Transición energética y Transición ciudadana
Opinión

Transición energética y Transición ciudadana

Se necesita más información, diagnósticos y formación pública abierta a la ciudadanía, para que el debate minero energético no se quede en cotos cerrados

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enero 27, 2023
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Respecto a los anuncios de transición energética en el contexto de la presencia de la delegación colombiana en Davos Suiza, en cabeza del presidente de la República Gustavo Petro y de la ministra de minas Irene Vélez, se han venido rayos y centellas por parte de algunos sectores que en ciertas versiones ya no expresan sus diferencias y preocupaciones, sino que descontextualizan y satanizan las declaraciones recientes, para afirmar la tesis de que tenemos gran riesgo de caer en términos económicos, como si ya no estuviéramos caídos en medio de la pobreza y las violencias rurales y urbanas, generadas por sectores excluyentes, que han mangoneado los recursos energéticos del país a su amaño e interés.

Puede estar sucediendo que el diálogo se esté planteando de una forma absolutamente dicotómica, de dos carriles que no se tocan, entre el gobierno y un sector empresarial, político y de opinión pública que se opone a las aspiraciones del nuevo mandato; puede suceder que no se esté permitiendo escuchar otras voces y mensajes, puede ser que se esté agotando una discusión en fronteras ideológicas, cuando de lo que se trata es precisamente es que entren en consideración nuevas miradas, por supuesto nuevos conflictos, pero también renovadas formas de relacionarnos y tomar de decisiones sobre los rumbos colectivos. Veamos brevemente el panorama general:

En años recientes nuestros mundos vitales con sus lenguajes y vidas cotidianas se han visto impactados por diversas dinámicas que los trastocan y conmueven: cambio climático, inéditas migraciones, pandemia, estallidos sociales, implosiones metropolitanas, guerras por recursos energéticos etcétera. Y faltan otros síntomas que hablan de una afectación radical de las condiciones de vida en el planeta, que indican incluso la urgencia de generar corredores de sobrevivencia en el mundo tal como hoy lo conocemos. Los signos de los tiempos no dan espera, requieren un cambio de comportamientos aquí y ahora; cierto es que no se trata de actuar con desespero frente a los indicadores de la catástrofe ambiental y climática, pero tampoco se trata de un simple mirar para otros lados.

¿Tenemos una acuerdo global como humanidad para afrontar este horizonte difícil? NO. ¿Tenemos planes al respecto? Se supone que hay algunos vinculados a la innovación tecnológica, la reconversión energética, la relocalización demográfica, la ralentización productiva; sin embargo, son más declaraciones y anuncios de marketing, que avances en una política del cuidado de la vida y de su expansión; las rectificaciones plausibles no tienen consensos, ni líneas claras aún y por esa misma razón es fundamental afrontar los retos con acciones concretas.

En Colombia se requiere abordar las nuevas demandas con responsabilidad y creatividad, asumiendo con sentido práctico los cambios que va exigiendo la experiencia actual. En la contingencia se necesita actualizar los análisis y los dispositivos de reconocimiento de nuestras realidades socio ambientales, urge establecer de nuevo las prioridades con un marco amplio que excede la mirada sectorial y disciplinar: sembrar, cultivar, atender, guardar, limpiar, cuidar, conversar, sanar, reconvertir, adaptar, expandir la vida en su diferencia, son asuntos que se deberían traducir en la generación de nuevos indicadores de la escala humana de la vida, en asocio con medidas de rectificación en relación con otras redes y matrices vitales con las cuales somos coexistentes y codependientes. No es cuestión de rectificar sobre el medio ambiente y específicamente sobre el uso de combustibles fósiles en un sentido reducido, aunque ese indicador es trascendental para el futuro inmediato; es el mundo todo, tal como lo conocemos y lo hemos inventado lo qué hay que atender y reparar.

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No es cuestión de rectificar sobre el medio ambiente y el uso de combustibles fósiles en sentido reducido; es el mundo todo, tal como lo  hemos inventado lo qué hay que atender y reparar

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El momento está reclamando otro tiempo; no podemos aislarnos de ese llamado. No podemos mirar para otro lado. Es con nosotros. Toca asumir la urgencia de gestar nuevas formas de empatía, de hospitalidad, de existencia en medio de grandes conflictos humanos y sociales. Nuestra humanidad y nuestras circunstancias de país demandan abordar las grandes crisis con sentido de escucha, presencia, colaboración y atención a la vida compartida. ¿Dónde encontrar esas rutas de gestión? Más allá de los anuncios puntuales, quizás es posible encontrar en el Plan de Desarrollo Nacional, en proceso de formulación, varios referentes de rectificaciones procesuales a nivel institucional, sectorial, territorial y social, que indican nuevos horizontes, que no se agotan en dos formas de entender y afrontar los retos energéticos y ecológicos; sin embargo, se necesita mayor articulación institucional y social para avanzar en respuestas plausibles de corto y mediano plazo.

Al respecto, los repetidos anuncios de transición energética por parte del Gobierno pueden terminar siendo expresiones aisladas que se prestan para generar camorras e incendios mediáticos; tendría que atemperarse la gestión a atender los retos con sesudos diseños y cambios en el campo de la planificación económica, territorial y sectorial que no se agotan en el florero de Llorente de la exploración con fines de explotación de gas y petróleo; sin duda, necesitamos una mirada más integral y más realizable, más ejecutable. También es cierto que los recurrentes gestos de estigmatización contra la ministra de Minas y contra el Presidente, por parte de agentes angustiados que solo ven el árbol de sus intereses en bolsa, que se oponen a ver el bosque de los intereses colectivos generosamente, hablan más de los problemas de salud en el buen juicio de ciertos sectores que de la salud de nuestra maltrecha economía.

¿Cuál sería una salida posible al respecto? Provisionalmente es de sentido común sugerir algunas pistas que pueden ayudarnos a salir del debate de doble carril en el que nos están invitando a viajar, desde la certeza de que habitamos un territorio diverso que se está depreciando todos los días, pero que podemos mejorar:

Se necesita más información, diagnósticos y formación pública abierta a la ciudadanía, para que el debate minero energético no se quede en cotos cerrados. Se necesita un gran esfuerzo de planificación sectorial del campo minero energético, pero en conexión con la planificación de territorio, en conversación con todos los sectores, para atemperar las decisiones a tiempo. Se necesita definir un marco de espacio temporal más preciso para concertar y comunicar las metas y las evaluaciones de cara a la transición energética, de tal forma que podamos valorar como ciudadanías, los avances en las gestiones sin tremendismos, ni satanizaciones. Especialmente urge más participación social y ciudadana, pues las consecuencias de cualquier decisión las experimentamos todos y todas de inmediato.

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