El 18 de diciembre de 2000 se inauguró el Transmilenio, catorce años después, no deja de sorprendernos lo mal que funciona.
Esta semana iba en un articulado por la troncal Caracas, en un semáforo, tres delincuentes atracaron a una pasajera que iba en la última silla; sin exagerar, los hechos transcurrieron en quince segundos, los asaltantes activaron una salida de emergencia que funciona de forma neumática y desaparecieron. Quedamos atónitos frente al infortunado suceso.
¿Qué está sucediendo?
Literalmente el sistema de transporte masivo más usado en Bogotá –por obligación y necesidad- colapsó hace tiempo. Las vías están destruidas, no hay suficientes articulados, es vulnerable a bloqueos, los alimentadores tienen frecuencias irregulares, la oferta superó la demanda, las estaciones y los portales están llenos de vendedores ambulantes, cada día son más los “colados”, es costoso, inseguro, y, para colmo de males, la mayoría de usuarios no tienen el más mínimo sentido de cultura ciudadana.
He pensado las posibles causas del fracaso, pero quiero referirme a una en particular –sin desconocer el resto-, con el respeto que merecen quienes se sientan aludidos, creo que al Transmilenio se le perdió el respeto, me explico:
- Es una empresa del Distrito Capital, por lo tanto depende de la administración distrital, Recientemente ha habido denuncias –del concejal Juan Carlos Flórez- de la “dudosa” forma en que se contrata en Transmilenio. Eso no es respeto.
- Que el alcalde Gustavo Petro afirme que no hay recursos para arreglar la malla vial. Eso no es respeto.
- Que arreglen una de las avenidas y dure tres meses en buen estado. Eso no es respeto.
- Que miles de habitantes de Soacha duren hasta tres horas en llegar a su destino por insuficiencia de articulados. Eso no es respeto.
- Que cada vez que hay una protesta –justa a injusta- bloqueen las troncales, los portales, etc. Eso no es respeto.
- Que una persona en situación de discapacidad tenga que esperar hasta una hora un bus alimentador con la rampa para poderse subir. Eso no es respeto.
- Que vendedores ambulantes se sitúen en los túneles de acceso de varias estaciones. Eso no es respeto.
- Que habitantes de calle, “artistas”, etc. Pidan dinero en los buses. Eso no es respeto.
- Que no podamos tener la tranquilidad de portar nuestros objetos personales por miedo a un atraco, al “cosquilleo”, etc. Eso no es respeto.
- Que la gente se aglutine en las puertas para entrar primero. Eso no es respeto.
Sé que habrá muchos detractores de posición, pero todos de una u otra forma le hemos perdido el respeto al sistema –lo cual no quiere decir que lo merezca-, hemos olvidado que vivimos en comunidad y, peor aún, la deficiencia del servicio ha hecho “sacar” lo peor que tenemos como sociedad, La intolerancia.
@zamivar