TransMilenio viene operando desde diciembre del año 2000. Sin embargo, a lo largo de esos 20 años ha demostrado ser un medio de transporte ineficiente, anacrónico y un factor estresante para los capitalinos (tanto para los que lo usan como para los que no lo usan, cuatro carriles menos para los últimos).
Desde una perspectiva, parece que cuando Peñalosa propuso este sistema lo hizo de forma egoísta: al plantearlo pudo haber evaluado los riesgos (o lo hizo, pero fingió que no) para saber lo que iba suceder, que es lo que está ocurriendo hoy en día, y en cambio haber propuesto otro sistema de transporte con unos objetivos más claros de acuerdo al crecimiento de Bogotá y a la necesidad de los ciudadanos.
Pero por qué digo que ya no es la solución, es sencillo y no se necesita ser un genio para saberlo (sé que la mayoría de los que han usado este medio y que están leyendo esta nota se sentirán identificados):
1. Está limitado por los semáforos. ¿Cuánto tiempo perdemos los bogotanos en cada semáforo diariamente?
2. Está limitado cuando otros buses de TransMilenio se varan. La mayoría de bogotanos han notado que por lo general cuando hay un trancón (ya sea de una, dos o más horas) es porque un bus del mismo sistema estaba varado o accidentado.
3. Está imitado por la lluvia. Automáticamente tiene que reducir la velocidad. Más demoras…
4. Está limitado por ser contaminante. Estos buses nuevos aún siguen siendo 60% diésel y 40 % gas, por ende siguen siendo contaminantes (dióxido y monóxido de carbono).
5. Está limitado por su capacidad de carga. A pesar de que los buses son grandes ya no cumplen con las demandas de la ciudad (2'293.540 de ciudadanos al día).
Se necesita un medio de transporte con más capacidad, más rápido, menos contaminante y que reduzca al mínimo las limitaciones antes mencionadas, o sea metro. Esto finalmente con el fin de mejorar la calidad de vida de los capitalinos.
