Trata de personas y explotación sexual, dos fenómenos que atormentan a América Latina

Trata de personas y explotación sexual, dos fenómenos que atormentan a América Latina

¿Cuánto cuestan las vidas de los niños y niñas, mujeres y hombres, que son víctimas de este flagelo? ¿El dinero vale el sufrimiento de tantas personas?

Por: Juan Camilo Restrepo Restrepo
enero 15, 2019
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Trata de personas y explotación sexual, dos fenómenos que atormentan a América Latina
Foto: Pexels

Hace unos días recibí un mensaje de un amigo hondureño que se encuentra radicado en Suecia, él me pedía que le ayudara a contar su historia y denunciar el horroroso crimen que padeció su familia en su país de origen. Escribo esta nota para hacer eco no de su sufrimiento sino para tratar de dignificar a quienes han sido víctimas de uno de los crímenes más espantosos que se cometen en nuestra sociedad: la trata de personas. Me he tomado un tiempo prudencial para redactar esto, no porque el tiempo no fuera apremiante sino porque era necesario hacerlo de una forma diferente para llamar la atención de las personas en un país donde esta clase de crímenes no son ninguna novedad; para contar —de una manera distinta— una historia que ha sido vivida cientos o miles de veces en Colombia; para no ser crudo ni sensacionalista y alejar al morboso. A continuación narraré brevemente los hechos delictivos, de paso contaré un poco de la historia que rodea el caso y finalmente quiero escribir algunas palabras al respecto.

Hace un año mi amigo hondureño tuvo que huir de su país y refugiarse en Suecia porque su hermana fue secuestrada por una red de trata de personas que se mueve en trece países de América latina, los cuales son: México, Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Bolivia, Chile, Colombia y Perú. Ella, una niña de quince años en condición de discapacidad, estuvo cautiva dos días, del 4 al 6 de octubre del 2016. La finalidad de sus captores era sacarla de Honduras y llevarla hasta México para ser explotada sexualmente. Tras esta red se encuentran implicados presuntamente varios militares, políticos y demás personalidades acaudaladas e importantes del hermano país. Luego de dar con uno de los presuntos responsables, un importante hombre de la política de Honduras (Diputado en dicho país) visita a mi amigo y le ofrece una cantidad de dinero para acallarle, hechos que fueron también denunciados ante las autoridades. Después de todo esto, y de múltiples amenazas, él y su familia se refugian en Suecia. Actualmente hay abierto un expediente en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre este caso; y además están al tanto el gobierno de EE. UU, la Unión Europea, la ONU y la Secretaría de Relaciones exteriores de Suecia.

Quiero visibilizar algo que es fundamental: tras todo esto se encuentra algo patológico. Es importante notar que todas estas penurias por las cuales tuvo que pasar una niña de tan solo quince años tienen un origen y muestran lo más oscuro y vil que hay detrás de todas las fachadas institucionales y de una sociedad basada en la mercantilización de todas las esferas y de la vida misma. No quiero que se me tome por cliché, creo que es preciso que el lector de esta nota se dé cuenta que este crimen se debe a la manera como cosificamos al otro, que puede ser comerciada y transportada como cualquier otra mercancía. ¿Cuánto cuestan las vidas de tantos niños y niñas que son explotados sexualmente en los paraísos caribeños y principales ciudades turísticas de nuestro continente? ¿Cuántos dólares o euros? Porque, sin lugar a dudas, ya les han dado un precio. Lo patológico, en esta reflexión, no se encuentra tras las personas que son capaces de sobrepasar las barreras morales o éticas —si se quiere— y satisfacer las más aberrantes fantasías sexuales con estos niños, de quienes pueden secuestrar la inocencia, de quienes los transportan o de aquellos que tratan de encubrir tan atroces crímenes. ¿Podrían imaginarse cuán enfermo hay que estar para poder hacer algo así con un niño que apenas y puede oponerse, y que —además— en este caso concreto no puede protestar debido a su condición de discapacidad? Pero no, hay un sabio dicho chino que dice: "Primero se pudre algo y luego aparecen los gusanos". Lo patológico se halla en una sociedad que permite y crea las condiciones para que estos crímenes se sigan cometiendo con la mayor frialdad, en una sociedad donde muchos de los objetos de consumo son fabricados por manos esclavas, que ha puesto un precio para el cuerpo y la vida humana, que cada día consume millones de vidas y se enorgullece de cifras de crecimiento económico cuando, precisamente, los dueños de esa riqueza son los principales "consumidores" de este "producto", el cual es servido por la macabra —pero no extraña— alianza de las mafias y la institucionalidad.

Podrían objetarme que esta clase crímenes no obedecen a que las instituciones, el mercado, la cultura, la historia, etc. Nada tienen de responsabilidad en lo que hacen los particulares, que cada cual es dueño de sí mismo y que —sencillamente— hay personas capaces de tales actos. O que la esclavitud sexual ha existido durante toda la historia de la humanidad y que sencillamente no dejará de existir. Pero yo precisamente quiero que se note lo contrario: que nosotros no somos tan solo individuos, que detrás de lo que somos cada uno de nosotros hay muchas relaciones de personas que han sido entretejidas, que cuando yo consumo un vaso de café estoy también consumiendo el arduo trabajo de una persona en un cafetal, estoy consumiendo el plástico y toda la contaminación que fue necesaria generar para producir un pequeño vaso. Je est un autre (yo es otro) escribió Rimbaud. El hecho de que existan personas que compran a un niño, otras que lo secuestran, transportan, maltratan hasta el hastío, personas que encubren todos estos hechos y otros que no se atreven a hacer algo al respecto; todo esto no significa que individuos aislados decidieron hacerlo sino que hay unas condiciones que permitieron que cada una de esas personas fueran de esa manera e hicieran eso, condiciones económicas, sociales, culturales, políticas, etc.

Finalmente, quiero que esto también sea un llamado a los demás ciudadanos de a pie, quiero que nos preguntemos cuál es realmente la vocación turística de nuestras ciudades (Porque estos crímenes tienen una estrecha con las principales ciudades turísticas, ya que en ellas son explotados niños, niñas, mujeres de distintas edades, personas trans, y también hombres). ¿A qué le apuestan turísticamente "nuestras" instituciones cuando permiten que haya explotación sexual? Se es victimario por obra o por omisión; en el caso del Estado quiero se me conceda esto, porque es él el garante de nuestros derechos y el de esos niños que son tragados vivos por el lado más vil del capitalismo.

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