Desde el campo, a lo largo y ancho de la geografía colombiana empieza a organizarse la cosa. De nuevo esos seres olvidados, abandonados y marginados por el modelo económico-político impuesto desde un gobierno despatriado y unas lógicas de mercado globales, se alistan para ocupar calles, vías y carreteras en defensa de sus territorios, en defensa de su cultura, en defensa de la vida.
Echan mano de la dignidad que se les niega para emprender la protesta. Con temores, miedos y prevenciones, pues como lo muestra nuestra lamentable historia, en Colombia protestar es un delito, acarrea persecuciones, asesinatos y desapariciones por parte del Estado y su aparato represivo y también por las fuerzas para-estatales; sin embargo también está presente en las reuniones preparatorias la esperanza, los sueños, las ganas, la pujanza tan característica de nuestros campesinos, el deseo no sólo de un país, si no de un mundo distinto. Con mucha incertidumbre va marchando la cosa.
Quienes hemos participado de lo distintos espacios organizativos y preparatorios a nivel nacional, regional y local nos hemos acercado a ese otro país negado, a ese otro país que los poderosos han querido eliminar. Las asamblea, los debates, la construcción colectiva lleva a pensar que el auto-gobierno y la democracia directa son posibles, que la democracia representativa es una falacia, que la prevención de que el pueblo no sabe, que necesita quien lo dirija es una mentira. O los gobernante no conocen realmente a sus pueblos o los conocen y los ignoran, porque la gente sí sabe, porque la gente construye planes de vida, conoce el lugar que habita, tienen una concepción autóctona de desarrollo, se sabe organizar, se sabe dirigir. No digamos que todo es armónico, obvio no, está presente el conflicto y la diferencia -como lo esta en el senado y las instituciones- pero se sabe construir no sólo a pesar de esto sino a través de esto, y además como decía alguien por ahí: "como bailando se aprende a bailar, participando se aprende a participar" y a eso estamos aprendiendo los pueblos a participar, no en la institucionalidad, no en el armatoste viejo y corrupto del Estado, sino en los espacios alternos, populares que hemos sabido crear.