se hizo porque se elevarían los costos de la obra. Hoy el daño ecológico es irreparable.
El diagnóstico de Tremarctos en un análisis posterior a la medida que se tomó por parte de la ANLA – en la licencia ambiental a la petrolera Hupecol cerca de la serranía de la macarena se encontró que si se hubiera usado Tremarctos haciendo un análisis en las etapas previas en los procesos de pre-factibilidad. Tanto la petrolera como la ANLA le hubieran ahorrado un dolor de cabeza al país. Por ahora solo empresas como el Cerrejón, Continental Gold, Mineros S.A y Gran Terra, dedicada a la explotación de hidrocarburos, como algunas instituciones del estado el Ministerio del medio ambiente, la Unidad de Planeación minero energéticamente - UPME entre otros han apoyado a la iniciativa y la han usado en el desarrollo de su operación. Tremarctos es un sistema público, gratuito y de libre acceso (www.tremarctoscolombia.org).
Lo ideal sería que el Ministerio de Medio Ambiente reglamentara como una obligación tener en cuenta a Tremarctos para realizar un análisis preliminar de los proyectos donde se evite, mitigue o compense los posibles impactos a la biodiversidad y los ecosistemas. A todas las empresas cuyos trabajos tuvieran una repercusión ambiental. Por ahora eso está lejos.
Sin embargo, Fabio Arjona y José Vicente Rodríguez, junto con el ingeniero Tito Muto, siguen perfeccionando la cuarta versión del software. A medida que evoluciona Tremarctos se hace más fácil de manejar. La aplicación debe hacerse obligatoria para evitar que el apocalipsis nos sorprenda.