Lo ideal de cualquier sistema es que funcione. Con ese fin se construyen engranajes, se establecen reglas, se regulan acciones y se estandarizan procedimientos. Sencillo. La excepción a ese absoluto es el Sistemas de Transporte Masivo de Cartagena. Un sistema que tiene el hiperbólico nombre de Transcaribe, porque ni recorre el Caribe, que sería un ideal de integración regional, ni sus rasgos y distintivos como empresa, lo reflejan.
¿Transcaribe? ¡Nada que ver con ese nombre!, dirían los millennials al unísono. Ni siquiera cubre el área más cercanas al distrito de Cartagena ni mucho menos llega a poblaciones tan cercanas como Turbaco, solo porque dos alcaldes trazan límites y levantan divisiones en un territorio con fronteras bien marcadas, que sus ciudadanos, de lado y lado, han derribado con tratos comerciales, laborales y educativos. ¡Total! Responderían los centennials.
“Transca” es el apócope que con terneza la inteligencia popular lo ha renombrado. “Te vienes en Transca, papi” “Llega en Transca, mami” “Me toca cogé Transca, pri” “Por allá, no pasa el Transca, vale mía”. El apócope le va como chicharrón a astilla ‘e yuca, porque al suprimir las dos últimas sílabas (ri-be) lo desnaturalizan y lo dejan en su talla precisa.
El apócope es perfecto. Allí todo es a-pocado, reducido, mínimo. Piense en la apertura del sistema en 2016, se entregó a medias, sin las estaciones completas, sin las rutas completas, sin los buses completos, sin los avisos de señalización finalizados. Todo eso sucedió en la vía del llamado Solo bus que tiene escasos 11 kilómetros.
La pronta y ágil expansión del sistema a otras rutas, otros barrios, otras vías es el ejemplo más grande de improvisación, falta de planeación y proyección de futuro. En esos 11 kilómetros de Solo bus se perdió la oportunidad de hacer una ciudad comprometida con su ambiente. Con ciclorutas que permitieran a más personas desplazarse en dos ruedas. Crear, en otras palabras, una ciudad amable con sus usuarios, que redujera los niveles de malgenio y aumentara la plenitud de la existencia. Ni Trasca ni Trascaribe lo han logrado.
Los ingeniosos ciudadanos crearon entonces rutas alternas a las de Transca. Hoy, hay rutas piratas, eso sí , que cubren el territorio, y si no, para eso está el servicio Puerta a puerta, que permite, por una suma pactada con anterioridad, llagar a casa plácidamente como si se tratara de un servicio pensado para usuarios exigentes.
Hay rutas piratas, eso sí, que cubren el territorio,
y si no, para eso está el servicio Puerta a puerta,
que por una suma pactada con anterioridad, permite llegar a casa plácidamente
Crespo - Centro; Avenida, Bosque, Paseo de Bolívar, Lemaitre, Pie de la Popa - Pozón, son algunas rutas que conforman la red ciudadana del transporte pirata. Tan normal que parece integrada al sistema ineficiente llamado Transca, con la pequeña diferencia que “el pirata” funciona mejor. Sin embargo Trans-ca sigue adelante con orgullosa vergüenza.
La expresión ¡ca! dice el diccionario de españolismos de la editorial Forradella, que expresa negación, lo que en el más simple trazo de sinonimia española sería como ¡Joder! Un simple ejercicio de estirpe colonial nos llevaría a establecer que Transca, no es más de Trans ¡joder! porque ha ido jodiendo la existencia de forma perfectible a unos 40.000 usuarios que diariamente usan con desdén su nefasto servicio.
Transca también borró referentes culturales importantes. Cómo es posible que una de las estaciones tenga el nombre de un Centro Comercial. Los nombres de las antiguas rutas vivaces y llenas de colores fueron reemplazados por nombres robóticos como X-100 - X-103, T-103, como si se trataran de agentes secretos o códigos encriptados de la época de la Guerra Fría o unos dispositivos secretos de una de las novelas de Le Carré.
Con el servicio que se presta, es algo fútil si se llama Transmetro, Trasnmilenio o Trascaribe, el desorden que se ve en Cartagena con el servicio, hacen pensar que antes de que cumpla los cinco años, el sistema colapsará para que lo mejor que tiene Cartagena, sus sistemas de movilidad clandestina y pirata, afloren con éxito en medio de tanta improvisación oficial.