Han pasado un par de semanas desde que la Registraduría informó que el nuevo Presidente de Colombia será Gustavo Petro Urrego, un economista de la Universidad Externado de Colombia, con estudios de especialización y doctorado, un hombre que pasó por diferentes cargos de elección popular, caracterizándose siempre por su férrea defensa de los más vulnerables.
Estuvo en el Congreso de la República y desde allí desenmascaró los lazos de corrupción que rodeaban a los gobiernos de turno y develó lo que se ha considerado como la peor época de Colombia: los vínculos de los grupos armados ilegales con políticos en ejercicio que hacían parte del Congreso y del Gobierno Nacional.
De igual forma, desde muy joven se inclinó por el ejercicio político y cumplió las labores de Personero y Concejal en Zipaquirá, donde aún lo recuerdan por la construcción del barrio Bolívar 83.
Su apasionamiento por la lectura y el estudio lo ha llevado a posicionarse como un referente en temas de economía y cambio climático, convirtiéndose así en el político colombiano con mayor capacidad de análisis sobre la situación social, económica y cultural que atraviesa nuestra sociedad.
En su primer intento electoral a la presidencia de Colombia, se atrevió a proponerle al país un gran diálogo social, lo enmarcó en un eslogan de campaña que para muchos aún resuena, como esa canción que evoca a mejores tiempos, ‘Acordemos El Futuro’, decía, y con esa frase recorrió las calles de Colombia, despertando lo que daría sus frutos doce años después.
Tras obtener más de un millón de votos en las urnas y siendo el candidato del Polo Democrático, dejando en la carrera por la candidatura de ese partido al ex magistrado Carlos Gaviria, Petro hizo lo impensable para la izquierda ortodoxa, le propuso un diálogo para impulsar ideas que requería con urgencia el país al gobierno elegido de Juan Manuel Santos, pero las directivas del Polo lanzaron chispas por los ojos y se opusieron rotundamente a generar un acuerdo sobre lo fundamental; esto acarreó la salida de Petro y sus seguidores del partido de las banderas amarillas.
En el 2011 aspiró a la Alcaldía de Bogotá, acompañado por un grupo de amigos y amigas que confiaron plenamente que el escenario político estaba a pedir de boca, convocó a liberales, conservadores, gente de la izquierda tradicional, artistas, mujeres, afros, indígenas y jóvenes, muchos jóvenes y conformó lo que se conoció como Progresistas.
Lo que se vivió en esa campaña no tiene comparación, nadie pensaba que se lograría el triunfo, pero el fervor, la pasión de cada simpatizante, la disciplina de personas como Guillermo Asprilla, Pacho Paz, Rubén Darío Castro, entre otras, logró lo impensable y el 1 de enero de 2012 se estaba posesionando en la Plaza de Bolívar, después de cuatro años amargos para la ciudad.
Este período estuvo enmarcado por la persecución política que ejercieron personajes nefastos como Alejandro Ordóñez desde la Procuraduría y Juan Carlos Granados desde la Contraloría, con la avenencia de los medios corporativos de comunicación que, al servicio de los poderes económicos, manipularon la información y vendieron como noticia sus opiniones.
Además, hubo algunos errores que cometieron personas que nombró en algunos cargos, como es el caso del IPES, Secretaria de Movilidad y Fondo de Vigilancia, que pretendieron tener agendas propias, rompiendo con la cohesión que imponía el mandato del pueblo y que defendió siempre Petro desde el Liévano.
Su paso por la Alcaldía dejo grandes experiencias, construyó con las bases de la sociedad, con los más olvidados, lazos de afecto que con el tiempo darían sus frutos.
Lastimosamente, muchos no entendieron y creyeron que eso que había logrado Petro era endosable y olvidaron que ese pueblo vota por él porque confía en su quehacer, no votará con la misma pasión por otro u otra que quiera recoger sus banderas. Para que eso pase, debe demostrar un trabajo, un gran trabajo. De eso, estamos muy lejos.
Las campañas del 2018 y del 2022 tuvieron cosas muy similares, todo giraba en torno al candidato, él es quién llena los escenarios al estilo de rockstar, es quien puede tener y mantener con un discurso coherente por más de dos horas a un público ávido de esperanza, él es quien tiene la disciplina de hacer una campaña a ese ritmo.
Accesorios giraron en torno a las campañas, como las estrategias digitales, que por algunas pocas cosas representaron algo novedoso, la mayoría flojas, copias ya ejecutadas por otras campañas en Colombia y en el exterior.
Por otro lado, los ejercicios en terreno, que ya tenían una experiencia ganadora en la campaña de 2011, dejaron en el olvido el Plan Manzana y el Petro a Mil. Pero es claro que quienes estuvieron en esa campaña ganadora ya no están y los que están ahora no estuvieron nunca en ese proceso.
Llega una nueva época para Colombia que liderará Gustavo Petro, hay muchas expectativas, muchas ilusiones, mucha presión y como se ha vuelto costumbre, mucho odio rodando por las calles.
Los mensajes del Acuerdo Nacional donde convoca a todas las fuerzas políticas para lograr principios de unión que permitan cohesionar al país, son acertados, varios sectores ya han levantado su mano y quieren participar, es importante que el purismo, esos que se creen fundadores del Pacto sean capaces de entender, en la misma forma en que lo hace Gustavo Petro, las necesidades del país.
Comprender lo que necesita la sociedad no es un traspaso de poder de un bando a otro, lo que necesita el país es que una buena vez y para siempre se ponga la importancia en los puntos que transforman la vida de todos los habitantes de este territorio llamado Colombia, se requiere educación pública, gratuita y de calidad, incluyendo la superior.
Para ello ya pidió Petro a alcaldes y gobernadores “alistar lotes con títulos saneados para construir las sedes universitarias y colegios universidades que sustentarán la infraestructura de una sociedad del conocimiento”, de la misma forma se deben dar todas las garantías para que la salud, la vivienda y la comida sean derechos de toda la población.
Eso lo logró en la Bogotá Humana, con un Concejo en contra, incluidas las personas elegidas por el Progresismo en ese momento, sabemos que a nivel nacional lo logrará.
De igual forma se debe dar garantía de crecimiento económico a toda la población, acceso a las manifestaciones artísticas y derecho de optar por las artes como forma de vida, con garantías laborales.
Tiene un gran reto que asumir el nuevo presidente Gustavo Petro, afrontar un país y un Gobierno de cara a las nuevas formas de comunicación, esas que le hicieron la vida a cuadritos al saliente presidente Duque.
Tendrá de la oposición, que como van las cosas será solo el uribismo puro y radical hoy llevado a menos, pero no desaparecido, una fiscalización total sobre cada actuar e intervención, pero tendrá más ojos de los allegados cuestionando, porque así es la izquierda, y está bien, nadie pide que quienes apoyan un proyecto político sean convidados de piedra.
En esta misma línea, tiene otro gran reto y es lograr una comunicación de doble vía con la juventud y en general con la sociedad. Eso que con tanto orgullo cantó a los cuatro vientos Roy de los ‘neoconsejos comunales’, no es la mejor estrategia, hay muchas formas, estrategias y herramientas para lograr establecer un verdadero diálogo con el país nacional.
Las cartas están sobre la mesa, lo que pase durante los primeros 100 días mostrará el tipo de gobierno que tendremos por los próximos cuatro años.
Yo espero que Petro logre establecer un Acuerdo sobre lo fundamental para definir gabinete, establecer prioridades, generar los canales de comunicación con la sociedad y empezar las transformaciones sociales, culturales y políticas por las que votaron 11 millones de personas.
En esos primeros 100 días espero que se dé la línea de trabajo y todo el equipo de gobierno, incluidos Ministerios y Entidades, empujen para el mismo lado esta pesada maleta que llamamos Colombia.